“Es mi momento de libertad”
Martín Samanna 33 años Artista callejero
Entre clases de acrobacia y gimnasia, Martín Samanna arrancó haciendo rueda alemana hasta que, motivado por un video del show Corteo, del Cirque du Soleil, descubrió la rueda cyr. Empezó a practicarla en 2006 y fue un pionero en Argentina. “Al principio es medio frustrante, porque es algo muy solitario, pero hay que arriesgarse”, predica. “Disfruto mucho de girar y meterme en esa vorágine que te va llevando por inercia. Esa sensación está buenísima: la rueda es mi momento de libertad”.
Entre sus mayores logros está el haber trabajado en Sigmun de Hernán Piquín y en la obra Travelling, de la Compañía La Arena, que fue estrenada en el Konex y en el Centro Cultural de la Cooperación, y terminó desembarcando en París. Hace tres años Martín decidió instalarse en Barcelona y allá vive de hacer un número a la gorra todas las tardes en la plaza del Arco del Triunfo y sus concurridos alrededores. “Lo bueno de trabajar en la calle es que llegás a gente que quizás no tiene la chance de ver algo así todos los días. Pongan o no pongan plata, lo lindo es que siempre alguno se acerca y te dice que le gustó y te felicita”, reconoce. En una buena racha puede juntar 100 euros por día. Y los fines de semana gira por festivales de distintas ciudades europeas, junto a su esposa que es trapecista.
¿A qué altura está el circo argentino comparado con el europeo? “Hay un buen nivel y tenemos gente muy talentosa, pero no hay mucho laburo”, diagnostica. “En Francia, el circo tiene un lugar privilegiado y está a la altura de la música, el cine y el teatro. En Argentina no tiene tanta historia, y no hay un apoyo estatal para desarrollar una carrera. Faltan subsidios y más profesionalización”, completa. “No existe un público propio como el que va a ver obras de teatro o recitales. Hay que generarlo. Todavía está esa idea medio lumpen de que el circo es hacer malabares en el semáforo y no es así: nosotros somos artistas de circo”.