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Un servidor Joan Manuel Serrat

De paso por Buenos Aires, “El Nano” cantó en el Colón y en la Plaza Vaticano, y se prendió al debate por la despenaliz­ación del aborto. De su primera visita, en 1969, a este presente el amor sigue intacto: continúa agotando las entradas para sus shows.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Qué no está extinguido de aquella Argentina que visitó por primera vez a los 25. Caño 14, “El Gordo” Troilo y hasta el millón de pesos que donó en mano a Pepitito Marrone para el Sindicato Argentino de Variedades. Tampoco queda demasiado rastro de esa otra Argentina a la que volvió llorando hace 35 años, tras el exilio. Aquel día bajó del avión, firmó Long-plays, cruzó a Carlos Monzón y a Sandro. Y comió ñoquis en Fechoría.

Efecto Nano: 50 años de visitas y los que se topan con el “ya no hay más localidade­s” lloran en la vereda

del Colón como locos bajitos. Medio siglo: shows en el Luna Park. En el Ópera. En la Bombonera. En Gimnasia y Esgrima de La Plata. En la represa del Chocón. En Las Toscas de Mar del Plata. En la Plaza del Congreso. En la Plaza Vaticano. No se conforma. Es que creció con una frase materna: “El que llega hasta donde puede, no está obligado a más”. Puede más: pasada su presentaci­ón en el festival sinfónico Los únicos, se agotaron las entradas de dos funciones que realizará en octubre en el Gran Rex.

Joan Manuel Serrat sigue siendo “burrero”. Ojo clínico para la cuestión ecuestre. Lo confiesa una fuente que lo lleva al hipódromo cada vez que puede. Y que lo pasea por San Telmo para saciar su hambre de mollejas.

El piso del Hotel Panamerica­no es un tablero de ajedrez. “El Noi del Poble-sec” pisa como rey entre alfiles. Alguien avisa que tendrá que hacer “la foto de tapa”, pero él considera que no luce “la mejor chaqueta”. Cualquier atisbo de mal humor se desdibuja del entrecejo de Joan en seis segundos. Tal vez esa sea la gran virtud a los 74: mantener la diplomacia. Aún cuando no quiera que le pregunten por Mauricio Macri. O por la coyuntura política. -Cuando el público te pedía “Bis”, en el Colón, decías: “Las ganas son más grandes que las posibilida­des”. ¿Cómo te sentís físicament­e? -Lo decía porque la gente debía saber que no tenía más canciones listas con orquesta sinfónica que estuvieran ensayadas. Este tipo de concierto hay que prepararlo con mucho cuidado. No hablaba de posibilida­des físicas. Creo que me muevo igual de mal que antes. (Se ríe). Nunca he sido muy habilidoso. -¿Sentís que cambió tu voz?

-Creo que sí. Es normal. La voz a fin de cuentas es un mecanismo, pero también es una respuesta del organismo. Supongo que lo que canto y cómo lo canto no tiene la misma exigencia que la de un cantante lírico, así que mis posibilida­des y mi realidad nos llevamos bastante bien. -¿Y cómo te llevas con el nuevo esquema de la industria? Nuevas plataforma­s y formas de comprar música, compra de canciones sueltas… -Con la tecnología siempre me llevé bien y pienso seguir haciéndolo. Con lo que no me llevo bien es con los usos que de ella se puede hacer. Me parece fantástico, por ejemplo, poder disponer de un aparato para poder hablar. Lo que me parece terrible: llevar el teléfono fundido en la mano. Me pregunto qué ocurriría si en un

momento determinad­o el mundo de la telefonía móvil tuviera un shock. Se provocaría una catástrofe.

-Sabina nos decía el año pasado que desde que “las selfies se apoderaron del mundo” sale poco. ¿Te ocurre algo parecido?

- Yo vivo a pesar de ello. No creo que haya hecho una selfie en mi vida. Mi interés por el aparatito este es nulo, pero tampoco voy huyendo. Si tuviera que huir cada vez que veo a alguien con un aparatito de esos en las manos, estaría viviendo debajo de las piedras. Eso sí: no existe una cultura del respeto en este sentido.

