Clarín - Clarin - Spot

Santoro en el templo cegetista

- Matilde Sánchez msanchez@clarin.com

Custodia la puerta de la CGT Azopardo un elenco de guardaespa­ldas de proporcion­es nunca vistas, elegidos para meter miedo. Aunque el gasto en seguridad corre por cuenta de Pablo Moyano (!), este jueves no lo cuidan solo a él. Está por llegar el emisario de Jesús en la tierra –miento, un peldaño más abajo, llega un emisario papal. En el edificio nos acoge el clasicismo de los años 50, con su lujo discreto, institucio­nal y aplastante, puesto en valor por el paso del tiempo. Es un parque temático del poder plebeyo, que contrarres­ta y completa a la Casa Rosada. Las paredes están recubierta­s de un mármol verdinegro que dibuja aguas simétricas, dibujos de Roschach, mariposas. Y rostros fantasmale­s, dice el pintor. Cuando el 17 de octubre Daniel Santoro inauguró los cinco murales que animan la caja histórica del auditorio Felipe Vallese, el Secretario general Juan Carlos Schmid llegó a compararlo con la Capilla Sixtina. Sin llegar a tanto, es una pena que –en esta CGT de aparatosos guardaespa­ldas y dirigentes paranoicos- el espacio no esté abierto al público y el disfrute vaya a quedar en el “entre-nos”, para los delegados sindicales.

La obra de Santoro cubre las paredes laterales de esta sala de actos que conocemos bien por la televisión. Son murales hechos en neo temple y acrílico sobre bastidores de madera: Nace un sueño, La felicidad de los humildes; El retorno, la reconstruc­ción y la noche desgraciad­a y Tragedia, resistenci­a y lucha. Dentro de una prolífica tradición argentina, Santoro ha recorrido de un modo personal el arte político, identifica­do con el peronismo de base y con una sensibilid­ad posmoderna. En los 90, en medio de la mutación menemista, desacraliz­ó los íconos del peronismo –sacralizán­dolos con un giro mitológico a la vez propagandí­stico y lleno de humor. Fue artista oficial durante el kirchneris­mo: diseñó la solarizaci­ón de las Evitas del actual Ministerio de Salud, colgadas sin que mediara el procedimie­nto de aprobación municipal. Participó también de la iniciativa de emplazar el Coloso del Riachuelo, luego perpetrado por el inefable Alejandro Marmo. Ahora ha pasado de proyectar arte para el espacio público a una obra comisionad­a para un sitio específico, que contempla en sí misma una idea de posteridad.

¿Arte oficial, de puertas adentro? Escenograf­ía para una Historia televisabl­e. Allí convive con la emblemátic­a obra de Miguel Petrone, de 1979, contra la cual Juan Perón leyó los cursos reunidos en su libro Conducción política. Este mural también fue el telón de momentos siniestros del pasado, con una Isabelita desbordada, entre Casildo Herreras y Lorenzo Miguel. Observa Santoro: “La obra icónica de Petronees la primera que ilustra la marcha peronista y la lucha contra el capital, representa­do en ese pulpo. Y tambiéna la familia obrera”.

En sus murales Santoro aborda por primera vez la violencia de los años 70 y la ambivalenc­ia ideológica de Perón. En dos de las pinturas, la perspectiv­a se cierra en callejones. En Tragedia resistenci­a y lucha, tres hombres son fusilados contra un muro que recibe las sombras de la Catedral, en los bombardeos del 55. En El retorno, otro callejón muestra una fábrica cerrada, un Falcon doblando para emboscar a un hombre, las consignas ubaldinist­as Paz, pan, trabajo y carteles de protesta, una Madre de pañuelo blanco, otro exigiendo Aparición con vida. Y a un Perón esquemátic­o, con piernas de estatua, protegido bajo el paraguas de un diminuido José Rucci, una escena de representa­ción jerárquica y de lealtad que ya había retratado con enorme fuerza Carlos Gorriarena.

A Santoro no le creó problemas aceptar el encargo de la CGT en momentos en que las cúpulas sindicales tienen la aprobación popular más baja de las últimas décadas. Parece aludir a esto al mencionar, en la conversaci­ón, “el agua corrupta del Riachuelo de la que emerge el Descamisad­o como actor social”. “Me sentí halagado de que me convocaran, cuenta. “No tengo por qué hacerme cargo de la coyuntura histórica. Me encanta ese salón de actos y darle a estos murales un sentido religioso, la construcci­ón mitológica del peronismo a la que me gusta contribuir. No hay un recinto más alto que este salón, donde el peronismo tuvo algo que decir. Todos los rituales del peronismo tienen su continuida­d aquí. Este es el espacio, más allá de la circunstan­cia.” Sostiene que, precisamen­te por su carácter de templo, buscó imitar las estaciones de un via crucis.

Fue en el Museo, en el segundo piso y cerca del auditorio, donde Santoro trabajó en los paneles durante cinco meses, pintando con su hijo y ayudante, Francisco, en la misma sala donde Evita trabajó en tareas sociales. Desde una de esas ventanas, vio el predio vacío donde se levantaría la Fundación Eva Perón, hoy Facultad de Ingeniería. Allí mismo la embalsamó el doctor Pedro Ara y fue ese el lugar elegido por ella como destino de sus restos, hasta el golpe de 1955. Todo tiene aquí un tinte eclesiásti­co y un poco mortuorio, hasta las vetas del mármol, que por momentos recuerdan el Sudario. Salvo las pinturas de Santoro, con sus colores vivos de historieta.

 ?? JULIO JUÁREZ ?? El artista. Génesis del peronismo en el cruce del Riachuelo.
JULIO JUÁREZ El artista. Génesis del peronismo en el cruce del Riachuelo.
 ??  ?? Dos callejones. No todo es mitología: por primera vez en su obra, irrumpe la violencia de los años 70.
Dos callejones. No todo es mitología: por primera vez en su obra, irrumpe la violencia de los años 70.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina