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La otra forma de ir a la cancha; con pasaporte y en modo city-tour

De La Bombonera al Monumental, el bus recorre los estadios más porteños. Así lo viven los turistas.

- Alejandro Gorenstein

Son seis ingleses, tres colombiano­s, una pareja de chilenos, un holandés, un serbio, un canadiense y una norteameri­cana: todos turistas y amantes del fútbol. Están a punto de arrancar el tour Barrios futboleros, organizado por el Gobierno porteño con el objetivo de mostrar las diferencia de identidade­s de la ciudad del mundo con más estadios. “Posso falar em português se você precisar”, le dice Santiago Pecci, el guía a cargo de la excursión, a un brasileño que está sentado en el primer asiento del micro con la remera del San Pablo de su país.

La pasión por el fútbol ya se empieza a vivir adentro del bus con la proyección de un video donde el recono- cido periodista Tano Fazzini anuncia que “hoy vamos a conocer cinco historias, cinco relatos. El barrio y la familia influyen en la elección de los colores que son para toda la vida”.

Empezamos por La Boca, con la Bombonera, claro. El micro estaciona justo en la puerta del museo. Una vez adentro, los turistas se encuentran con los diferentes modelos de camisetas que tuvo el club desde su fundación en 1905... Girando hacia la derecha, una pantalla en off relata los testimonio­s de Bianchi y de Palermo, muy cerca de las seis Copas Libertador­es que ganó el club. Una de las salidas del museo termina en la primera bandeja de la popular que da a Casa Amarilla. Suena, grabado, un himno de “La 12”: “Dale Bo, que vamos a salir campeones…”. En ese momento los fanáticos sienten que están en la mítica Bombonera. Uno de los más entusiasma­dos es David Dufrour, un canadiense de 35 años. “Es muy impresiona­nte cómo está construido el estadio, la experienci­a de ver un partido debe ser increíble porque los hinchas están muy cerca de la cancha y me dijeron que el ruido es increíble. Quiero poder ver un partido; ojalá sea en mi próximo viaje”, se ilusiona.

Segunda escala, el Tomás Adolfo Ducó, la cancha de Huracán. En el hall, luce -justamente- un busto en homenaje al coronel Ducó, ex presidente del club, responsabl­e de construir el estadio a fines de los años 40. Y en las vitrinas, los 13 títulos oficiales que ganó “El Globo”. “La sensación no es que están entrando a un estadio... parece un palacio. A sus hinchas les dicen los quemeros porque en esta zona se hacía la quema de basura”, explica Pecci. Un grupo de amigos ingleses juegan a estar en una rueda de prensa cuando entran a la sala reservada al primer equipo. Enseguida, entran al campo de juego a menos de 24 horas de haberse jugado el clásico entre Huracán y San Lorenzo. “Fue hermoso poder pisar el césped, sólo faltaba una pelota para creernos profesiona­les. Me encanta que dice Huracán en una tribuna y es muy bonito ver el globo pintado en la tribuna local, donde están los hinchas quemeros”, señala Pedro Godoy, brasileño, de 27 años.

Antes de dirigirse al Nuevo Gasómetro, el micro se detiene en un bodegón de Boedo. Por $ 140 los turistas pueden elegir almorzar entre un sándwich de lomito completo, pollo a la parrilla con guarnición o pasta. El lugar, repleto de banderines de clubes, respira mucho fútbol. Al pasar por la avenida La Plata al 1700, el guía de la excursión cuenta que “a fines de la década de los ‘70, San Lorenzo fue obligado a vender el Viejo Gasómetro al gobierno militar”, y que Carrefour adquirió el terreno para construir su primer hipermerca­do en nuestro país. Mientras él habla, en la pantalla se observa a los emocionado­s festejos de los hinchas de San Lorenzo cuando, en el año 2012, la Legislatur­a aprobó que el club vuelva a tener el estadio en Boedo. “Vamos a volver”, flamean las banderas de los fanáticos de El Ciclón, que se ilusionan, en algún momento, con volver a su barrio. Mientras tanto, desde 1993, Los Cuervos juegan en el Nuevo Gasómetro, en el Bajo Flores. No bien ingresa el micro se ven dos coquetos murales dedicados al Bambino Veira y al Pipi Romagnoli, dos de los máximos ídolos azulgranas.

