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ARTURO PÉREZ-REVERTE

En “Eva” continúa la saga del aventurero Lorenzo Falcó, machista, violento y mujeriego, en el marco de la España de la Guerra Civil. “Si viviera hoy, sería un personaje insoportab­le y nefasto”, reconoce el autor.

- Patricia Kolesnicov pkolesnico­v@clarin.com MADRID. ENVIADA ESPECIAL.

Entrevista en Madrid al escritor, que con “Eva”, su nueva novela, continúa la saga del aventurero Lorenzo Falcó en plena Guerra Civil Española.

“Yo no veo que el que una mujer que use su coño con facilidad sea algo negativo”, dirá en un rato Arturo Pérez-reverte hablando rapidísimo, como si no le alcanzara la vida para decir todo lo que quiere. “Una mujer puede ser fácil si ella quiere, puede usar su coño con toda libertad”, subraya, enfatiza, sentado en el hall de un hotel de Madrid.

Novelista exitoso, ex periodista de guerra, a Pérez-reverte le gusta provocar y es un espadachín de las redes. Se ríe -lo acaba de hacer hablando con una bella señora que vino a saludarlo y a recriminar­le que no la visite- de que le digan “machista” y “misógino”. Se ríe y, a decir verdad, también se enoja, aunque a cada rato hace algún apunte que un poquito irrita.

Pero lo que acaba de decir, lo del coño, tiene que ver con una discusión sobre el lenguaje. Pérez-reverte es parte de la Real Academia Española y estamos en pleno debate por una acepción de la palabra “fácil” que aprobó la Academia: “Dicho especialme­nte de una mujer: que se presta sin problemas a mantener relaciones sexuales”.

-¿Estuvo al tanto de la discusión?

-El diccionari­o no dice qué es bueno y qué no. El diccionari­o recoge el uso de las palabras. Hay otra cosa: no sé por qué “mujer fácil” tiene que ser peyorativo. Joder… ¿Una mujer debe ser difícil? ¿La buena es la que está en su casa, la que no sale?

Es lujoso el hotel, palaciego. Y aunque hablará de lo que le pregunten -menos de Cataluña, ahí pasapérez-reverte no ha venido para discutir sobre las palabras sino para hablar de Eva, su última novela. A pesar de su nombre, el libro no está protagoniz­ado por una mujer sino por Lorenzo Falcó, un espía que trabaja para los franquista­s y que apareció en su libro anterior Falcó.

No falta mucho para que Pérezrever­te diga que “nadie pone lo que tiene” y que, aunque “hombre, yo no soy Falcó”, algo de este señor alerta hay en el espía: “Falcó tiene cosas mías, evidenteme­nte. Sobre todo lo que tiene es una mirada. ¿Sabes qué pasa? Yo durante muchos años viví en un mundo muy duro. Fui reportero de países en guerra”.

En fin que Falcó, el personaje, es bueno para las peleas y ganador con las mujeres: a ellos les pega, a ellas las seduce y así transcurre la primera mitad del libro. Es la Guerra Civil Española y el espía llega a Tánger con una misión: tratar de que renuncie a su trabajo el capitán de un barco republican­o que trata de ir hacia Moscú cargado de oro. El oro que la República quiere preservar de Franco y los suyos, por si acaso ganan. Un destructor cierra la salida del barco pero Falcó intentará hacerlo “por las buenas”: a través del soborno, la intimidaci­ón o un poco de cada cosa. Eva -la espía rusa a la que ama desde la novela anteriores­tará del lado de enfrente.

-Ella aparece hacia la mitad de la novela y todo cambia: ese personaje que golpea a los hombres y se acuesta con todas las mujeres se matiza.

-Esa era mi intención, claro. No es casual. Cuando llevas treinta años escribiend­o novelas, tus novelas pueden tener errores, pero no casualidad­es.

-Más allá de las atraccione­s, los odios, los amores, la Historia atraviesa la vida de los personajes, como segurament­e nos pasa a todos. La novela parece remarcar esto: cómo somos construido­s por lo político.

-Yo no quería meter la Historia en el libro. La Historia es el telón de fondo, por el que pasan los personajes. Yo no explico: “Los nazis, en su momento… Alemania, la guerra…” No, no. Van surgiendo al hilo de la acción referencia­s, personajes, pero no profundizo… Si el lector quiere saber, que se vaya a Wikipedia.

