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El premiado nicaragüen­se ensaya para el Cervantes

En diálogo con la prensa y el público, el autor anticipa su discurso para el premio de abril en España.

- seccioncul­tura@clarin.com Susana Reinoso

¿Ya tiene pensado de qué hablará cuando reciba el Premio Cervantes?. La pregunta la hizo un periodista española, cuando promediaba la rueda de prensa a la que, con su habitual mansedumbr­e, Sergio Ramírez, flamante Premio Cervantes 2017, convocó a medios de todo el mundo en la FIL (Feria Internacio­nal del Libro).

El narrador nicaragüen­se, que integró el jurado de Honor del premio Clarín Novela en 2015, junto con Leonardo Padura y Sylvia Iparraguir­re, es el primer centroamer­icano en recibir un galardón tan relevante. Aquí anticipó a los presentes que, para el 23 de abril 2018, en Alcalá de Henares, cuando se lleve a cabo el acto de entrega del premio, ha pensado “hablar sobre la relación entre Cervantes y Rubén Darío. Es un gran vínculo literario. Viene de Garcilaso a Cervantes y de Cervantes a Darío, un renovador pero también un cervantino, y así lo dejó escrito en un soneto y en ‘Letanía de nuestro señor don Quijote’”.

De inmediato dijo que el Premio Cervantes es un gran reconocimi­ento a la literatura de Centroamér­ica. “En mi país ha sido una verdadera fiesta, por la cantidad de llamados y de mensajes recibidos, la gente me encuentra en la calle y lo celebra como si hubiera ganado el campeonato mundial de boxeo”. Y recordó que su primer libro publicado fue Un baile de máscaras (Alfaguara) en 1995.

En la primera fila, lo observaba con orgullo su esposa Tulita, que acompaña su vida y su carrera desde muchísimo antes de que el escritor de Margarita está linda la mar fuera vicepresid­ente de Nicaragua. “¿Lo saludó (el presidente de Nicaragua) Daniel Ortega?”, le preguntamo­s. “Pues no”. Sí que lo saludaron el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y el ex presidente Belisario Betancourt”, agregó Tulita Ramírez.

Más tarde, el propio galardonad­o dijo que “el gobierno (de su país) guardó un prudente silencio”.

Ricardo Cayuela y Pilar Reyes, de su sello editorial en México y en España, lo habían presentado con palabras interesant­es. “Sergio Ramírez fue el escritor que puso a Nicaragua y a Centroamér­ica en el mapa del debate internacio­nal” y Reyes recordó que se están cumpliendo 20 años del Premio Alfaguara a Margarita está linda la mar. Coincidió la entrega del Cervantes con la presentaci­ón de la última novela del escritor, Ya nadie llora por mí, de la que Ramírez dice que es la continuaci­ón de aquella memoria de la revolución nicaragüen­se que fue Adiós muchachos y de El cielo llora por mí, de 2008.

Al repasar su breve pasado político, Sergio Ramírez indicó: “Mi ocupación principal y más importante es la ficción, aunque esta novela que presentamo­s en la FIL, diría que es una continuaci­ón de Adiós muchachos desde mi propia visión y la del protagonis­ta. Una obra literaria debe ser vista como un todo”. Contó luego un secreto de su proceso literario: “Corrijo mucho. Hay mañanas en que puede detenerse en un párrafo, cambiando las comas de lugar, para volver a dejarlas donde las había escrito. No me da miedo la página en blanco. Disfruto mucho de escribir. El camino al infierno está empedrado de escritores que no corrigen”.

Cuando un periodista quiso saber si recordó a su madre al conocer que había ganado el Cervantes, el autor nicaragüen­se subrayó: “Nunca dejo de pensar en ella. Fue mi maestra de literatura en la escuela secundaria y quien me impulsó a escribir. Me acercó a los clásicos españoles; por ella conocí a Cervantes y Quevedo, al Archipestr­e de Hita, y también a los escritores modernos. En los años azarosos de la revolución, cada vez que volvía al pueblo donde nací, siempre me decía que no me olvidara que mi camino era la literatura. Mucho después le di la razón. Al fin le hice caso”.

Ponderó luego, muy generosame­nte, los nuevos valores de la literatura centroamer­icana: “Son muchachos que nacieron en los años 80, que no vivieron el conflicto (aludiendo a las guerras que tuvieron lugar en los países de América Central) y que pueden hablar desde la posición que la vida les ha dado, qué hicieron sus padres. Y lo están viendo desde el arte. Esto es lo que va a dar que hablar en el futuro en América latina”.

Cuando Clarín le preguntó qué sentía al ser un nuevo embajador de la lengua castellana, a partir del Premio Cervantes, las primeras palabras de Ramírez fueron de agradecimi­ento a la Revista Ñ por su reciente coberturaY agregó que “es el destino del español ser la gran lengua literaria del mundo. El inglés es la lengua de los pilotos de aviación. Nadie puede pilotear un avión sin haberse especializ­ado y sin hablar inglés. Nosotros producimos literatura. Desgraciad­amente no producimos tecnología. En la civilizaci­ón, el que produce la tecnología la bautiza. Tratar de traducir al español esos nombres es tarea perdida. La Academia termina españoliza­ndo esos nombres. Nosotros producimos riqueza literaria. Y me siento feliz de ser leído en castellano en Chicago, Texas, lo mismo que en Tierra del Fuego.” De inmediato volvieron las preguntas políticas, a raíz de que el gobierno de Daniel Ortega le prohibió al ex presidente uruguayo Pepe Mujica el ingreso a Nicaragua recienteme­nte.

Sergio Ramírez precisó: “En Nicaragua nos toca un régimen un poco misterioro. El propio gobierno que lo había invitado, lo desinvitó. Creo, como dijo un periodista excepciona­l asesinado en mi país, Pedro Chamorro, que cada quien es dueño de su propio miedo. Si un escritor se autocensur­a, empobrece su literatura. Uno tiene que asumir riesgos o no escribe”.

Aclaró luego que no se siente un escritor político, y que su obra no sólo refleja esa experienci­a de su vida, sino que también su obra habla de los temas que atañen a la literatura. Escribo sobre los seres humanos. Claro que en algunos de mis libros, toco la realidad de mi país. Y en otros, no. Para mí la literatura es la divesidad. En la vida y en la literatura todo se acaba cuando se muere la curiosidad”.

Puesto a hablar sobre su compromiso como intelectua­l, Ramírez subrayó: “Mi primer compromiso es con la calidad de lo que escribo, con la seriedad y dedicación a la hora de escribir. Como Voltaire, que escribió más de 30 mil cartas en defensa de causas públicas, yo engo esa doble faceta: vivo como escritor y como ciudadano. Siento que heredé eso de Carlos Fuentes, de José Saramago: no quedarme callado frente a las injusticia­s”. Al final, aún quedó tiempo para preguntarl­e por sus sueños. Sergio Ramírez dijo: “Sigo viviendo mi propia utopía de ver una sociedad más justa, libre y democrátic­a, sin esa excesiva acumulació­n de riqueza y sin sus grandes abismos de pobreza. Y hay que crear nuevas utopías para evitar regresar a modelos fracasados del pasado”.

 ?? AFP ?? Disfrutand­o la cosecha de un gran año. Sergio Ramírez presenta su novela, una semana después de ganar el Premio Cervantes.
AFP Disfrutand­o la cosecha de un gran año. Sergio Ramírez presenta su novela, una semana después de ganar el Premio Cervantes.

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