Robert Jimenez (30) es de Santa Marta, Colombia, la ciudad donde nacieron Carlos Valderrama, Radamel Falcao y Carlos Vives, dice orgulloso. “Este estadio es el más moderno de los que pude ver, se siente que es nuevo, que no es el estadio donde ellos empezaron, pero es muy bonito, lo tienen muy bien conservado y estructura­do”, expresa desde la admiración.

Jaime Lerner es fanático de Argentinos Juniors y es el guía del museo que fue armado con objetos que donaron los hinchas. Recibe a todos los pasajeros con una sonrisa y los ubica en la platea que da a la calle Gavilán, debajo de las cabinas de transmisió­n. “Nos dicen los Bichos Colorados y El Tifón de Boyacá, pero a nosotros nos gusta que nos reconozcan como El semillero del mundo”, arranca. De hecho, lo primero que se observa son las camisetas de la Selección Argentina firmadas por jugadores que salieron del Bicho, como, por ejemplo, Sorín, Biglia, Cambiasso, Redondo, Riquelme, Borghi y Placente. Además, hace unos años incorporar­on un nuevo espacio: la Biblioteca Futbolera

Diego Armando Maradona, donde se puede apreciar la camiseta de su debut en 1976, la foto del gol con la mano a los ingleses, libros que hablan del ex DT de la Selección, entre otros souvenires del 10, mientras los turistas prestan atención a un video con las mejores jugadas y algunos de los 116 goles que convirtió Maradona con la camiseta de Argentinos.

Sebastián Munizaga (24) es chileno y comparte el paseo junto a su novia Geraldine Molina (22), ambos son periodista­s deportivos. “Nos pareció un estadio bastante familiar, le tengo un aprecio especial a este club porque el Bichi Borghi salió campeón como jugador y como DT, grité los goles del último partido en el 2010, y acá realmente lo quieren mucho, es un ídolo. Y en Colo Colo, mi equipo, también lo adoramos porque con él como DT salimos tetracampe­ones”, dice, visiblemen­te emocionado el visitante trasandino.

El tour culmina en el estadio de River. Antes de ingresar al museo hay una locomotora antigua de tren simulando a La Máquina, la delantera de los años ‘40 integrada por Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Lousteau, que para muchos fue el mejor equipo de la historia. De hecho, los jugadores están pintados en la parte de atrás. El museo simula ser un viaje en el tiempo. Empieza en un espacio oscuro, rectangula­r, donde una voz anuncia que dentro de poco estará en el 1901, el año de la fundación. El piso tiene un efecto que produce vibracione­s y durante unos minutos uno permanece ahí encerrado en la oscuridad con algunas luces que salen desde abajo y, de repente, se abren las puertas. Una vez que el viaje del tiempo llega hasta la actualidad, se observa un salón donde están todas las copas que ganó el club. Continuand­o con el recorrido aparecen ordenados alfabética­mente los nombres de todos los jugadores que vistieron la camiseta de River y lo mismo con los entrenador­es, detallando cuántos y qué títulos ganó cada uno. También hay un espacio para los goleadores, todos los escudos y el detalle de las camisetas históricas, incluidas algunas de las primeras camisas que utilizaban.

“Es muy guapo y muy grande el estadio. Me gusta mucho la cultura del hincha de River. El museo es muy moderno y me pareció muy interesant­e cómo se puede contar a través de la tecnología la rica historia de este club tan grande”, concluye el holandés Luke Vertek, de 26 años.w

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DIEGO DIAZ Boquita. Como no podía ser de otra manera, la foto más preciada es en el corazón de La Bombonera.
 ??  ?? La magia de El 10. En la cancha de “El Bicho”, Diego está en todos lados.
La magia de El 10. En la cancha de “El Bicho”, Diego está en todos lados.
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La salida. El grupo de turistas palpita sensacione­s apenas suben al bus
 ??  ?? Se mira y no se toca. La gloria de Boca en las vitrinas: una tentación.
Se mira y no se toca. La gloria de Boca en las vitrinas: una tentación.
 ??  ?? Tomás A. Ducó. El busto del responsabl­e del estadio de Huracán.
Tomás A. Ducó. El busto del responsabl­e del estadio de Huracán.
 ??  ?? Globales. Otra foto para el recuerdo en la cancha de Huracán.
Globales. Otra foto para el recuerdo en la cancha de Huracán.
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Pasión tecno. El museo de Boca: un viaje en el tiempo.

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