“Héroes sin luz”: próceres a la vista
Escrito por el reconocido médico Omar López Mato, pone el foco en los ojos de los grandes.
En Héroes sin luz, un ensayo que por estos días escribió Omar López Mato, reconocido médico oftalmólogo e historiador, se relatan muchas de las peripecias que se vieron obligados a atravesar estos hombres encumbrados. De 61 años, Omar López Mato escribió varios libros, como Historia del cementerio de la Recoleta o Caseros, las vísperas del fin. “En La patria enferma y Males de artistas trabajé los casos de figuras de la política y de la cultura que sufrieron diferentes dolencias. En Héroes sin luz, en cambio, me enfoqué en los problemas de la vista”, le explica el especialista a Clarín.
“San Martín -señala López Matotuvo cataratas en los últimos años de su vida, una situación que lo llevó a deprimirse. Sin embargo, la muerte lo sorprendió antes de que pudieran operarlo”. El caso de Belgrano fue diferente. O más leve, en realidad. Cuan- do tenía cerca de 30 años, sufrió una inflamación del saco lagrimal que le provocó algunas lágrimas rebeldes. “Belgrano tuvo una dacriocistitis... En algunos retratos se puede ver la pequeña hinchazón, el puntito que se le formaba entre el ojo y la nariz, y por donde a veces se le escapaban lágrimas”, profundiza el especialista.
Lo más curioso, sin embargo, se dio en la Biblioteca Nacional. Allí, queda dicho, tres de sus directores tuvieron que visitar con frecuencia a diferentes oftalmólogos.
Borges se operó de cataratas y de desprendimiento de retina. Y, además, tuvo una “miopía maligna”. “De todas maneras -amplía López Mato-, nunca se quedó del todo ciego. Es más, a veces iba a al cine y se sentaba en la primera fila, desde donde gracias a su visión periférica podía contemplar algunas imágenes de las películas”.
José Mármol, a su vez, “terminó sus días en las tinieblas” por cataratas que no pudieron ser operadas. “El autor de Amalia viajó a Río de Janeiro en busca de un profesional que lo operara pero, como le desaconsejaron la cirugía, perdió la vista”.
Y hubo más. Paul Groussac viajó a Francia, donde había nacido, “y volvió ciego después de dos fallidas intervenciones de cataratas, una circunstancia que lo llevó al borde del suicidio. Eso sí, con la ayuda de su hija, pudo dedicarse a compilar su obra”.
El mundo de las letras -suma el médicoestá lleno de autores con dificultades en los ojos. “Homero, a quien se le atribuye la autoría de la Ilíada y la Odisea, sufrió enfermedades en la visión. Algo similar le ocurrió a John Milton, quien entre otras obras escribió El paraíso perdido... Y James Joyce, autor de Ulises, que llevaba un parche en su ojo izquierdo, fue operado 13 veces”.