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EL DÍA DEL ACTOR

Pero dice que tiene 64 para seguir actuando. El 18 recibirá un homenaje por su trayectori­a, en el San Martín.

- Juan José Santillán jsantillan@clarin.com

Hoy, Roberto Carnaghi cumple 80 años. El viernes 18 le hacen un homenaje en el Teatro San Martín.

Hace más de quince días que Roberto Carnaghi no tiene teléfono fijo en su casa, y al celular trata de esquivarlo. Es difícil de ubicar, pero mientras volvía del patio dice que escuchó sonar el aparato y lo atendió. “Lo agarré de casualidad, no le doy mucha bola. Lo del fijo es terrible, no lo puedo usar porque me dicen los de la telefónica que los cables están podridos. Me tienen harto”.

-Cumplís ochenta y lo festejás en el escenario del San Martín. ¿Te dan ganas de hablar de eso?

-No pienso que tengo ochenta, ¿sabés? Son los demás que de pronto descubrier­on que tengo ochenta pirulos y armaron toda una movida. En general, no lo digo porque te dan laburo acorde a lo que ven de vos y como nadie me da la edad que tengo...

-Se filtró.

-Sí, pero no la digo ni loco. Si decís en este medio que tenés ochenta son tan turros que no te llaman más porque piensan que te les podés romper en el escenario, o que te puede pasar algo y los terminás jodiendo. Siempre digo que tengo 64. No sé por qué se instaló que tengo esa edad y no la des- miento. Y ahora que todo está tan horrible en el país, y más con el laburo, trato de que nadie se entere.

-¿Y qué hacemos? ¿Damos todo de baja?

-No, dejá, qué se le va a hacer... Cumplo ochenta, sí, pero no le doy importanci­a.

-¿Tiene algo positivo llegar a esa edad?

-Sí, que llego trabajando y tengo la suerte de poder estar en el escenario de la Martín Coronado sin problemas de otro tipo. Ví tantas veces a compañeros cuando les falla la memoria... Eso es muy triste. Siempre festejo, más que nada por mi familia. Cuando era chico para mí ese día nunca fue especial.

-¿No te festejaban los cumpleaños?

-Ni el mío ni el de mi papá, mamá o mi hermana. No nos regalaban nada, era así y no había una explicació­n. Mi mujer me dijo que le pasaba todo lo contrario, así que empecé a festejar cuando me casé y tuve hijos.

-El mismo día que cumplís estás en el San Martín, donde hiciste un montón de obras y fuiste parte de su elenco. ¿Tiene algo de especial?

-Creo que sí, pero no lo pienso demasiado. Llegué ahí a fines de los ‘60 porque estaba en la Comedia Nacional con Luces de bohemia, de (Ramón del) Valle Inclán, donde hacía de soldado. Fue increíble porque recién salía de estudiar en el Conservato­rio y armaba esa obra junto a mis profesores. Al poco tiempo se incendió la Comedia y el San Martín nos cedió la sala, por eso considero que mi debut importante en el San Martín realmente fue- con Romance de Lobos, con Hedy Crilla, (Alfredo) Alcón, dirigida por (Agustín) Alezzo. Era un elenco enorme, con cerca de 40 actores, y Alcón fue mi profesor de teatro en verso.

-Ya venías trabajando antes por tu cuenta...

-Claro, a mí me llamó Alezzo para Romance... porque me vio dirigido por Alberto Ure en Salvados, una obra que prohibió la dictadura de Onganía. Y también hice con Ure Palos y piedras.

Alberto fue un referente muy importante. Tenía un monólogo larguísimo y después de un ensayo, en un café, me preguntó “¿qué tipo de actor querés ser?”. Y me empezó a nombrar tipos famosos que él considerab­a detestable­s. “Si no querés ser como ellos, entonces tenés que trabajar y poner siempre lo tuyo, porque si no te vas a quedar en lo mismo toda la vida”. Yo venía del Conservato­rio, de aprender textos rápidos sin poner nada propio. Ure cambió muchas cosas de lo que venía haciendo.

-Además de actuar, ¿de qué trabajabas en ese tiempo?

-Fui vendedor en una imprenta y jefe de costos en otra empresa de la que me dijeron podía llegar a ser gerente. Pero dejé todo, me aburría, y si trabajaba no me daban los horarios para actuar. Fui haciendo otras cosas, pero siempre buscando la actuación. Además, no pertenecía a la élite de ese momento, que iba más por todo lo del Actor´s Studio. Pero igual vieron algo en mí que interesó.

-De tus experienci­a en esas empresas, ¿tomaste cosas para armar el personaje “Carnaghi”, que después hiciste con Tato Bores?

-Esas fueron experienci­as laborales. A ese personaje lo armé “inspirado” en personas que frencuenté. Conocí mucha gente garca en mi vida. Y, además, no te olvides que ese Carnaghi era un argentino, muy argentino, alguien chanta y garca, muchas veces, por naturaleza. -Al comienzo me hablabas de la memoria y de lo triste que resulta para un actor empezar a perderla ¿Cómo estás con ese tema?

-Tengo buena memoria, pero no es la misma que hace 10 o 15 años. Estudio un poco más. La letra sin sentido es muy difícil aprenderla. Al sentido se lo da el escenario. Ahí sabés de qué estás hablando realmente. -“El Casamiento” te habrá costado... -Me costó mucho porque no entendía al director, pese a que nos explicó un montón de cosas. Luis Ziembrowsk­i, quien realmente lleva la obra, tomó una apuntadora en las vacaciones para poder hacer el personaje. Lo mío es más breve. Ahora que lo pienso mejor, no es que me costó, me negaba a decir la letra sin saber qué pasaba ni qué decía.

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MARTÍN BONETTO Actorazo. Se destaca en drama y también en comedia.

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