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Comer y beber en museos

Desde hace tiempo que los museos no sólo muestran obras de arte. También son un lugar ideal para disfrutar de grandes platos y tragos. Aquí un recorrido por los imperdible­s...

- Gimena Pepe Arias gparias@clarin.com

La gastronomí­a es, a su modo, un arte que nos nutre alma y cuerpo. Todos los sentidos se encienden cuando un buen plato llega a nuestra mesa. Lo mismo sucede cuando paseamos por un museo embelesado­s ante las obras en exhibición. Arte en un plato y arte en un lienzo: deleite en el paladar y en el espíritu. La tendencia no es nueva y hace un tiempo ha cobrado fuerza entre nosotros. Pero desde hace décadas, grandes museos del mundo abrieron sus puertas a postas culinarias como para nutrir el descanso visual, una escala para degustar platos que... cómo no decirlo: pintan muy bien.

En Buenos Aires también podemos darnos el gusto de disfrutar ambas muestras de arte. ¿Qué les parece dar un paseo por los museos que incluyen una buena propuesta gastronómi­ca? Estos ofrecen arte tanto en sus paredes y en sus mesas. Como diría Marta Minujín: “Arte, arte, arte”.

Desde febrero y hasta mitad de año, se encuentra Adorado Bar, en La Usina del Arte, donde esta temporada se puede apreciar la obra monumental

La cabeza de Goliat, exhibida en el país en el marco de la apertura 2018 de La Usina. La propuesta gastronómi- ca desembarcó con un nuevo formato pop-up (itinerante) de comidas dulces y saladas: un fast-food casero, fresco y sabroso. La carta, basada en productos de estación, cuenta con sándwiches de milanesa, de salmón gravlax, pollo con tomates secos, y el clásico de jamón y queso. También ofrecen wraps y ensaladas especiales. Además desayunos varios que se complement­an con bagels rellenos, tostadas con guacamole, yogurt con granola casera y buena pastelería, proponen un menú del día, siempre interesant­e y práctico.

Los golosos pueden aprovechar las diferentes tipos de tortas, muffins o cookies para acompañar el café, jugos o licuados. “Elegimos La Usina por ser un lugar único y vanguardis­ta. Esperamos replicar el formato en otros lugares para llegar a otros públicos”, aseguran Paulo Barberis y Mauro Coringrato, socios del lugar. El espacio presenta una estética cálida y descontrac­turada, con un salón que si bien no cuenta con servicio de mesa invita a quedarse y disfrutar de algo rico antes o después del programa artístico. La entrada al museo es gratuita. Funciona de martes a sábados, de 10 a 19 horas, y los fines de semana y feriados hasta las 21 horas.

El Museo de Artes Plásticas Eduardo Sívori es pionero: tiene su café

desde hace veinte años. El mismo se encuentra frente al patio de las esculturas. Es un espacio vidriado, donde se puede apreciar un añejo roble que da sombra, vida y color al patio con sus cambios de tonalidade­s. El otoño pinta la visual de ocre y amarillo y el verano, de un verde profundo. Un patio donde se puede disfrutar de una carta breve pero tentadora, con ensaladas especiales como vedettes. Entre los platos calientes figuran las clásicas milanesas o los crepes. Se puede comer adentro, rodeados de muestras de cuadros, o en el patio adoquinado con mesitas de madera. “Buscamos generar un entorno lindo y placentero”, asegura María Luján Sánchez, su dueña. Cuando baja el sol, los preferidos son los cócteles clásicos y el tapeo. Actualment­e en el museo se encuentran vigentes los Premios Nacional Manuel Belgrano, muestra que abarca todas las disciplina­s plásticas, agrupadas por categorías. La entrada cuesta $30, y está abierto de martes a viernes -de 12 a 20 horas- y los fines de semana y feriados, de 10 a 20 horas. Los miércoles es con entrada libre y gratuita.

El Museo de Arte Latinoamer­icano de Buenos Aires, más conocido como MALBA, abre el calendario 2018 con la exposición Perón de la artista Sara Facio, quien presenta por primera vez su trabajo fotográfic­o con imágenes inéditas del Perón modelo ‘72/’74. Este museo incorporó la propuesta de Ninina Bakery, restó con entrada independie­nte. La carta muestra opciones desde el desayuno hasta la cena. El hit de la carta es el Espresso Ninina, un blend de granos verdes de Bolivia, Colombia y Brasil tostados por ellos mismos. Para el almuerzo ofrecen hamburgues­as (de carne, cordero, pollo y vegetarian­a) que cada comensal puede armar a su gusto. También hay variedad de ensaladas, sándwiches, tartas, sopas y platos calientes. Las opciones de pastelería y panadería van desde scones y brownies hasta budines, cookies, croissants, pain au chocolat y tortas. El salón es muy grande, e incluye mesas comunitari­as tanto en el interior como en la terraza que da a la Plaza Perú. Ninina está abierto todos los días, de lunes a viernes, dese las 8 de la mañana; fines de semana, a las 9. Otro de los más concurrido­s es el

Museo Evita, donde exhiben películas, fotografía­s y objetos personales de María Eva Duarte de Perón. Y no es sólo por motivos políticos, ya que la imagen de Eva es un símbolo de las reivindica­ciones femeninas, más allá de lo partidario. En el marco del reciente Día de la Mujer el museo inauguró la exposición temporaria Eva en

el mundo: la gira del arcoíris, que exhibe fotografía­s, notas de prensa y material fílmico de noticieros, sobre el paso de Eva Perón en su gira por Europa. En materia gastronómi­ca, el museo tiene una entrada independie­nte, por lo que los visitantes no están obligados a pasar por la muestra. Este restaurant­e tiene la particular­idad de trabajar conjuntame­nte con este Instituto Nacional Museo Evita de manera cotidiana. Tanto el diseño y la imagen general, como la elección de fotografía­s que se encuentran exhibidas en el salón, la selección y cuidado de las plantas y árboles que decoran el patio externo del Museo, las cartas y la vestimenta del personal.

Cuenta con un salón para 70 comensales y un bello patio con un encanto particular: el verde que lo rodea. Hay enredadera­s y hasta un palo borracho que proporcion­a oxígeno y sombra a los que prefieran una velada al aire libre. La cocina de autor se basa en un principio: sólo cosas frescas. Toda la producción se realiza en

el día y para el día, incluso la pesca fresca llega a diario. “Aunque parezca un chiste el plato que más piden, incluso en el verano, es el pastel de papa que sale con merengue dulce gratinado. Hace trece años que está en la carta y hemos intentado renovarlo, pero los clientes nos piden que por favor lo dejemos”, cuenta Diego Martín, dueño de la concesión. Otro plato que hace años permanece en el menú son los sorrentino­s de calabaza con salsa de queso azul, un plato imbatible en cualquier época del año. También hay empanadas, risottos, ensaladas y pasta casera.

En cuanto a los amantes de los perros, pueden darse una vuelta hasta el 18 de este mes por el Museo Nacional de Arte Decorativo y disfrutar de la primera exhibición dog friendly del país. Luego de ver la muestra de 230 piezas de porcelana el paseo sigue en

Croque Madame Café cuya especialid­ad son los croques, panes dorados en manteca, muy crujientes. La estrella de la carta lleva jamón cocido, queso gruyere y un huevo a la plancha, pero hay otras seis opciones para degustar de esta especie de tostado poderoso, sándwich típico de Francia. Ofrecen desayunos con alfajores, scones y budines. Para picar, hay quesos y ensaladas muy completas.

Un plato imperdible es el salmón en croute de hierbas, que viene acompañado con un flan de echalotes y salsa de naranja y miel, digno de cualquier menú de restaurant­e de hotel. La carta sigue con risottos, woks y más. El local es una antigua casona, que solía ser la casa de los cocheros de la casa que perteneció a la familia Errazuriz, hasta que se convirtió en museo. El estilo francés se siente en el aire, en la carta y en la decoración, respetando la arquitectu­ra del lugar. Tiene un bello patio adoquinado con mesas de mármol que rodean una gran fuente. Está abierto todos los días desde las 10 de la mañana hasta la medianoche. La misma propuesta gastronómi­ca de Croque Madame también se hace presente en el Museo Larreta y en la Colección Amalia Lacroze de Fortabat.

Fundación PROA se encuentra muy cerca de Caminito, en el barrio de La Boca, a metros del templo boquense de La Bombonera. Su oferta gastronómi­ca es el Café Proa, que invita no sólo a comer rico, sino que ofrece una bellísima vista. Cómodos sillones en un ambiente sobrio y elegante. El horario de apertura es el mismo del museo (martes a domingo y feriados, de 11 a 19 hs). Si bien no tiene entrada independie­nte se puede acceder al café sin necesidad de abonar el ingreso (un bono contribuci­ón general $80) que habilita a ver la impresiona­nte muestra Inoculació­n, del revolucion­ario artista chino Ai Wei Wei.

La pastelería es el corazón de una carta en la que se destacan los muffins, scons, tortas, tartas, alfajores y bocaditos dulces. Para almorzar ofrecen sugerencia­s diarias: una opción vegetarian­a y una de carnes. Platos elaborados para disfrutarl­os en una instalació­n plagada de obras de arte. La idea es animarnos a un paseo diferente: alimentemo­s todos los sentidos en una salida.

Disfrutemo­s por dos. Arte y arte. En los sentidos y en los paladares.w

“La Usina... es un lugar único y vanguardis­ta. Esperamos replicar el formato en otros lugares”.

Paulo Barberis, de Adorado Bar

Venir al Malba, ver a maestros como Berni o De la Vega, y encima comer tan bien, me llena dos veces”.

Silvana, habitué a Ninina Bakery

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El arte de comer bien. 1) El Ninina Bakery, restó del MALBA, ofrece mesas adentro o en su terraza. 2)Adorado Bar, de La Usina del Arte, usa la forma itinerante, denominada “pop-up”. 3) El bar del Museo Sívori fue pionero: lleva 20 años. 4) Aún en...
2 El arte de comer bien. 1) El Ninina Bakery, restó del MALBA, ofrece mesas adentro o en su terraza. 2)Adorado Bar, de La Usina del Arte, usa la forma itinerante, denominada “pop-up”. 3) El bar del Museo Sívori fue pionero: lleva 20 años. 4) Aún en...
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