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“Nunca me preocupó lo que dijeran de mí”

Repasa sus inicios, dice que cantar fue su arma de seducción, que nunca quiso ser transgreso­ra y opina sobre el “Ni una menos”. El 9 actúa en el Auditorio de Belgrano.

- Eduardo Slusarczuk eslusarczu­k@clarin.com

Tengo muchos pendientes. Más que nada porque me parece que hay mucha cosa linda para cantar. Pero he tenido muchas oportunida­des, y las he aprovechad­o un montón. Me siento pipona con lo que hice, y siento que puedo seguir haciendo muchas cosas más.”

Sandra Mihanovich lleva cuatro décadas y un año en eso de cantar, casi siempre canciones de otros. El año pasado celebró el número redondo acompañada por una larga lista de invitados, y el 9 de este mes festeja en el Auditorio Belgrano el lanzamient­o de 40 Años de Música, el CD+DVD en el que registró buena parte de aquella celebració­n.

-En esta especie de resumen de tu carrera hay apenas un tema en el que aparecés como autora. ¿No tenías más temas tuyos para poner?

-En verdad, no compuse muchos, y ninguno fue hit. En Soy lo que soy hay dos canciones que eran poemas que musicalicé: Se metieron con todos y

Nacer de nuevo. Pero componer de cero me da más miedito. En una canción hay que saber decir.

-¿Es sólo la forma o la posibilida­d de dejar al descubiert­o algo íntimo?

-Las dos cosas. Pero, sobre todo, he tenido la fortuna de cantar a grandes autores. Entonces, siento que si pongo una cancioncit­a mía al lado de Cuatro estrofas, Es la vida que me alcanza o Puerto Pollensa, pobrecita... Con el canto es distinto; de muy chica me encontré con que, cuando abría la boca, sonaba lindo y del otro lado pasaba algo. Ya adolescent­e, tímida e introverti­da como era, si estaba en un grupo de mi edad agarraba la guitarra, cantaba y pasaba algo. Me conectaba de una manera muy particular, y no tenía inhibicion­es. Las insegurida­des se esfumaban.

-¿Era sólo conexión, o había un juego de seducción?

-Ni hablar. Claro que es una cuestión de seducción. Cuando uno es adoles-

cente busca ser aceptado, seducir... Pero también estaba muy claro que quería cantar.

La hoja de ruta dice que al terminar el secundario, Mihanovich se anotó en la carrera de Música de la UCA. Aguantó poco, lo suficiente como para pasar por el coro de cámara de la casa de estudios y lo necesario como para aburrirse; la escala siguiente fue el Conservato­rio de Arte Dramático. Tampoco duró demasiado. La verdad estaba en la calle.

O mejor, en La ciudad, un boliche regenteado por Blackie, en el que su mamá era la presentado­ra, y cantaba cuatro canciones. Poco después, la convocaron para un comercial de cigarrillo­s filmado por Luis Puenzo y protagoniz­ado por Julio Chávez. Tiempos en los que, según cuenta, “no era ninguna otra cosa que la nena de Mónica”.

-¿Eso era bueno o malo?

-Las dos cosas. Pero era buenísimo porque me abría puertas. La publicidad me llevó a grabar mi primer LP, con arreglos de Cardozo Ocampo. Tenía 19, empecé a cantar en pubs y lo conocí a Alejandro Lerner; una amiga me presentó a Celeste (Carballo), Alejandro Doria, a quien conocí en la casa de Andrés Percivale, que era como mi tío, me presentó a Marilina Ross.

-¿Nunca te preguntast­e si te daban más bolilla por ser la hija de Mónica que por lo bien o mal que cantabas?

-No. Siempre sentí que cantaba muy bien. Podía tener miles de miedos e insegurida­des, pero cantar nunca fue duda. Siempre sentí que me abrían las puertas como gestos de amor.

-¿Cuánto de vos se puede descubrir a través de tu repertorio? ¿Elegís las canciones para decir lo que te da miedito escribir, o por como encajan en tu manera de cantar?

-Las dos cosas. Cada uno elige las canciones que mejor le cuadran, pero en casos como Quiero encontrar mi lugar, que es de mi hermano Vane, es un tema que hubiera querido escribir. Si yo fuera cantautora, habría querido empezar por ahí. La primera vez que la escuché lloré mucho. Es un sentimient­o suyo, pero dice algo que alguna vez sentí. Tiene que ver con mi identidad, con mi gusto, con mi forma de decir.

-¿Y “Soy lo que soy”?

-Cuando hice Soy lo que soy, cantarla era una declaració­n de principios. No era decir: “Soy esto”; era un “soy lo que soy” que podía asumir cualquiera. No era algo solamente destinado a las minorías, o a la gente distinta. Todo el mundo lo adoptó con felicidad.

-Sin embargo, el tema sumado a la tapa, en la que aparecías desnuda, fue leído por muchos como un gesto de transgresi­ón...

-No lo pensé para provocar. Era lo más despojado; pensé que estar desnuda era la mejor imagen para ese “soy lo que soy”. Fue un momento inspirado...

-Y otro juego de seducción. ¿Hacia los hombres, las mujeres, todos?

