“Me rompo el lomo trabajando, pero tuve mucha suerte”
Es el productor de "Musas", el álbum de Natalia Lafourcade que mañana compite por un Grammy.
El domingo se celebrará en el Madison Square Garden de Nueva York la edición 60 de los premios Grammy, que será seguido con emoción y esperanza por una pequeña y unida familia de artistas de San Telmo: los Alara.
Ezequiel, o Cheche, como se lo conoce en todos lados, hijo único de esta familia, está nominado al Grammy por el Mejor Disco de Pop Latino como productor de Musas, álbum en el que Natalia Lafourcade homenajea al folclore latinoamericano junto al dúo Los Macorinos. En 2017, el álbum obtuvo el Grammy Latino al Mejor Álbum Folclórico y ahora competirá con los últimos lanzamientos de Shakira o Juanes.
El periplo de Cheche haste presente es digno de contar. A sus 14 años fue convocado como pianista por Marikena Monti; luego forma- ría parte de la Creole Jazz Band y de la banda del Café Tortoni, y además fue parte de musicales como Calle 42 y Drácula. A los 18 años le llegó la oportunidad de estudiar en la escuela de Berkeley, y luego viajó a hacer un máster de jazz en Los Ángeles, donde vive desde entonces.
“Nunca tomé la decisión de quedarme en L.A., pero apenas llegué a cursar, comencé a trabajar mucho. Toqué salsa, jazz, merengue y tango en fiestas, cumpleaños y eventos. Eso me dio mucho oficio. Conocí la calle. Allá hay un alto nivel de sana competencia en lo que hago. No es fácil, pero a mí me encanta porque me mantiene en forma. Antes de irme no estaba entusiasmado por esa cuestión muy Argentina de prejuicio contra los Estados Unidos”.
Cheche, nacido en 1973, gesticula con energía. Es un tipo positivo por naturaleza, condición que le ayudó a sobrellevar el hecho de vivir lejos de su hogar. “Aunque ya tengo mi propia familia en Los Ángeles, siempre extraño a mis viejos y a mi casa.
Pero prefiero darle una vuelta de rosca a la cosa y disfrutar al máximo lo que me da cada ciudad ¡No voy a pretender comerme un súper asado en Los Ángeles!”, explica.
En lo profesional, su camino ascendente fue de vértigo. En 1998 Cheche atravesó un proceso que le mostró el funcionamiento de toda una industria. “A los 25 empecé a trabajar con Cristina Aguilera. En seis meses pasamos de que nadie supiera quién era a que fuera una número uno en todo el planeta. Ahí pensé: 'Tengo que aprovechar esto para aprender'. Fue un proceso muy enriquecedor. Comencé tocando el teclado y terminé co-dirigiendo la banda. Siempre tuve ‘hambre’ de otras cosas: arreglar, dirigir shows en vivo y luego composición para cine y televisión, que es algo que llegó después”, recuerda.
A partir de eso se le abrieron muchísimas puertas: al tiempo empezó a tocar con Destiny’s Child, donde estaba Beyoncé, a quien Cheche ya conocía. Inmediatamente, le surgió la oportunidad de dirigir el
Unplugged de Alejandro Sanz para MTV. “Para mí fue tremendo. En la banda había músicos de los que yo era fan. Me rompo el lomo trabajando, pero al mismo tiempo tuve mucha suerte”, reconoce.
De ahí en más, su currículum se llenó de proyectos (y nombres) impactantes. Trabajó como director con Caetano Veloso, Shakira, Mike Patton y Placido Domingo y dirigió las bandas de los Grammy (Ver recuadro Una elección..) y de los American Music Awards en varias oportunidades, así como las de los más populares “late shows” de la televisión estadounidense y las finales de
American Idol.
“Pude armar un muy buen equipo de trabajo y ocuparme de la producción, arreglos, dirección y ejecución de trabajos musicales gracias a que como argentino también llevo ese ADN multiuso tan característico de nuestra cultura. Mi idea es siempre llevar los proyectos al límite de lo que pueden ser. Los artistas realmente buenos tienen la apertura para considerar ideas ‘locas’, toda etapa de un proyecto es buen momento para probar cosas nuevas”.
Sin querer, Cheche parece definir su filosofía en esa frase, la cual lleva a cabo desde que se subió a un avión con 18 años y un destino desconocido y fascinante.