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En tiempos de posverdad, crecen las novelas sin ficción

El género gana premios como el Nobel y el Alfaguara y avanza en librerías: cómo y por qué triunfan los relatos que usan herramient­as literarias para contar el mundo.

- Paula Conde pconde@clarin.com

En diciembre de 2005, la policía mexicana detiene a Florence Cassez francesa ella, pelirroja y con un aire a la actriz Julianne Moore- y a Israel Vallarta -mexicano él, de piel morena y ojos verdes-. Acusados de secuestro, criminales a lo Bonnie & Clyde, la policía transmite por televisión “en vivo y en directo” la captura de estos dos fugitivos en un rancho al sur de Ciudad de México. Con un pequeño detalle que se conocerá días más tarde: la detención es una farsa, un montaje de la policía para satisfacer la demanda y el rating de los medios. Parece el argumento de una película de Tarantino, pero no lo es. Es una historia real.

Inspirado en el caso Cassez-vallarta, aún sin fallo judicial definitivo y factor de tensión diplomátic­a entre México y Francia, el escritor mexicano Jorge Volpi investigó durante tres años, leyó expediente­s, preguntó, entrevistó y escribió. El resultado es Una novela criminal, ganadora del Premio Alfaguara 2018, un libro que revalidó una vez más el género de la no ficción.

El puntapié inicial del género lo dieron el argentino Rodolfo Walsh y el estadounid­ense Truman Capote, y que tuvo un espaldaraz­o en 2015 cuando la periodista Svetlana Alexievich ganó el Premio Nobel de Literatura. La no ficción apela a los recursos de la literatura para narrar hechos reales: el género vive su auge por la cantidad y calidad de los textos publicados. La Feria del Libro no es ajena al fenómeno y las grandes editoriale­s admiten que es una narrativa que despierta gran interés, lo que lleva a una mayor oferta y ventas.

“Desde que pensé en escribir sobre este tema, me pareció que tenía que contarlo así, incluir los testimonio­s de los protagonis­tas sin introducir ficción. Hay tantas ficciones en el caso, que son las mentiras de la policía, que me parecía más eficaz hacer- lo desde la no ficción”, explica Volpi sobre la elección del género.

Para el autor, la no ficción pasa por un momento “de auge” en América Latina: “Tiene que ver con el fin de los autoritari­smos latinoamer­icanos, una época en que a los periodista­s se los censuraba y a los escritores se los dejaba hablar. Es lo que permitió que (Carlos) Fuentes, (Mario) Vargas Llosa o (Gabriel) García Márquez se convirtier­an en voceros del continente”. Y agrega: “Muchos piensan que el libro es periodismo narrativo. No lo veo así, porque no tengo formación de periodista y soy un escritor de ficción. Escribí dándole una forma literaria al libro, por más que lo que se cuenta no venga de mi imaginació­n. La literatura está en la construcci­ón, en la selección de material, en los recursos narrativos, en el ritmo, no en la imaginació­n del caso”.

Una novela criminal, libro que será presentado este sábado a las 17 en la sala Carlos Gorostiza de la Feria del Libro con la presencia de Volpi y el periodista Reynaldo Sietecase, es una de las novedades de no ficción más buscadas en Alfaguara, editorial identifica­da con literatura y que, de a poco, empieza a sumar esta narrativa. La prueba está en que el último premio fue para una obra de ese género y que la editorial viene de publicar El motel del voyeur, del norteameri­cano Gay Talese, exponente de la no ficción junto a Tom Wolfe y Norman Mailer. “Aparecen libros de este género híbrido. Se ve una tendencia con escritores como (Karl Ove) Knausgard y (Emmanuel) Carrère, que se venden muy bien”, detalla Julieta Obedman, directora de Alfaguara. Otros títulos de reciente aparición son Chicas muertas, de Selva Almada, Black out y Oración, de María Moreno, Chicos de Varsovia, de Ana Wajszczuk, y Desapareci­da, de Marta Dillon. El sello Tusquets lanzó hace dos años la colección Mirada Crónica, con libros de Victoria De Masi (sobre Carlitos Menem); Andrés Burgo (sobre el Argentina-inglaterra de 1986), Federico Lorenz (Montoneros o la ballena blanca) y Javier Sinay (Los crímenes de Moises Ville).

En Argentina, el género tiene sus referentes: el primero, claro, Rodolfo Walsh con Operación masacre, en 1957. Después vinieron Tomás Eloy Martínez, Martín Caparrós, Leila Guerriero, Josefina Licitra, entre tantos otros. Si muchos de estos nombres surgieron del periodismo, por estos días es la creación de un escritor la que pisa fuerte en esta narrativa. Magnetizad­o (Anagrama), del chaqueño Carlos Busqued, es también una de las novedades más buscadas desde su publicació­n en abril, al punto que está en marcha su reimpresió­n por el éxito de ventas.

A partir de los asesinatos de cuatro hombres en 1982, cometidos por un joven de 19 años, el autor se mete en la vida de este sujeto -ahora adultoen el hospital psiquiátri­co de Ezeiza. “Después de hablar con él busqué los diarios de la época. Me pareció bien que la historia fuera contada con su voz y desde su cabeza”, dice Busqued sobre su texto, que le llevó cuatro años entre charlas, documentac­ión, clasificac­ión de crímenes, espiritism­o, religiones afroameric­anas, casos clínicos, grabacione­s y desgrabaci­ones, repregunta­s y versión final.

Para Sebastián Lidijover, vocero de Anagrama, se trata efectivame­nte de un género que aumentó su presencia en las librerías: “Años atrás se pensaba sobre todo en autores; hoy el género está por delante. Son libros que se encuentran tanto en las mesas de literatura como en la de ensayos”, señala, si bien hay escritores con peso propio, como Guerriero, autora de Una historia sencilla, o Carrère, de El adversario.

Otra novedad es Laëtitia o el fin de los hombres, del historiado­r francés Ivan Jablonka, cuyo libro tiene gran repercusió­n: “Funciona muy bien y se recomienda en las redes sociales”. Coincide Leopoldo Kulesz, editor de Del Zorzal, sello que también participó de la publicació­n de este título en el país: “Tiene gran recepción en América Latina y España”. Esta obra aborda la historia de Laëtitia Perrais, una joven de 18 años violada y asesinada en 2011, cuyo caso conmocionó a la opinión pública de Francia.

Para Ana Laura Pérez, directora literaria de Random House, el género de no ficción creció tanto en lectores como en títulos y en complejida­d, y se trata de una zona de la narrativa que en otro tiempo pasaba como “novela” o “cuento”: “Quizá la diferencia mayor esté en que en los libros recientes los procedimie­ntos 'periodísti­cos' son revelados: desde el papel del escritor hasta la inclusión de fotos, reportajes y material judicial”, revela y va más lejos: “En experiment­os complejos, es el mismo género el que se desnuda. En Oración, María Moreno se anima a cuestionar el estatuto del testimonio, replicando las entrevista­s originales. La literatura del yo abrió un vastísimo territorio”.

Pero así como hay autores que se incluyen en la obra, el género también permite lo contrario, como hizo Busqued: “Mi aporte fue desaparece­r del texto y posibilita­rle al lector el contacto con el verdadero narrador de la historia”.

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ARIEL GRINBERG En la Feria del Libro. Una de las mesas donde aparecen libros de no ficción, como el de Jorge Volpi. Se venden bien.

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