-Es más que un telón de fondo, la Historia define a los personajes y sus destinos.

-Evidenteme­nte, porque para mí la Historia es fundamenta­l. En todos mis personajes ocurre, en todos ellos: todos son fruto de un momento de la Historia. No son novelas históricas casi nunca, aunque algunas tengan su apariencia. Pero es cierto que la Historia es la que condiciona personajes y actitudes. Un ejemplo: Falcó ahora sería un personaje insoportab­le. Falcó, en el año 2018, sería intratable, nefasto. Yo no podría escribir sobre él ahora. Sería un personaje, digamos, repugnante.

-¿Por qué?

-En el año 37 es un personaje lógico. Es decir, su actitud ante las mujeres, su forma de vestirse, de comportars­e, su visión del mundo correspond­en al año 37, no al 2018. Es un error enorme mirar el pasado con ojos del presente. Hay una especie de revisión estúpida de la Historia que quiere ver, ahora, a Hernán Cortés o a los que mataban indios en la pampa, o a los que conquistar­on América, con mirada de ONG del siglo XXI. Y eso es una estupidez, no funciona. Un hombre, un espía, un asesino, un seductor del año 37, se comporta de una forma muy diferente a la de un seductor de hoy. Por eso es para mí muy importante que el lector lo mire con ojos de entonces y para eso hago un gran esfuerzo de ambientaci­ón. Manejo libros de moda, revistas de la época, películas de entonces, libros de memorias, de viajes, todo lo vinculado con la época.

-¿Y lo que pone de usted en Falcó?

-Su vida no es la mía, su cinismo no es el mío, su crueldad no es la mía, su actitud con las mujeres no es la mía, pero es cierto que nadie pone lo que no tiene. Igual que Jorge Fernández Díaz no puede crear Remil sin meterle algo suyo dentro, yo no puedo hacer un Falcó sin las cosas que he visto. ¿Sabes qué pasa? Durante muchos años viví en un mundo muy duro. Fui reportero de países en guerra. Desde los 18 años que vivo en hoteles. Vivo fuera, vivo en

Cuando Falcó ejerce la violencia o la ve ejercer, no es teoría. No lo aprendí de las películas ni de los libros. Lo he vivido.”

un mundo parecido al de Falcó, como periodista. Entonces eso me da una mirada, y esa mirada sí se la he prestado a Falcó, esa especie de desconfian­za hacia los seres humanos, esa especie de crueldad técnica. Yo no imagino a algunos novelistas escribiend­o Falcó, porque Falcó está muy lejos de su mundo. O sea, yo he peleado… he peleado a…

-Trompadas…

-A navajazos, cuando tenía 20 años.

-¿A navajazos?

-Navegaba en un barco mercante, trabajaba en puertos, en burdeles. Yo he vivido situacione­s a las que ahora me llevo a Falcó. Cuando Falcó ejerce la violencia o la ve ejercer, cuando Falcó se comporta con crueldad ante cosas, no es teoría ¿sabes?, no lo aprendí de los libros ni de las películas. Lo he vivido.

-¿Por qué se peleaba?

-El mundo en que vivía era un mundo bronco: periodista­s, guerras, putas, viajes, hoteles, burdeles, bares, borrachera­s, todo iba incluido en ese mundo fascinante, por otra parte, que viví con veinte años. Mundo de aventura, de amigos, de viajes, de chicas. Empecé a viajar en los años 70. No existía ni el SIDA todavía. Fijate, un joven de veinte años viajando por todo el mundo. Por Asia, por África, por América, guerras en el Salvador, Nicaragua, Angola, Molas zambique, guerra de Filipinas, burdeles de Bangkok, en Saigón, de Beirut. Sobreviví a eso. Y conocí a asesinos, he visto torturar...

-¿Vio torturar?

-Sí, no lo revelo ahora. En Angola, en el año 77, 76, vi torturar. Y vi violar en el ‘77 en Eritrea. No lo hice yo, lo vi hacer ¿Por qué lo vi? Pues porque estaba ahí. ¿Por qué no hice nada para impedirlo? Yo no era nada para parar aquella locura. Luego todo eso me sirve cuando construyo una situación de violación en mis libros.

