La Feria del Libro termina con alegrías y preocupaciones
Hubo potentes presencias culturales y stands innovadores, pero ventas desparejas en medio de la crisis editorial.
Hay una rutina que se repite cada año, y celebran quienes visitan la Feria del Libro porteña desde hace poco menos de medio siglo. Pero también sucesos e imágenes que definen a cada edición y la distinguen. ¿Por qué será recordada la Feria de este año? El accidentado acto de apertura que dio inicio a esta 44ª edición, con la irrupción de un centenar de manifestantes que impidieron que los funcionarios invitados pronunciasen sus discursos –el ministro de Cultura de la Nación, Pablo Avelluto, y su par en la Ciudad Enrique Avogadro se quedaron sin hablar- seguramente será un episodio recordado. Otros preferirán retener en la memoria las palabras que pronunció, en ese marco, la escritora Claudia Piñeiro, enfundada en una capa verde, cuando habló del rol que cabe a los escritores, en disenso con la autoridad y de la necesidad de que la promoción de la lectura sea una política de Estado sostenida. Muchos elegirán hacer foco en los párrafos del discurso que apun- taron a la discriminación histórica de las mujeres de la cultura. Piñeiro habló frente a un auditorio en el que no faltaron los pañuelos verdes, de apoyo a la campaña por la despenalización del aborto.
En relación a los incidentes, Oche Califa, director Cultural de la Feria dijo a Clarín, en estas horas: “La apertura de la Feria es un espacio de visibilidad pero lo que ocurrió nos perjudicó en todo sentido, empezando por el hecho de que los ministros invitados por nosotros no pudieran hablar. Incluso el discurso del presidente de la Fundación El Libro, que incluye planteos específicos del sector, ‘desapareció en el cosmos’. Pensar que no lo lamentamos es ofensivo para la tarea que nuestra Fundación realiza”. ¿Cambiará algo en adelante? “A lo largo de su historia la Feria tuvo presentaciones con participación abierta al público, algo que nos enorgullece, aunque quizás se decida reconsiderar la situación.”
La edición 2018 será también recordada por la inauguración de nuevos espacios, como el de Orgullo y Diversidad Sexual, que revelan una mayor inclusión de colectivos históricamente relegados del mapa cultural. Este espacio, y su auditorio, crecerán en próximas ediciones, anticipó Califa.
La Feria, que este año concentró 1.500 actividades culturales, tuvo el primer fin de semana -de cuatro díassu punto de mayor afluencia de público: el receso laboral coincidió con la presencia de invitados notables: se presentaron los estadounidenses Paul Auster y Richard Ford, el Nobel peruano Mario Vargas Llosa, la colombiana Piedad Bonnett, los españoles Arturo Pérez Reverte y Elvira Sastre y la francesa Yasmina Reza.
Luego irían desfilando otros, como el Nobel sudafricano Coetzee o el mexicano Juan Villoro, que compartieron el programa con decenas de autores nacionales, entre ellos Luisa Valenzuela, Jorge Fernández Díaz, Daniel Guebel, Juan Sasturain, Ana María Shua, Felipe Pigna, Martín Sivak y Sergio Olguín. Liliana Bodoc, fallecida en febrero, tuvo su homenaje. Y el Premio de la Crítica al Mejor Libro de Producción Literaria 2017 fue para José Emilio Burucúa.
También llegó la ex mandataria del Brasil, Dilma Rousseff, que ante 1.100 personas clamó por la libertad de Lula Da Silva, mientras que el ex presidente uruguayo "Pepe" Mujica no llegó a un homenaje previsto a Eduardo Galeano.
La movida juvenil, que se consolida como una de las más vitales de este evento, volvió a nuclear a miles de adolescentes en el Encuentro de Bookstagrammers, el de Bloggers y el de Booktubers. “Cada año vienen más chicos y su entusiasmo es inagotable”, dice Cristina Alemany, presidente de la comisión juvenil de la Fundación El Libro, organizadora de la Fe-
ria. “Fue muy buena la visita de Andreo Rowling y Javier Ruescas, de España, y Clau Ramírez, de México, como booktubers invitados. Los chicos ven la feria como un evento pop.”