-Creo que desde siempre quise seducir hasta a las piedras. A lo que viniera. Me parecía que desde el lugar de la cantante, la cosa era a troche y moche, que no quedara nada en pie. Nunca fue dirigido a tal o cual. Era un desparramo de energía.

¿Era la intención, o fue a pesar tuyo?

-Nunca me lo propuse. Sí creo que soy una taurina impulsiva; cuando algo me parece que tiene que ser así, me mando sin medir las consecuenc­ias. Entonces, voy por la vida dándome vuelta y dándome cuenta de lo que hice. Lo mismo ocurrió con la tapa de

Mujer contra mujer. A mí me cayó la ficha de la bestialida­d que habíamos hecho con Celeste cuando la vi, enorme, en la esquina de Lavalle y Rodríguez Peña. Me agarré la cabeza. Era muy sugerente; no era desagradab­le.

-Disparaba las fantasías de todos, y todas.

-Muy salvajes. Pero no quería transgredi­r. Me dejé llevar por lo que sentía, y no me medí, no me limité ni me censuré por temor a que alguien dijera algo. Nunca me preocupó lo que dijeran de mí. Cuando empecé a cantar, en el verano del 77, en una revista salió un comentario que hablaba de mí. El título era: “Libertina”. Contaba

que había estado en no sé qué fiesta, y hasta llegaba a decir algo así como que no me bañaba. Si hubieran dicho algo de mi sexualidad, por ahí hubiera tenido sentido. Pero era todo una ridiculez. Entonces, fue como que me cayó la ficha y me propuse hacer la mía. Nunca dije lo que no quería decir, ni respondí lo que no quería responder. Con Soy lo que soy me volvieron loca con preguntas sobre mi sexualidad, y nunca dije nada.

-¿Por qué? ¿Bronca, despecho...?

-No. Porque no me animaba. Me cagaba en las patas. No sé si era auto preservaci­ón.

-Sin embargo, te convertist­e en un ícono. ¿Se te desibujó el rol como cantante?

-Eso fue lo que más me molestó. Con

Mujer contra mujer se puso el tema de la sexualidad sobre la mesa, y me molestó que eso estuviera por delante de la cantante. ¿Qué te importa la sexualidad de un cantante? A mí me gusta cómo canta, o no me gusta. Su sexualidad es suya.

-¿Cómo se desactiva esto?

-Con paciencia y muchos años. Con

perfil muy bajo, con nunca hablar de mi vida privada.

-Eso no impide que el público se haga una imagen de vos, y que intente confirmarl­a. ¿Alguna vez viviste alguna situación desubicada con alguna o con algún fan?

-No. No tengo mucho contacto con el público, más allá del ida y vuelta que se establece desde el escenario. Pueden haber sucedido algunas cosas, pero que no son importante­s. Creo que pude, y lo agradezco mucho, haber logrado y tenido mucho respeto y buena onda desde el afuera. Incluso desde los medios. Si tomamos la cuestión sexual como algo que generó impacto, el siguiente gran golpe fue cuando el 13 de agosto de 2012 me desperté con un riñón menos.

-Y automática­mente te convertist­e en un símbolo de otra causa.

-Además, ahí se combinó el gesto de la donación con la aparición en escena de mi pareja (su esposa, Marita Novaro). Nunca había habido una pareja mía que trascendie­ra. Pero apareció desde ese lugar. Y lo que resultó maravillos­o fue que el relato fue el de historia de amor. Nadie lo contó como un cuento amarillo. Fue reflejado como un gesto amoroso. Incluso, todo el mundo me quiso hacer notas, pero me negué, hasta que,cuando entró en juego la donación, había un testimonio para dar.

-Y te decidiste a hablar

-Por aquel entonces, mi mamá y César (Mascetti) estaban en radio Del Plata. Así que apenas salí del Hospital Alemán, “qué mejor que ir a dar ese testimonio con los mejores periodista­s que tenía la Argentina”, pensó la hija orgullosa (risas). Lo cierto es que eran dos periodista­s respetados, respetable­s y con el afecto que te da la familia.

-Hablamos de los medios. ¿Y en el contacto con la calle, cómo te da el balance?

-Al cabo de estos 40 años que transcurri­eron, siento que soy un combo de cosas; la mayoría de la gente me mira y me pega un abrazo, aunque nunca me hayan escuchado cantar. Siempre está la mejor onda, y el agradecimi­ento; el balance es espectacul­ar.w

Siempre sentí que cantaba muy bien. Podía tener miles de miedos e insegurida­des, pero cantar nunca fue duda.”

¿Qué te importa la sexualidad de un cantante? A mí me gusta cómo canta, o no me gusta. Su sexualidad es suya.”

Estamos en un tiempo que nos obliga a tomar una postura de defensa de los derechos de la mujer, sin condicione­s.”

 ?? GERMÁN GARCÍA ADRASTI ?? Un “balance espectacul­ar”. Al cabo de cuatro décadas sobre los escenarios, Sandra cuenta que se siente respetada y que recibe mucho afecto, aún de quienes no la escuchan.
GERMÁN GARCÍA ADRASTI Un “balance espectacul­ar”. Al cabo de cuatro décadas sobre los escenarios, Sandra cuenta que se siente respetada y que recibe mucho afecto, aún de quienes no la escuchan.

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