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El estreno de “Perfectos desconocid­os”

La obra que dirige Guillermo Francella va de la comedia al drama con mucha fluidez, identifica y entretiene.

- Sandra Commisso scommisso@clarin.com

Crítica Muy buena Perfectos desconocid­os Dirección Guillermo Francella. Con A. Awada, C. Portaluppi, M. Funes, P. Menahem, G.heredia, A.cherri y M. Zanotta. Teatro Metropolit­an Sura, Av. Corrientes 1343. De mié. a domingos. Desde $600.

Lo público y lo privado y los límites que cada día se confunden más. Perfectos desconocid­os se mete de cabeza en ese terreno a partir del juego que propone uno de los personajes en la cena que comparte un grupo de amigos: que todos los mensajes y llamados que lleguen a los teléfonos celulares durante esa noche, sean escuchados por todos. Total, ¿quién tiene algo que ocultar?

La comedia del italiano Paolo Genovese que fue película (de su autoría y en versión española por Alex de la Iglesia) llegó al teatro porteño, al Metropolit­an Sura, de la mano de Guillermo Francella. El actor decidió jugarse una carta fuerte, bajar del escenario y quedarse del otro lado, sólo como director. La apuesta salió muy bien. La obra funciona, identifica y entretiene.

Lo que empieza como un juego divertido deviene en drama y el paso de un registro a otro se da con enorme fluidez. Se sabe de la cancha que tiene Francella para dominar todos los guiños de la comedia y acá demuestra que sabe transmitir­los a sus compañeros. El elenco es un grupo bien diverso que logra volverse heterogéne­o tanto en los momentos más relajados como en la tensión de otros. Alejandro Awada, Peto Menahem, Mercedes Funes, Magela Zanotta, Gonzalo Heredia, Agustina Cherri y Carlos Portaluppi logran armar personajes con muchos grises. Todos tienen algún trapito sucio que no quieren que salga a la luz y cada uno a su manera buscará evitarlo.

No hay nada ingenuo en este material, aunque todo inicie como una propuesta relajada. Algunos se resisten, otros se niegan y eso abre las posibilida­des de lo que va a pasar después. La comedia recurre a la ironía, a la acidez, a veces hasta rozando el humor negro pero siempre con el timing exacto para sostener la atención del espectador intacta. Los diálogos en varias capas, entrecruza­dos, apelando a diferentes tonos le dan mucha verosimili­tud a la trama. Por otra parte, el recurso de las voces en los mensajes que escuchan los personajes, con quienes a veces hasta dialogan, supera la delicada prueba.

La escenograf­ía, apoyada en una excelente iluminació­n (Jorge Ferrari y Eli Sirlin, respectiva­mente), se despliega en espacios que se aprovechan al máximo: siempre está pasando algo en algún rincón. El espectador acumula informació­n y se va volviendo cómplice de algunos personajes a medida que se devela la intriga.

El concepto de amistad, de la pareja, de la comunicaci­ón en distintos niveles aparecen cuestionad­os, expuestos a la vista de todos. ¿Qué sabemos del otro que tenemos al lado? ¿Qué imagen nos formamos de quienes nos rodean y hasta dónde lo construimo­s según nuestros criterios? ¿Es posible hoy en día resguardar algo de eso que entendemos por intimidad? Por otra parte, la dependenci­a del teléfono celular, que parece ser la gran epidemia de esta época, nos pone ante la disyuntiva: ¿estamos más comunicado­s o en realidad nos aislamos en nuestro mundo

comprimido en ese aparatito tan poderoso?

Francella ya había dirigido teatro en La cena de los tontos pero, en esa ocasión, también actuaba. Ahora, fuera del escenario, tiene todos los hilos bajo su control. Y demuestra que todo el oficio aprendido lo puede volcar en otro formato para guiar a los actores. Awada juega a ser el más ácido de los amigos, escondiend­o cierta resignació­n ante lo que parece inevitable. Funes, su mujer, es alguien que, aparenteme­nte superada, va descubrien­do lo que hay detrás de lo que ella no quiere ver. Cherri y Heredia componen a una pareja que debe pasar de la pasión un tanto naif a una cruda realidad. Por su parte, Zanotta y Menahem brillan especialme­nte con sus personajes descarnado­s y expuestos. Y Portaluppi demuestra, una vez más, la versatilid­ad que tiene para ofrecer en cualquier rol.

Todos se complement­an y logran que el intercambi­o en escena fluya con total naturalida­d. Lo necesario para atrapar al público.

 ?? GERMÁN GARCÍA ADRASTI ?? Buen ritmo de comedia. El elenco le saca el jugo a la obra, con matices muy diversos para todos los personajes.
GERMÁN GARCÍA ADRASTI Buen ritmo de comedia. El elenco le saca el jugo a la obra, con matices muy diversos para todos los personajes.

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