-Acaba de sonar reggaeton en este hotel. ¿Te enoja la precarizac­ión de las letras, la vulgaridad de los sonidos? Estamos invadidos…

-Pero eso no es obligatori­o. Es muy voluntario. Te puedes ir del lugar. Vivimos en un mundo de opcionalid­ad muy grande. Yo estoy bastante a favor de los jóvenes. Pienso que las nuevas generacion­es son estupendas, pero tienen un mundo que les encoge los sueños. El hecho de que sean jóvenes, no significa que sean más tontos que los adultos.

-¿Y cómo hacer para que se acerque a tu música un chico de 15 años, si no “hereda” el repertorio?

-Si no les interesa, que no vengan. Yo nunca busqué al público. Hago bien mi trabajo y si les interesa, vendrán. No corro detrás de nadie. Si no he corrido antes, ahora tengo menos posibilida­des de correr tengo.

-Llegaste al país en un momento en que hay un debate muy fuerte sobre la despenaliz­ación del aborto.

-El tema ha sido muy polémico a lo largo de muchos años. Y seguirá siéndolo en la medida de que algunas institucio­nes sean reacias a legalizarl­o. Creo sinceramen­te que la mujer es dueña de su cuerpo. Ella sabe mejor que nadie cómo manejarlo. Y respecto a la violencia de género: siempre ha existido. Ha sido terrible la normalidad con la que sociedad ha visto el machismo. Realmente el papel de la mujer en la sociedad está muy por encima de las recompensa­s que recibe. Creo que si responsabi­lizaría en la crianza a alguien, responsabi­lizaría más al padre que a la madre.

-¿Por qué?

-Hablo de mi madre, consciente del papel de mi padre. En ningún momento he colocado a mi padre en diferente lugar porque mi padre nunca colocó a mí madre en diferente lugar. Entendemos la relación familiar de acuerdo a lo que vemos: yo vi que hombres y mujeres crecíamos y avanzábamo­s juntos.

-Se decía que iba a recibirte el Presidente Mauricio Macri. El encuentro nunca se produjo. ¿No quisiste ir o no existió la cita?

-No hubo ninguna cuestión de desaire como he leído. Ocurrió que yo tuve un pequeño accidente domestico y tuve que atenderme de una rodilla. Yo sólo vine a hacer mi trabajo… Punto y aparte. En 2003 Joan Manuel declaraba: “Creo que es bien interesant­e la confianza que le depositaro­n a Néstor Kirchner”. Hoy evita con elegancia rozar la política. Prefiere volver al año mágico (1969), primer aterrizaje, a bordo de Aerolíneas. Ojos espejados y trance: pregunta por su admirado “Rojitas” (Ángel Clemente Rojas) y por “El Muñeco” Madurga. Recuerda las generosas contrataci­ones de Samuel Tomás Yankelevic­h. Extraña a Roberto Fontanarro­sa y a Pipo Mancera.

“Cuando descubri la Argentina me deslumbró esa época activa de ebullición social y política argentina. Yo venía de una España oscura. Recuerdo que con Sandro trabajamos en Sábados de la bondad”, se emociona. “En Sandro yo vi por primera vez de manera fuerte el fenómeno de las fans. Era un tipo muy sencillo, pero no hubo una relación de amistad”. ¿Tanto pasado lo perturba o lo enternece? “No creo en la nostalgia, creo en la memoria. Es bueno tener afilada la memoria. La nostalgia no, es una planta que da muy malos frutos”.

¿Por qué volver, entonces, a revisitar el disco Mediterrán­eo a través del tour Mediterrán­eo Da Capo, que lo llevará de gira por 14 meses? “Eso no es atarse al pasado. Es un divertimen­to para mí. No es un rescate a lo perdido. Sino sencillame­nte es volver a juntar una serie de canciones que constantem­ente he seguido cantando. Pero no hay una voluntad de rescatar un tiempo como si aquel fuera el único tiempo válido”.

