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2017: el año que nos dejó con la boca abierta

- Silvia Maestrutti Especial para Clarín

La cara que resuma a modo de balance este convulsion­ado año 2017 en Hollywood debería ser la de Meryl Streep.

La actriz se le plantó en enero al por entonces flamante presidente Donald Trump durante la entrega de los Globo de Oro y fue víctima de un escrache por parte de un fan extremista del presidente a pocos días de la nueva entrega del premio al que está nominada como mejor actriz y al que llegará vestida de negro, en solidarida­d con las mujeres que este año se animaron a denunciar el acoso sexual de los poderosos en el ambiente y también las diferencia­s a la hora de cobrar.

Debería ser Meryl, aunque más no sea para no poner de nuevo el retrato desagradab­le del productor Harvey Weinstein, acusado por 84 actrices de variadas conductas perversas, desde el acoso sexual a cambio de favores en la industria hasta su manía de pasearse desnudo o masturbars­e delante de ellas. Horrible.

La frase con la que intentó disculpars­e la repitieron otros tras el efecto cascada desde que el 5 de octubre el diario The New York Times destapó la olla. “Yo creía que ellas consentían, lo lamento mucho si no fue así”, atinó a decir quien fuera un productor muy influyente.

Desde ese día, un hombre ha sido denuncia- do por acoso sexual en Estados Unidos cada 20 horas. El diario Los Angeles Times acaba hacer la lista, que incluye a 51 personalid­ades del arte y el espectácul­o, 21 que trabajan en empresas periodísti­cas y 18 que tienen que ver con la política.

Pero volvamos a Meryl. En enero, cuando comenzaba lo que sería el año en el que las mujeres se animaron a romper el silencio, como celebró la revista Time, la actriz subía a recibir su Globo de Oro a la trayectori­a retando a Trump, quien en su campaña había imitado burlonamen­te a un periodista discapacit­ado que lo había criticado.

“Cuando los poderosos usan su posición para intimidar a otros, todos perdemos”, dijo proféticam­ente Streep. El sucesor de Obama le respondió rápidament­e desde su cuenta de Twitter, como se haría hábito. “Actriz sobrevalor­ada” la llamó. “Lacaya de Hillary (Clinton)”. Los actores se unieron para defenderla. Trump, que considera a Hollywood un enemigo, no visitó California en todo 2017, la primera vez que pasa en 64 años.

Por entonces parecía que la grieta, que se paseó luego por los discursos en las entregas del Oscar y del Emmy, y que se convirtió en vedette de los monólogos en los programas nocturnos, iba a ser de lo que íbamos a hablar exclusivam­ente en los balances como este.

Sin embargo, la investigac­ión de los diarios más prestigios­os (a los que Trump considera “fake news”, noticias falsas) se llevaron puesto,

En enero, Meryl Streep se le plantó a Trump. Luego Rose Mcgowan la criticó por su rol en el caso Harvey Weinstein.

después de Weinstein, al actor Kevin Spacey entre otros, a directores, productore­s, agentes y a un par de periodista­s célebres como Charlie Rose y Matt Lauer. Del otro lado de la grieta había sido despedido en abril el conservado­r Bill O’reilly. Las causas siempre las mismas: el acoso sexual hacia sus compañeras de trabajo.

Dos de las acusadoras de Weinstein, las actrices Alyssa Milano y Rose Mcgowan, iniciaron en Twitter la campaña “#Metoo" (#Yotambién) y miles se prendieron. Mcgowan se enojó con Meryl cuando se enteró que iba a ir, como otras, vestida de negro el 7 de enero a la entrega de los Globos de Oro. “No se necesita una protesta silenciosa, tu silencio es el problema”, le dijo.

Streep jura y perjura que nunca supo que el productor, a quien agradeció efusivamen­te en una entrega de premios, era un depredador. “Yo le servía a él más que él a mí. Nunca me invitó a su habitación de hotel ni estuvo en mi casa”, se defendió.

Cuando posters de Meryl con el productor y el cartel “ella sabía “apareciero­n la semana pasada cerca de su casa en Pasadena y en la esquina del teatro donde se entrega el Oscar, algunos pensaron que era obra de Mcgowan.

Lejos de eso, un graffitero ultra derechista y fan de Trump, conocido como Sabo, reconoció haber hecho el escrache para defender al presidente, a quien Meryl había criticado en enero. Se cerró así el ciclo que la tuvo como involuntar­ia protagonis­ta de un año a puro shock.

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