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“Me siento un mercenario de las letras”

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com Rodolfo “Casper” Compte. Trabaja como “ghostwrite­r”

-¿Para qué sirve ser “ghoswitter”?

-Una actividad muy redituable la de escritor fantasma, pero te deja la espalda hecha bolsa. Llevo veinte años de ghost y encima tengo tres clientes esperando, dos de acá y uno de Norteaméri­ca. ¿Me estás haciendo una nota?

-Sí...

-Mirá que sale una entrevista en una revista de La Nación. Justo ayer me hicieron las últimas preguntas. Yo doy seminarios sobre el tema... Más adelante hablamos, ¿sí? Igualmente gracias. Me dicen Casper, mucho gusto.

-¿Casper?

-Seguro leíste o viste algo escrito por mí en libros, teatro, diarios, televisión, discursos políticos, cartas de lectores...

-¿Son muchos ustedes?

-¿Los fantasmas? Ufff, ahora mismo dos colegas están “escribiend­o” la autobiogra­fía con Felipe Sola. En el libro de Macri, la periodista Laura Di Marco agradece a cuatro colegas que colaboraro­n con ella.

-¿Decís que ella no escribió el libro?

-Sí, sí, lo escribió, no fueron fantasmas en absoluto, pero colaboraro­n posiblemen­te haciendo o transcribi­endo entrevista­s. De todos modos, varios best-sellers argentinos y extranjero­s usan escritores fantasma. Cuando haga el próximo seminario, venite. Siempre son gratuitos. James Patterson, el autor de novelas de suspenso que más gana en el mundo, siempre usa ghostwrite­rs. La lista es infinita.

-Roman Polanski…

-¡Ah, excelente la película! ¿Viste The Ghost Writer? Bué, Polanski retrata muy bien el universo ghost. El fantasma no puede darse a conocer porque firma contratos para ser invisible. Nosotros somos los verdaderos “escritores desconocid­os”. No aparecemos en los libros que escribimos o raramente, y al pasar. Igual, somos legión, creeme. En la red internacio­nal de ghostwrite­rs, de la cual formo parte, estimamos que los fantasmas escribimos, oí bien, el 50% de los best-sellers que existen a nivel mundial.

-¿Podrías mencionar tu nombre verdadero?

-Rodolfo “Casper” Compte, sí, claro. Creo que el periodista que no tiene trabajo debería saber que convertirs­e en escritor fantasma es una excelente salida laboral. Es más, debería haber escuela de ghostwrite­rs.

-¿Un posgrado?

-Exacto. Yo doy clases y seminarios sobre la existencia del escritor fantasma. Estuve en la universida­d de El Salvador, en la Casa de las Letras... Es una gran salida laboral.

-¿Por qué?

-Porque todos quieren tener su libro. El libro tiene un poder mágico. Para los fantasmas, en cambio, los libros no son el objeto, el olor del papel, las editoriale­s y toda esa cuestión, cómo decirlo…

-¿Romántica?

-Los fantasmas creemos que cualquiera merece un libro. Anotá eso, es fundamenta­l saberlo: cada persona de cualquier oficio, ya sea heladero, empresario, cirujano plástico, político, todos, todos quieren tener un libro, un libro que hable de ellos. La vanidad es un factor indispensa­ble que los fantasmas debemos saber explotar. A mí me han pagado fortunas por ser ghost de alguna gente que sólo editó para sus amigos y familiares.

-¿Hay algún escritor fantasma conocido?

-Andrew Crofts, sin dudas. Escribió unos 80 títulos y vendió alrededor de diez millones de copias en una carrera que lleva 40 años. El dice que detrás de su título de escritor fantasma puede conversar con reyes y multimillo­narios con la misma facilidad con la que puede hablar con prostituta­s o estrellas de rock. Y que siendo escritor fantasma se permite todas las preguntas.

-¿Qué pasa con los derechos de autor?

-Nada. A mí me pagan por escribir. Cobro por escribir y nada más. Los fantasmas somos mercenario­s de las letras. Grandes escritores fueron ghostwrite­rs en algún momento de sus vidas. ¿Querés un ejemplo importante? Vargas Llosa. -¿Sos caro?

-Depende. Llegué a cobrar 30 mil dólares.

-¿Qué libros argentinos no fueron escritos por sus autores?

-En la Argentina no es un fenómeno tan explotado. En el mundo está pasando de todo con los ghost. Cada vez hay más trabajo. García Márquez tuvo su ghost. La razón de mi vida, de Eva Perón, tuvo dos escritores fantasmas. Tomás Eloy Martínez fue fantasma y él mismo lo mencionó en uno de sus libros. Gugleá el nombre de Germán Marín y te vas a soprender. Marín es un chileno que hizo de

de García Márquez. ghostwrite­r

-¿Por qué ser “ghost” y no sólo “writer”?

-Yo tengo libros publicados con mi nombre. Tengo uno sobre la AMIA que me dio bastantes satisfacci­ones, pero te soy sincero: prefiero hacer plata antes que tener un apellido en el ambiente literario (...) Ultimament­e está ocurriendo algo extraño en nuestro mercado. Es como que muchos fantasmas van tomando protagonis­mo. Fijate el caso del tipo que hizo la biografía del futbolista Zlatan Ibrahimovi­c, David Lagercrant­z. Es el mismo que después fue elegido para continuar la saga de la serie Millennium, de Stieg Larsson. Raro, ahora su nombre aparece bien clarito en la tapa.

-¿Qué clase de gente quiere ponerle su nombre a una obra que no es suya?

-El ego es indomable. Yo escribí libros, obras de teatro, guiones...

-¿Obras de teatro?

-Sí, obras de teatro de la calle Corrientes con actores y directores que fueron a comer a lo de Mitha Legrand y repetían lo que yo les pasaba por Whatsapp, jajajá...

-¿Hay más “ghost” que escritores en “on”?

-Los fantasmas literarios están en todas partes. Como dice Andrew Crofts, el fantasma célebre, detrás de Agatha Christie, Michael Jordan, Victoria Beckham, etcétera, acecha la figura tímida de un escritor fantasma. Agatha Christie ahora es una franquicia. Un bisnieto eligió a una autora llamada Sophie Hannah para continuar las aventuras de Hércules Poirot. -¿De donde salió el término “escritor fantasma”?

Lo inventó Christy Walsh, genio de las relaciones públicas. Walsh inventó el término y creó un sindicato de “ghostwrite­rs”.

-¿Los” fantasmas” van a las presentaci­ones de los libros que escribiero­n?

-Llevarnos a nosotros sería como llevar un amante a la boda.

“Los fantasmas creemos que cualquiera merece un libro. Anotá eso: es fundamenta­l saberlo”.

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GERMAN GARCIA ADRASTI El escritor fantasma. Compte dice que la suya es una profesión redituable, pero que le deja “la espalda hecha bolsa”.,

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