Mensaje a Messi antes de Rusia

En noviembre de 2017 Serrat abandonó el bajo perfil y escribió una carta al Presidente del Barcelona , Josep Maria Bartomeu. Intercedía con su prosa por la continuida­d de Lionel Messi en el club. Resuelto el asunto, proponemos enviar un mensaje al “Lio” pre-mundial. “No sé si lo que yo le hubiera dicho es lo mejor para la Selección argentina”, se ataja

-En Rusia Messi va a tener que lidiar, tal vez, con el peor nivel de presión argentina hasta ahora vivido. Muchos creen puede ser su última chance en un Mundial...

-Tampoco sé si es su última chance. Él no ha tenido suerte en su relación con la Selección, y la Selección tampoco ha tenido suerte en los últimos años en lo que respecta a los éxitos. Han tenido grandes directores técnicos, extraordin­arios jugadores distribuid­os por el mundo. Y, sin embargo, eso no ha conseguido cuajar.

-¿Creés que muchos argentinos fueron despiadado­s con él?

-Messi no ha tenido la confianza global acorde con lo que él es. ¡Es el mejor jugador del mundo y en algunos momento han pensado que era alguien que se podía excluir! Y creo que excluir a Messi es un acto si no de irresponsa­bilidad, como mínimo de soberbia. No defiendo a Messi, porque no le hace ninguna falta. Él se defiende cada día en la cancha perfectame­nte. Lo que pedí en su momento al Presidente de Barcelona era que aclarara por qué no firmaba el contrato que lo uniera definitiva­mente al club cuando tanto necesitaba­mos los aficionado­s la tranquilid­ad de saber que él estaba tranquilo.

-¿Metafórica­mente representa qué? Para Serrat Messi debe ser la metáfora de algo más profundo.

-Coincidirí­a con mi amigo Valdano en que Messi es como un muñequito de dibujos animados: va más de prisa que la realidad. Tiene una visión más rápida de cómo suceden las cosas. Sin esavisión no podría hacer lo que hace.

-Teniendo en cuenta la cercanía: ¿Tienen encuentros? ¿Viven en la misma ciudad y nunca se han encontrado a comer un asado?

-No. Messi es una persona sumamente discreta. Una de sus grandes virtudes es su discreción. Tiene una vida muy dedicada al deporte y a su mujer y a sus hijos. Él comparte muchos asados con jugadores de la plantilla. Piense que con Messi nos separan algunas generacion­es. No crea que es un detalle.

Cuarenta años de matrimonio con Candela, dos hijos, una docena de Honoris Causa, un nombramien­to como Caballero de las Artes y las Letras de Francia, más de 50 discos. Siempre aparece el lema materno: “El que llega hasta donde puede, no está obligado a más”. Por eso, sigue escribiend­o.

-¿Hay muchas canciones que escribiste y nunca vas a editar?

-Sí. Y si es así, es que deben ser muy malas.

-¿Las destruís? ¿O quedará el registro y la posibilida­d de que alguien las encuentre y edite cuando ya no estés?

-Algunas, como en Misión imposible, se autodestru­yen en cinco segundos. Lo que se encuentren se encontrará­n. No me voy a preocupar del uso que le vayan a dar.

-¿Todavía esperás poder escribir la canción más bonita y superadora de tu obra?

-Escribo para eso. Otra cosa es que lo consiga. Y otra es que si no lo consigo eso me provoque un sentimient­o de frustració­n. Vivo de esa ilusión.

Ha sido terrible la normalidad con la que sociedad ha visto el machismo. Realmente, el papel de la mujer en la sociedad está muy por encima de las recompensa­s que recibe.

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Casi porteño. Serrat ya perdió la cuenta de los aterrizaje­s que hizo en la Argentina. Se pronuncia contra el machismo y sueña con la canción más linda de su obra.
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Un argentino más. Serrat recibió a “Clarín” luego de sus dos funciones históricas en el Colón.
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JULIO JUÁREZ

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