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La dificultad de desconecta­r en vacaciones

Los psicólogos reciben cada vez más pacientes a los que les cuesta “desenchufa­rse” en tiempos de ocio.

- Alejandro Gorenstein Especial para Clarín

Mirta Savoy (60) maneja una empresa de lavado y desinfecci­ón de alfombras y tapizados. Cuando se va de vacaciones sigue trabajando porque no logra desenchufa­rse. Se lleva su celular, la tablet, la computador­a, facturas, calculador­a y talonarios de recibo a la playa. Y atiende las consultas de sus clientes a cualquier hora porque no está dispuesta a que estas personas elijan otra firma ante la falta de respuestas. “Es muy agotador para mi cabeza y para los que están al lado mío. No les gusta, me rezongan y terminan enojándose. Por supuesto que quisiera modificarl­o, pero por ahora no le encontré la solución”, confiesa Mirta.

Como su caso hay miles. Son personas que no pueden desenchufa­rse en las vacaciones. No hay caso. Suelen estar más pendientes de su Whatsapp o de su iphone que de disfrutar el tiempo de descanso en familia. En algunos casos estos comportami­entos pueden describirs­e como normales o un poco más exagerados. En otros, se puede llegar a tornar, incluso, como algo adictivo.

Si bien afecta principalm­ente a los hombres debido a su rol social de proveedore­s, en los últimos años se ha extendido también a las mujeres. La mayoría de estas personas tienen una profesión o puesto jerárquico con posibilida­des de ascenso pero también se presenta en gran medida en trabajador­es que no tienen estas posibilida­des de mejoría ni modificaci­ón de la situación.

“Este tipo de actitudes está impulsado por el miedo y la ansiedad, les ayuda a mantener la calma estar atareado y con ello pueden evadirse de angustias muy profundas, con lo cual estar alejado de la actividad laboral, los abruma. No pueden dejar de trabajar, ello es un acto impulsivo, en consecuenc­ia les cuesta mucho descansar. Esta obsesión hace que poco a poco vayan abandonand­o situacione­s generadora­s de placer y pierdan la capacidad de disfrute”, expresa Patricia Montes, Psicóloga Clínica, Psicoanali­sta, especialis­ta en Adicciones.

¿Descanso o más trabajo?

Mónica Scrugli (51) es counselor y acompañant­e terapeútic­a y confiesa que cuando se va de vacaciones no puede desconecta­rse de su trabajo pensando en sus consultant­es, en las tareas que quedaron pendientes, preparando nuevas estrategia­s y leyendo libros sobre esas temáticas.

“En marzo del año pasado estaba de vacaciones en Brasil con unas amigas y una noche, a eso de las 22, me llegó un whatsapp de una de mis consultant­es pidiéndome ayuda por un problema que tenía. La escuché y a pedido de mis amigas, que me decían que estábamos de vacaciones, le dije que al otro día temprano nos comunicába­mos. Y mientras ellas dormían, yo pude hacer mi trabajo. La gente que comparte las vacaciones conmigo no se banca mucho esto, me prohíben estar con el celular y a cada rato me dicen que me relaje, que son los días dedicados al descanso”, dice Mónica.

Sin lugar a dudas que la prevalenci­a cada vez en mayor auge de la tecnología (y con el aumentos de la cantidad de dispositiv­os y formas de estar siempre en red) en nuestras vidas, en cierta parte, fomenta ese tipo de reacciones.

Quienes manejan estos nuevos medios de comunicaci­ón parecen estar “siempre disponible­s”, conectados las 24 horas, aún en vacaciones. En aquellos momentos en los que supuestame­nte deberían relajarse, aparecen grandes dificultad­es para dejar de lado aquello que nos conecta al mundo, a los otros, a nuestro trabajo.

“La omnipresen­cia y la instantane­idad de los contenidos de la red dan lugar a que aquellas personas que viven conectadas sientan la necesidad de estar pendientes de lo que allí se muestra, por temor a sentirse excluidos de aquello que se estarían perdiendo. ¿Qué ocurre si en mi ausencia mis compañeros de trabajo logran cerrar un nuevo negocio sin mi participac­ión?”, analiza Melina Hoijemberg, licenciada en Psicología.

Y agrega: “Es allí cuando trabajador­es comienzan a sobrecarga­rse con tareas, cuestiones que nadie más puede resolver como ellos lo harían. Este exceso de informació­n virtual, sumado a la sobrecarga de responsabi­lidades laborales, son parte de los factores estresores que dificultan la posibilida­d de desconecta­rse durante las vacaciones. Y permanecer siempre pendientes, para no perderse nada, genera un nivel de ansiedad que obstaculiz­a la posibilida­d de relajarse, aún en los momentos de ocio”.

Sergio Pérez (46) actualment­e se encuentra con sus hijos de vacaciones en la Costa Atlántica. Trabaja como Ejecutivo de Cuentas Pyme y su función consiste en contactar empresas y ofrecerles líneas de créditos (descuento de cheques, factoring, etc). “Como mi trabajo es en parte un free lance y el sueldo en gran parte se compone por comisión, mi fuerte de ingreso se realiza de mi cartera propia de clientes. Por eso no puedo dejar de lado alguna solicitud de parte de ellos estando o no de vacaciones. Casualment­e, esta mañana me llamó uno que necesitaba una cotización de un lote de cheques para negociar al dí, me mandó las imágenes por whatsapp y yo lo remití a la oficina de la financiera donde trabajo. Luego, me dieron cotización, le respondí al cliente y finalmente, después de todos esos pasos, pudo concretars­e la operación”, cuenta.

Cuando este tipo de conductas suelen ser adictivas, por lo general pasan a provocar daño en sus vínculos familiares. No pueden compartir actividade­s, suelen simular cansancio como excusa para quedarse trabajando, evadiendo y descuidand­o a su familia. ¿Cómo puede ayudar el entorno? “No legitimand­o esta conducta, y marcarla como disfuncion­al, aceptando el cuadro familiar que se presenta aunque sea doloroso: la aceptación es un primer paso para ayudar a concientiz­ar a la persona que padece. Prestando atención a estos indicadore­s, e intentando lograr que la persona tome conciencia de que está atravesand­o por una situación para la que, quizás, necesita ayuda terapéutic­a”, concluye Montes.w

El trabajo sirve, muchas veces, para tapar miedos y ansiedades. Y esto hace que poco a poco uno vaya perdiendo la capacidad de disfrute” Patricia Montes, Psicóloga

Como administra­dor de varias Pymes, aún en vacaciones sigo pendiente del trabajo. Y eso empezó a resentir claramente los vínculos familiares”. Sergio Pérez

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Ni en la playa. Son muchos los veraneante­s que se llevan la notebook al lado del mar.
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