-¿Pero usted lo quiere a Falcó?

-Sí, sí. Lo comprendo. Yo tengo dos héroes que son perfectame­nte identifica­bles. Uno es Alatriste, que es el soldado que ha tenido fe, que tiene una dignidad, un honor, y mantiene unos códigos. Y después está Falcó, que es el tipo amoral, el sinvergüen­za, el vividor, el aventurero, el tipo al que el peligro, como dicen en España, se la pone dura… ¿Comprendes?

-Sí, cómo no voy a comprender.

-Es un tipo al que todo ese mundo - mujeres, la acción, el peligro- lo excita, lo estimula. Yo a Alatriste le confiaría mi hija, mi dinero, mi vida… Pero con Falcó me iría de juerga. Las mujeres se enamoran de los Alatristes, pero se van a la cama con los Falcós.

-Pero Falcó se ablanda con Eva.

-Porque nadie es compacto. Yo no soy un tipo blando. Sin embargo hay cosas que me enternecen, a mí los perros me emocionan, me pueden hacer llorar.

-Usted tuvo esa vida pero hace mucho que es un hombre mimado.. mire este hotel.

-Bueno, soy mimado, pero… Primero, nadie me ha regalado nada. En segundo lugar, este es el botín de muchos años de peligros y aventuras. Y después hay otra cosa: ya no me pego con nadie, afortunada­mente, pero sigo navegando y el mar sí es un lugar duro. Cuando voy al mar, allí no me mima nadie. Ahí el mar te pega. He visto irse al carajo tantas cosas que tengo siempre una especie de escepticis­mo. Saber que en cualquier momento esto puede cambiar, esto puede arder, puede hundirse la cúpula, pueden venir los malos. Entonces nunca me duermo confiado, siempre voy mirando donde va a soplar el viento malo. Sigo estando alerta. Sé que el mundo es un lugar peligroso. Y que uno mismo puede ser tan peligroso como cualquiera.

-¿Uno es peligroso?

-Si quiere..

-¿Y por qué querría serlo?

-No, no quiere. Pero cuando tú vas por el mundo…descubrí que yo podía ser tan peligroso como cualquiera. Si él puede hacerme daño, también puedo hacerle daño yo. Entonces, bueno, por qué he de tener miedo, y no me van a tener miedo a mí. Pues una botella, un vaso roto, unas gafas, un bolígrafo, todo es un arma. Esto -muestra una birome- es un arma, en un ojo, en la oreja…

-Veo las calles llenas de banderas españolas, supongo que como una afirmación frente al independen­tismo. ¿Cómo habría sido este país si hubieran ganado los republican­os?

-Creo que si hubieran ganado, hubiera ganado el Partido Comunista, que era el único partido con disciplina, el único fuerte. Y hubiera sido una dictadura pero de izquierdas. No había posibilida­d de una república liberal, era imposible. Durante la guerra esa posibilida­d murió. Solamente quedaba la alternativ­a de una dictadura. Era una u otra.

-Usted vivió la adolescenc­ia durante el franquismo. ¿Cómo fue?

-Vengo de una familia liberal acomodada, que viajaba, que leía, con una gran biblioteca. Me educaron como europeo. Eso es Platón, es Aristótele­s, es Homero, es Roma, es Grecia, es Hegel, es Stendhal, es Balzac, es Dostoievsk­i, es Dickens. Para mí el mundo era eso. España es un lugar. Aunque mi padre y mi abuelo habían luchado con los republican­os, eran del bando perdedor, yo no crecí aplastado por el régimen sino sabiendo que la biblioteca es una puerta al mundo. El franquismo era un paréntesis. Franco para mí era un payaso que estaba ahí, y que un día se iría. Y punto. ¿Me explico?

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M. E. CERUTTI En el campo de batalla. “Por años viví en un mundo muy duro, como reportero de guerra”, señala al explicar parte de la experienci­a que lo llevó a crear sus personajes.
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 ??  ?? Eva. Editorial Alfaguara. 400 páginas. 449 pesos.
Eva. Editorial Alfaguara. 400 páginas. 449 pesos.

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