“Yo le tenía miedo a Luca”
Escribió el libro “Luca es mío” sobre su relación con el cantante de Sumo. Y se autoelogia, claro.
Pettinato está sentado en una plaza. De fondo, los pajaritos.
-¿Luca tendría 64?
-Ni idea.
-¿No falleció a los 34 y ahora se están cumpliendo 30 años de su muerte?
-Claro, un ¡When I’m Sixty-four!
-¡¿Hacemos una foto con vos descalzo cruzando el paso de cebra a lo Paul Mccartney?!
-Dale.
-¿Cómo sería un Luca de 64?
-La gente se muere justamente para que uno se deje de romper las pelotas tratando de imaginársela. Por al- go se muere. Lo mismo para Luca que para Perón o para Jim Morrison. No hay manera de poder imaginarlos. En el caso de los artistas, yo siempre prefiero que se mueren en el pico de su carrera y en nuestro caso, en Sumo, no creo que hubiéramos logrado mejores discos que los que hicimos. Y lo digo cruelmente: haber entrado a grabar After Chabón sólo con cinco temas era un síntoma. Encima teníamos contrato para otros tres o cuatro discos más...
-Cruel es una escena de tu libro (”Luca es mío”), donde vos estás saliendo con Luca y su novia de la discográfica y contás que la mina buscaba un contacto físico con vos…
-¡Ayyyy, sííí, qué cosa rara fue eso!
-A esta altura vos podrías ser un personaje más interesante que Luca. ¿El hubiera escrito un libro tuyo?
-No, pero hubiera hablado bastante de mí. Y con toda mi carrera televisiva, ¡obvio! A mí me gusta desarrollar mi faceta periodística y no me gustan nada los libros de rock que se escriben acá: les falta energía, zarpe, veracidad. Me gusta ser el primero: ¿quién hizo el primer Late Night Show? Yo. ¿Quién irrumpió en TYC Sports y convirtió el canal en algo gracioso? Yo con Bonadeo. Me gusta llamarlas “las pequeñas revoluciones”.
-¿Y con “Luca es mío” cuál sería esa revolución?
-Este es un libro de rock para gente del palo y está escrito como si lo hubiera hecho Johnny Rotten. Lo escribí como en un río de palabras, dejándolo fluir sin corregir ni un punto ni una coma, y la editorial (Planeta) quedó enloquecida. Traté de que me saliera una especie de James Joyce, un Hunther Thompson...
-¿En qué estado te gusta escribir?
-No es necesaria la droga ni fumarte doscientos porros ni nada por el estilo. Lo que sí necesito es un silencio total y absoluto y empezar a escribir desde las dos de la mañana hasta las seis. Las mejores cosas te salen cuando tenés mucho sueño.
-En el libro vos hablás de Luca sin correrte ni un centímetro del mito conocido. Lo contás como si fuera el único ser humano que no tenía dos caras..
-¡Es que no tenía dos caras! Mucha gente es así. Luca era como Tanguito, como Miguel Abuelo. Tipos que conocían una sola avenida y apretaban el acelerador. No eran caretones de esos que decís... “ah, pero al final se compró un depto en Recoleta”.
-Según contás, a Luca le importaba bastante la guita...
-De golpe parecía estar en contra el sistema y de golpe era como muy muy bicho... Yo no quería ir a lo de Badía, porque me parecía un careta, pero él quiso ir al programa A la cama con Moria. ¡Jajaja! Hay una cosa de Luca que no sé cómo explicar exactamente... Yo no sé si a él le gustaba Buenos Aires. De hecho se las pasaba criticándonos todo el tiempo.
-¿Le gustaba cantar en castellano?
-No, no le gustaba, pero la discográfica nos pedía hits en castellano. En el fondo Luca siempre fue un italiano que quiso ser inglés y le tocó la Argentina. Siempre estuvo más orgulloso de ser inglés y usaba la cosa italiana para contar anécdotas. Pero de pronto, para separarse de vos y convertirse en un ser único, él y Timmy (Mckern, el manager de la banda) hablaban en inglés. Era así: ahora vamos a hablar entre nosotros, y vos te quedabas afuera sin entender nada.
-¿Vos aprendés inglés con Luca?
-Naaa, yo fui al Lincoln. Digo que ahí estaba esa cosa inglesa que tanto le gustaba a Luca.
-Hay pasajes en los que más que escribir, parecés estar escrito por la potencia de su personaje. Es como si al Pettinato conocido le naciera una solemnidad nueva, inédita...
-Es como si Luca me hubiera dicho: si vas a contar, contá en serio. Como cuando me dijo que nosotros no eramos como esos pelotudos de la new wave o los Soda, con los peinaditos raros. “Nosotros somos un grupo de rock”. Los periodistas de la época, los (Carlos) Polimeni, nos entrevistaban a Luca y a mí porque hablábamos hasta por los codos. Yo le preguntaba a Luca: “¿Y cuál sería nuestra corriente?”. Claro, yo veía que no teníamos nada que ver con los Virus o los Soda... Sumo fue el grupo más grande que haya dado este país. Vos dirás “Charly García”, “Spinetta” y yo te voy a decir que hay diferencias entre el concepto de “grupo” y esos solistas que arman bandas que van pasando y sólo ellos quedan.
-Una buena frase del libro es “Sumo fue el primer grupo que se colgó de la actitud”. Pero ahí lo ponés a Luca por encima de la idea del “grupo”.
-¡Pero todos nosotros teníamos una actitud en Sumo! No nos copiábamos de él. Germán (Daffunchio) era un marino de alta mar. ¡¿En qué grupo hay un marinero?! Los Soda no eran raros, no eran personas con personalidades extrañas... Spinetta sí era raro, pero el pianista de Spinetta era una pibe renormal. ¿Entendés de qué hablo? El rock está lleno de personalidades más estables que excéntricas y Sumo era muy distinto...
-Menos vos, todos los ex Sumo pudieron seguir viviendo de la música. ¿Te molestó haber quedado fuera de Divididos o de Las Pelotas?
-Yo no quedé afuera. Formé cosas que no fueron un éxito. Fui el Syd Barret del grupo, el tipo que se perdió el Pink Floyd de los millonarios.
-Desde arriba Luca debe decir: “Lo dejaron solo a Pettinato y tiene que ganarse la vida en la tele”.
-No, no, esa puede ser otra lectura. Las Pelotas y Divididos pudieron vivir de la música después de 20 años.
-En el libro das a entender que le tenías miedo a Luca...
-Sí, yo le tenía miedo. Luca era un tipo que vos te sentabas con él y realmente nunca sabías qué carajo podía pasar. Decías: ¿y si ahora me pega una trompada? Te costaba creer que fuera una persona pacífica, educada, centrada...