Clarín - Clarin - Spot

Entre Messi y Tiger Woods

El cronista ni siquiera sabía de la existencia de este deporte inclusivo. Sin embargo, probó y le fue muy bien.

- Alejandro Gorenstein

Footgolf. Cuando me propusiero­n hacer la nota no tenía ni idea de qué se trataba este deporte. Lo primera imagen que se me cruzó por la cabeza fue tomando un palo de golf e intentar, fallidamen­te, ubicar la pelotita en un arco de fútbol. Nada que ver. Al rato, lo googlé y lo primero que salió fueron los programas Esto es golf, que se emitían en TYC Sports. Me metí a ver la emisión en la que participar­on “Wanchope” Ábila y “La Bruja” Vismara, que en ese momento eran figuras de mi querido Huracán. Y a partir de ahí se me fue aclarando el panorama.

El footgolf es un deporte que combina fútbol y golf, se juega en campos de golf con pelotas número 5 de fútbol en hoyos de 52 cms. de diámetro. El objetivo es introducir el balón en la menor cantidad de golpes posibles. Aquel que termine la cancha con la tarjeta con menos golpes, resulta el ganador. Nació en Holanda en 2009 y en nuestro país se practica desde 2010. Julián Curcio, presidente de Buenos Aires Footgolf, miembro de la Federación Argentina de Footgolf, me traslada en su auto hacia Área 60, un hermoso espacio de 815 hectáreas ubicado en el Km.64 de la Autovía 2. En el viaje me cuenta que la liga de Buenos Aires organiza diferentes torneos durante el año del que participan, en promedio, unas 50 personas que abonan $ 500 por fecha. Y que para “darle una vuelta de rosca” una vez que termina cada jornada realizan el llamado “tercer tiempo” donde disfrutan de un almuerzo (con entrada, plato principal y postre) mientras se entregan los trofeos y medallas a los ganadores.

Cuando ingresamos al vestuario, Julián me entrega un bolso de mano blanco con la inscripció­n BAFG y lo primero que saco es una chomba blanca con líneas verdes y naranjas que forman cuadrados. Cuando me la pongo me sorprendo al observar que en la parte trasera figura mi nombre y apellido. Un mimo que no me esperaba. Después recojo unas medias negras y el tradiciona­l gorro de los golfistas, en este caso uno de color verde y blanco. Todo haciendo juego.

Al salir del vestuario, lo primero que siento son los 38 grados a la sombra. Cuando levanto la cabeza contemplo un hermoso paisaje, que incluye un extenso lago a la derecha, que denota sensación de paz. Comenzamos con el hoyo 1, par 5. Julián me explica que se trata de un hoyo muy complicado porque por más fuerte que le pegue a la pelota será imposible que se acerque a la banderita blanca, ubicada a unos 220 metros. La idea era rematar hacia un descanso que había a la izquierda, el “lugar más noble para seguir jugando”. Estoy a punto de efectuar mi primer tiro de footgolf. Me concentro. Le pego con la pierna derecha y el disparo va en dirección hacia el lugar que él me había sugerido. “Fue un tirazo, porque pasaste los primeros obstáculos que tenías y eso es muy complicado, arrancaste bien y eso es bueno”, me dice. En ese momento mi autoestima está en un nivel altísimo, aunque en el segundo tiro no corro con la misma suerte: el disparo, muy lentamente, toca el agua. Por lo tanto, tengo que dropear, que significa mantener la bola con el brazo extendido horizontal­mente a la altura del hombro y dejarla caer. Eso fue lo que hice, pero al penalizar recibí un golpe de multa. El siguiente tiro fue bastante bueno y me acerqué bastante al hoyo. Finalmente, Julián acertó primero en su sexto golpe y yo recién lo hice en el octavo. En ese momento me di cuenta que también está jugando Ricardo, aunque alterna los remates mientras saca fotos y se traslada en el carrito para armar el siguiente hoyo.

Tengo la revancha al alcance de mi mano. Hoyo 2, par 3. La banderita blanca está ubicada a unos 80 metros. Mi primer tiro es muy bueno y se acerca bastante a la zona del hoyo. Con el tercer golpe logro colocar la pelota a 15 metros. Es el momento del cuarto golpe. Me paro de frente a la pelota. Miro hacia la bandera. La visualizo no tan lejos. La idea es colocarla, “peinarla”. Como si se tratara de un pase de “El Pato” Toranzo. Y sí: es un muy buen tiro para un principian­te. La pelota queda a apenas 50 centímetro­s del hoyo. “Si estuviéram­os jugando un torneo en esta situación se diría 'está dada', porque no hace falta introducir el balón”. Sin embargo, quiero vivir la sensación de ver entrar la pelota en el hoyo. La acaricio con la pierna derecha y entra suavemente. Y sí, aunque me cueste creerlo, les gané a dos profesiona­les de este deporte con tan solo 4 golpes. Estaba eufórico y, después de todo, no era para menos.

Ya sin tanta presión y segurament­e relajado por haberme consagrado en la vuelta anterior, jugamos tres hoyos más en los que no tuve la misma suerte. Sin embargo, me voy con la sensación de haberme divertido más de lo esperado y con la certeza de que en algún momento, sin dudas, voy a repetir la experienci­a.

 ?? MAURICIO NIEVAS ?? Está dada. Cuando la pelota está a menos de 50 centímetro­s del hoyo, se cuenta como que entró. Igual, el cronista se dio el gusto.
MAURICIO NIEVAS Está dada. Cuando la pelota está a menos de 50 centímetro­s del hoyo, se cuenta como que entró. Igual, el cronista se dio el gusto.
 ??  ?? Rodeado. El cronista de Spot, con directivos del Footgolf.
Rodeado. El cronista de Spot, con directivos del Footgolf.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina