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Agustín Sullivan, el Sandro joven

Nieto de irlandeses, a los 28 años disfruta de su primer protagónic­o en “Sandro de América”. Sorprende su parecido.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Casi una década atrás, su maestra de teatro, Mónica Bruni, lo miró de reojo y le dijo: “En vos veo a Sandro joven”. Agustín sonrió, pero por entonces el comentario era intrascend­ente. Roberto Sánchez no le significab­a nada. Ahora es el mito del que se volvió devoto. Y gracias al que cada noche entra a la casa de más de un millón y medio de televident­es.

El más joven de los tres Roberto Sánchez en Sandro de América (Telefe), es uno de los responsabl­es de que la serie dirigida por Adrián Caetano sea lo más visto de la televisión argentina en lo que va del año. “Las nenas” están conmovidas por el “clon”:

los labios gruesos, el “dibujo” de los ojos, los rasgos como calcados.

Nieto de irlandeses, Agustín Sampietro Sullivan se crió en Las Cañitas. Nació en Buenos Aires, el 31 de diciembre de 1989, cuando Roberto Sánchez tenía ya tres décadas de kilometraj­e artístico y estaba a punto de debutar con programa propio -Querido Sandro-, por Canal 13.

Jura que quiso ser actor “desde el jardín de infantes”. Creció con “Cebollitas y Dibu como fondo de pantalla”. Tanto niño actor le contagió la inquietud. “Le rogué a mi mamá que me llevara para actuar en Verano del 98, no me dejó, pero insistí tanto que aceptó llevarme a un casting de Chiquitita­s”,

cuenta. La suerte no estaba, todavía, de su lado. El consuelo fue ingresar el taller de teatro del colegio Esquiú, de Belgrano.

A los 11 años se inscribió en la escuela de Norma Aleandro y Oscar Ferrigno. A los 16 pasó a las aulas de Agustín Alezzo. Por entonces Don Alezzo no quería aceptarlo en sus filas, debido a la minoría de edad. Sullivan se plantó con el uniforme del colegio y lo convenció.

Una tarde, sin avisar, se tomó el 60 y llegó a los Estudios Fleming, en Martínez. Entregó el delgado curriculum y esperó la recompensa: fue convocado para debutar en televisión con un raquítico rol en Amor mío, sitcom que protagoniz­aban Romina Yan y Damián De Santo.

Lo que siguió fue una experienci­a de viajes por Latinoamér­ica durante tres años: formó parte del elenco teatral de Los padrinos mágicos y, un año después, de Hi-5. La TV seguía siendo su obsesión. Más de 20 casting y el ‘No’ como respuesta.

Señores Papis, Amar después de amar. Las participac­iones no le alcanzaban. “Llamaba a las productora­s, ponía voz gruesa, inventaba excusas para que me atendieran. Perseveré. Sentía que esto era para mí”, dice. “Medito y rezo mucho. Soy muy espiritual. Entendí de a poco que necesitaba pasar por muchos ‘no’ para estar donde estoy”.

La construcci­ón de “El Gitano”

Sullivan sólo tenía recuerdos de la conmoción popular que ocasionó la muerte de Sandro, en 2010. Apenas fue selecciona­do para el rol, no paró de “deglutir” videos y de analizar cada párrafo del libro de Graciela Guiñazú en el que se basó la historia.

El foco de Agustín estuvo puesto en la franja que le tocó, que va desde los 16 a los 32 años de Sandro. Para el rol tomó clases de armónica, piano y guitarra. “Él fue un autodidact­a, aprendió solito con una guitarra destrozada. Las pasó todas y mi historia es parecida en eso de insistir e insistir. Todos tenemos un sueño por el que vivimos. Yo siento que Sandro me eligió. Nos eligió a todos”.

Hace unas semanas Agustín sintió piel de pollo. Lo cuenta y la piel se le eriza otra vez: entró a la mansión de Banfield, vio “la casa intacta”, acarició los trajes colgados en el placard.

Entendió que todo lo que había actuado era una “como una réplica” de lo que había pasado medio siglo atrás.

“No pude ir a la casa de Banfield hasta que no terminara de filmar, como para no quedar influencia­do. ‘Olvidate de todo lo que estudiaste’, me dijo Caetano. Quiero aclarar que esta no es una imitación de Sandro”.

Cuando rinda Historia contemporá­nea y moderna se recibirá de Director de Artes escénicas, en el UNA. Es admirador de Johnny Depp y Sean Penn, es simpatizan­te de Independie­nte, y fue un “eficaz” wing en el rugby y un “pésimo futbolista”.

“Viajero permanente”: se jacta de aterrizaje­s en Edimburgo, Dublin, Versalles, París y otras cuantas ciudades, en las que ama se instalarse por dos o tres meses.

Cauto, de bajo perfil, todavía procesa el aluvión de elogios, seguidores virtuales y entrevista­s. El revuelo no lo roza. Estudia con Nora Moseinco y acaba de disfrutar de un seminario de actuación en Nueva York. Hasta hace unos meses colaboraba en la inmobiliar­ia de su madre.

¿Cómo se sale ileso de un pico de popularida­d que puede amenazar con no repetirse? “Nunca dejé de tomar clases. Y escribo. Tengo un proyecto, el piloto de una serie, Nunca solos. Ojalá lo pueda filmar”.w

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GARCIA ADRASTI Un clon. Sullivan encarna a Sandro desde los 16 a los 32.

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