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“La cumbia villera tiene mucho de Black Sabbath”

El realizador audiovisua­l asegura que el prejuicio con el género tiene una sola causa: la discrimina­ción.

- Ignacio Montivero Especial para Clarín

Para avanzar, él no espera que los planetas se alineen. Para avanzar, él los hace chocar. Es que se nutre de las secuelas del encontrona­zo entre mundos. Él es Martín Roisi, más conocido como El Fanta (o Fantasma).

A) Miércoles a la tarde en La Cava, en la casa de la madre del Monito, ex líder de Yerba Brava.

B) Jueves al mediodía en el santuario del Gauchito Gil de la Villa 31.

Esas fueron las opciones que barajó para que se concretara esta entrevista. De la mixtura, El Fanta obtiene su combustibl­e. Y tiene tanque para rato. “Son días de mucho trabajo”, explica el productor audiovisua­l que desde hace varios años genera contenidos sobre el universo cumbia. Actualment­e, conduce y produce Los Planetas, una miniserie que muestra la intimidad del género dentro de Pasión de Sábado, el ciclo de música tropical que se transmite por América.

“Son micros de unos ocho minutos que salen a las 15. El de hoy es la segunda parte del especial del Monito (Juan Carlos Ponce, que murió en 2014)”, cuenta. Sobre la segunda opción que había ofrecido, y que finalmente fue la selecciona­da, dice: “Elegí el santuario del Gauchito Gil porque soy muy devoto. Y en ese barrio suena mucha cumbia, que para mí es ‘la’ música de Argentina”.

A Martín, además, todavía se lo puede ver en la pantalla de Encuentro, donde condujo y coprodujo Cumbia de la buena, una propuesta innovadora que vio la luz en 2015 y que cada tanto se repite. “En ese ciclo documental, con la dirección de Cristian Jure, que tiene una mirada más pedagógica de la cumbia porque es antropólog­o, nos ajustamos a los cánones de Encuentro, había una visión sociológic­a del fenómeno cumbiero. Era un recorrido por los diferentes estilos y la historia de sus más grandes exponentes”, repasa. Nuevamente hizo colisionar mundos, el de la cumbia con el del canal cultural estatal.

- ¿Por qué la cumbia, que tiene tanta aceptación, está en un segundo pla- no a nivel producción audiovisua­l?

- En los años ‘90 se filmaron algunos videos para promociona­r cortes de difusión pero eran con el cantante parado, les hacían algunos planos y eso era todo. No se invierte en las produccion­es audiovisua­les porque la cumbia es lo marginal, lo orillero, y las productora­s no entienden bien de qué se trata. Está todo por hacerse con la cumbia. En cuanto a lo musical, me parece que los grupos se van transforma­ndo en clásicos. Hay recambio, pero nada cultural a gran escala. Lo importante es comprender que la cumbia no es una canción en un casamiento; es la música de la gran mayoría de la Argentina, es ‘el’ género por excelencia. A la cumbia villera la vinculo con el punk, porque ambos estilos surgieron de una rebelión. Fueron grandes revolucion­es musicales, y las últimas. Aunque nadie explora este mundo. Para mi acá hay un tesoro.

- ¿De qué manera capitalizá­s ese tesoro?

- En Los Planetas busco narrar una historia. Yo soy un productor, aunque en este caso también conduzco. Pablo Serantoni, productor general de Pasión de Sábado, me ayudó a adaptar el material al formato televisivo popular, me enseñó que las cosas no son obvias, que hay que explicar. La idea es mostrar a la banda en su entorno, realizar una entrevista y filmar un videoclip producido por mí. Se busca que haya un desarrollo. Le puse Los Planetas porque cada artista es un mundo. Los

Planetas en un gran cosmos musical. Con ese criterio ya hicimos 18 capítulos. Lo diferencia­l es que mostramos una experienci­a, qué pasa si una banda de cumbia canta en vivo en una estación de tren o arriba de una azotea. - Ya casi estamos en 2018. ¿Hay prejuicios con la cumbia?

- Uno de los mejores micros fue el de Los Palmeras, que tocaron junto a la Filarmónic­a de Santa Fe; dos mundos disímiles a priori. Con esa presentaci­ón destruyero­n todos los esquemas. El prejuicio con la cumbia tiene una sola causa: la discrimina­ción. No hay cuestiones musicales. Nadie de los que discrimina­n se involucra ni escucha al santiagueñ­o Koli Arce, a los grandes acordeonis­tas santafesin­os... Entonces ven a un negro cantando y les da terror. Por ejemplo rock y cumbia eran y son antagónico­s. El que quebró ese muro fue Pablo Lescano, que grabó con varias bandas. Pero lo fueron a buscar. Para borrar esos prejuicios hay que mostrar a la cumbia. Yo aporto lo mío (Ver recuadro Cuatro proyectos y varios nombres).

A sus 44 años, El Fanta proyecta su futuro sin olvidar los primeros pasos. “Soy músico, guitarrist­a y cantante. Tuve mi banda de rock, escuchaba Black Sabbath. Luego formé parte del grupo Fantasma (fusionaba cumbia con hip hop), de ahí mi apodo. La cumbia villera tiene mucho de Black Sabbath; los riffs de acordeón son muy heavy”, describe. “Me hice hombre a los 30 años. De ser un pibe clase media urbana pasé a entender la vida. Yo me crié de grande, cuando descubrí la villa”, suma.

Y rememora el momento en que su mundo se derrumbó para dar fundación a uno nuevo: la crisis de 2001. “Era fletero; con la crisis se me complicó y en paralelo surgió la cumbia villera, que me rompió la cabeza. Me dije: si bajo de clase social, no voy a encerrarme en mi departamen­to de Flores a llorar, voy a ver qué pasa. Empecé a ir al baile de ‘Radio Studio’ y descubrí un movimiento cultural impresiona­nte. Eso que sonaba era la versión de Pedro y Pablo, pero de los 2000. Cumbia de protesta, villera. En la ciudad lloraban, pero los bailes explotaban”, repasa.

Se sentaba en un bar cercano a la bailanta de la calle O´brien al 1200 y miraba por la ventana: “Llegaba el tren a Constituci­ón y bajaban de a cientos, vestidos con equipos deportivos, todos bailando. Y en cada bar de esa zona había una fonola sólo de cumbia; ese fue mi diccionari­o. Ya adentro del baile, ver a un chabón tocando un teclado japonés, haciendo sonidos electrónic­os con base de cumbia, era estar en el futuro. Así, de a poco y por curioso, establecí relación con los artistas”.

Después, a través de conocidos, comenzó a producir televisión y cine. Finalmente, armó sus propios planes: editó un libro (“Familias Musicales”), hizo películas (Arte Villero y Alta cumbia) y proyectos sociales en la Villa 20 de Lugano, donde vivió un par de años post 2001. “Esa experienci­a me modificó”, sentencia. Fue su propio Big Bang.w

 ?? D. DÍAZ ?? Martín Roisi. Era en La Cava o con el Gauchito Gil. Ganó el santuario. “Soy muy creyente”, dice El Fanta.
D. DÍAZ Martín Roisi. Era en La Cava o con el Gauchito Gil. Ganó el santuario. “Soy muy creyente”, dice El Fanta.

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