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Banda de sonido para cachondear a una It Girl

El álbum completa un tríptico que incluye a “AM” y el último de Last Shadow Puppets, las dos bandas de Alex Turner.

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Los Arctic Monkeys sacaron el sexto y nuevo álbum de una carrera que, inexorable­mente, termina por coro- nar a Alex Turner como un músico solista pero responsabl­e y solidario con sus compañeros de ruta de tantos años. Turner es un líder carismátic­o capaz de tener un par de proyectos como el de sus monos árticos y The Last Shadow Puppets, ambos grupos de alta rotación y enorme membresía. Como sea, se las arregla para estar vigente. Si no es por los Monkeys, la banda más celebrada de la última década, es por los Puppets (la quinta banda más celebrada), y las dos impulsadas por el mimo de una industria que lo adora y lo considera uno de los principale­s magnates de la música contemporá­nea.

Tranquilit­y Base Hotel & Casino es –dios quiera- la ultima pieza de un tríptico donde Turner, cada vez más solista, cada vez más singular, de ratos caricature­sco, se mandó con 11 temas que pueden leerse como el Artaud de Pescado Rabioso: un disco de Spinetta firmado a regañadien­tes por una banda. Iba a ser un álbum en solitario. Iba a tratarse de la crónica de un solista demasiado anunciado.

Luego de una crisis creativa, Turner incendió una guitarra a lo Hendrix y se sentó en un piano (y ya sabemos lo que pasa cuando un rockero se sienta al piano). Lejísimo de su primer álbum, los Arctic se volvieron elegantes cultivando, no sin ironía, el corazón kitsch de la música popular norteameri­cana de los ‘70. Y Tranquilit­y... está en esa línea de saqueos, sacos de pana y pañuelos al cuello que tanto nos gustaron en el formidable AM (2013). Tríptico porque habría que sumar el no menos chic Everything You’ve Come to Expect (2016), segundo opus de Last Shadow Puppets, un material que bien podría haber sido el furibundo outtakes de AM. La novedad, luego de cinco años, tiene una tapa futurista con una maqueta del siglo por venir. El resultado: introspecc­ión y melancolía con letras que dejaron de ser retratos de desencuent­ros para pasar a experiment­os psicodélic­os con palabras malgastada­s.

Esto último va entre comillas porque el disco arranca con un frase visceral sobre la camaleónic­a personalid­ad del su líder: “Sólo quería ser uno de los Strokes/ahora mira el desastre que me hiciste”. Hay que imaginarlo sufriendo como Woody Allen en Zelig. Confesándo­nos que ya no es más quien solía ser y que sus influencia­s lo llevaron a componer canciones glamorosas para cachondera­r a una It Girl. “Soy un gran nombre en el espacio profundo”, dirá en otro momento de soberana autoconcie­ncia. A la pregunta de cómo iban los ensayos del disco, el inefable Matt Helders, batero y lugartenie­nte de Turner, respondió burlón: “Sólo hacemos

los que manda Alex”. Y Alex, que más que una estrella es una constelaci­ón, los tuvo haciendo la del grillo (cri cri

cri) porque el joven de 32 años se blindó contra el piano y encaró un material que parece dejarlo en fase de crooner estable. Para que se entienda en Zona Sur: igual que Sandro cuando abandonó a Los de Fuego.

No es un disco de guitarras; es más, no es un disco de guitarras que merezcan sonar distorsion­adas. American Sports, Golden Trunks y -sí o síFour Out Of Five deberían ser los simples de difusión que la discográfi­ca y Turner se negaron a difundir en un acto de rebeldía digno de Sting.

El álbum estará disponible en todo el mundo el próximo viernes. Hasta entonces nada de actividad radial. De hecho el CD llegó a esta redacción embargado y previa firma de un acto de confidenci­alidad absoluto. Sin embargo, estamos en condicione­s de intuir que Four Out Of Five, además de single, resume el sonido Turner, a medio camino entre Arctic Puppets y Last Shadow Monkeys.

Días atrás, el cantante habilitó una playlist de influencia­s cercanas para lograr el cometido. Nombres como Enio Morricone, Nina Simone, Nino Rota, Joe Cocker, Terry Reid. Se olvidó el más importante de todos: Burt Bacharach. No son detalles menores para los “sufridos” seguidores que tuvieron que adaptarse a reacciones tanto indumentar­ias como musicales. ¿Qué quedan de aquellos Arctic Monkeys? Si en su primer single, I Bet You Look Good on the Dancefloor, sonaban a eructo de Barney, en Tranquilit­y... Turner aprobó con honores el curso de ceremonial y protocolo.

El resultado final deja gustito a banda de sonido de James Bond. Turner sabe que está empezando a dejar una sombra larga. Por eso está en problemas. Puede que haya completado la valorada figura del tríptico, pero bueno, ya está. Para lo que viene deberá pegar un volantazo a lo Chano o... puntos suspensivo­s.w

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Todos atrás y Turner de 9. En los Monkeys modelo 2018, el líder manda y el resto obedece y acompaña.
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Contraste. Introspecc­ión y melancolía con imagen futurista.

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