La verdad desnuda
Tres coreógrafos y una directora teatral se encargan de darle sugerente forma a las cuatro piezas.
El Teatro de la Ribera, parte del Complejo Teatral de Buenos Aires, se dedica desde 2016 a producciones de danza y teatro musical. Su directora artística Diana Theocharidis organizó varios ciclos en estos dos años sobre ciertos ejes temáticos y acaba de comenzar uno nuevo que tiene como título Strip+tease= 4 desvelos. Como se sabe, el striptease es una forma de danza femenina –aunque desde los ’70 existen también strippers masculinosque consiste en ofrecer a los espectadores el acto de desnudarse gradualmente como una forma de entretenimiento erótico.
Tres coreógrafos –Carlos Trunsky, Florencia Vecino y Pablo Rotembergy una directora teatral, Maricel Alvarez, fueron invitados a crear otras tantas piezas en torno al striptease y cada uno de ellos abordó el tema de una manera muy personal. Las cuatro breves obras se intercalaron con interludios en vivo por la pianista Carmen Baliero.
Marice Alvarez dividió su obra Ecdisis en dos partes: en la primera, un documental ficticio sobre animales que se desprenden de sus caparazones o pieles está acompañado por un texto en off que recomienda a los humanos “despojarse de aquellos que nos aprieta”; en la segunda parte, el altísimo Ulrico Eguizábal vestido de mujer sobre tacos igualmente altísimos, representa un striptease que casi no es un striptease y está desprovisto, quizás intencionalmente, de sensualidad. Florencia Vecino se dirige a sí misma en Impuesto rosa, rodeada de varios objetos de un sentido enigmático, como por ejemplo una enorme cabeza del Pinocho de Walt Disney. También su obra se divide dos partes: la primera tiene una coreografía muy desenvuelta estilo videoclip; en la segunda, calzada con unos tacos muy altos, Vecino aborda de un modo algo vacilante, la idea del striptease.
Pablo Rotemberg creó El cisne salvaje para un gran intérprete como es Pablo Bidegain. Un comienzo interesante con Bidegain enmascarado y hundido en un enorme sillón abre luego otras instancias más afines al del “stripper de despedida de soltera”,
con una sexualidad muy subrayada.
Finalmente Trunsky se mantuvo hasta cierto punto fiel al origen del striptease ubicando a sus intérpretes –venidas de la escena comercial, Fanny Bianco y Mariela Anchipi- en una atmósfera de burlesque (es por otra parte el nombre de la pieza) o varieté: el coreógrafo resolvió decididamente no abordar la idea del desnudo.
El programa completo impulsa, preguntas interesantes: ¿qué representa el striptease en la imaginación colectiva? ¿Qué representa el desnudo en escena, hoy?