El balance comercial de esta edición viene precedido por la pronunciada crisis que afecta al sector editorial y desde hace dos años registra una baja en la producción de libros y venta de ejemplares: según la Cámara Argentina del Libro, entre 2015 y 2016 se produjo una caída de un 12 por ciento en las ventas al sector privado, lo que sumado a la caída de las ventas al sector público, redundó en una baja del 25 por ciento.
En este contexto hostil hay pocos editores que celebran un repunte leve a moderado, mientras que otros admiten que sus cuentas se mantuvieron estables o arrojan saldo negativo, entre ellas, grandes cadenas como Cúspide y editoriales líderes, como Penguin Random House, que vendió "la misma cantidad que el año anterior", con Caos, de Magalí Tajes, El Origen, de Mariana Zuvic; y Más allá del invierno, de Isabel Allende, liderando
su ranking. "Todo indica que será una Feria un poco mejor que la del año pasado. La nota negativa es la baja en la compra de las bibliotecas populares", opina su director, Juan Ignacio Boido.
La menor venta de libros a los bibliotecarios obedece a que CONABIP no aumentó en 2018 el presupuesto que les otorga cada año: esto hizo que se compraran mucha menor cantidad que en 2017, debido a que, por la inflación, los precios de los ejemplares son más altos. “Calculamos cerca del 20 por ciento menos respecto a 2017 solo en las ventas facturadas a bibliotecas populares, eso perjudicó la venta general de los stands”, evalúan en Riverside.
Los editores coinciden, además, en que la Feria es un microcosmos que responde a una dinámica propia, por fuera de la realidad de las librerías, que sufren actualmente “una situación de asfixia”, según define Ignacio Iraola, director de Planeta, a raíz de los altos costos y la baja del consumo. Sobre lo que vendrá, en un año signado por la incertidumbre en materia económica, nadie se atreve a hacer futurología.
“Nosotros registramos cifras de venta similares a las del año anterior, lo que entendemos como un balance positivo” evalúa Mara Tomaino, jefa de Marketing de Cúspide. “Hubo un crecimiento en lo relativo al segmento juvenil. Y fenómenos como el de los youtubers que traccionan la venta de otros autores o géneros: Magalí Tajes -youtuber y standapera-, lideró las ventas y les llevó a comprar los libros de Elvira Sastre, que escribe poesía. Simone de Beauvoir fue otra de las escritoras que eligieron los chicos. Los libros de género también salieron en cantidad”, explica.
La editorial Planeta, peso pesado del sector, declara un aumento de ventas-en cantidad de ejemplar es cercano al 30 por ciento, con los libros sobre vida sana, divulgación y juveniles a la cabeza (María Dueñas, Paul Auster, Darío Sztajnszrajber, Gabriel Rolón, Marina Borensztein, Felipe Pigna, Almudena Grandes, Leonardo Padura y Chris Pueyo, fueron los autores más vendedores). Pero los medianos y pequeños expositores coinciden en que, con suerte, llegan a compensar los altos costos de alquiler de los stands y del personal. Y entre las independientes satisfechas, Libros del Zorro Rojo salió airosa con sus libros ilustrados, tendencia de esta edición (20 por ciento arriba, revela el editor Martín Evelson). Aunque caminar la Feria y hablar con los responsables de los stands de los medianos y pequeños expositores arroja un panorama desparejo.
En el stand de El Ateneo hablan de un 40 por ciento menos de venta, mientras que en el de Galerna vendieron cifras similares a las de la edición anterior –“Nos salvó Putita golo-
sa, de Luciana Peker, entre otros títulos de feminismo que salieron bien”, dicen, avalando otra tendencia, aunque notaron “menos público”, un dato en el que coinciden varios de los consultados.
“El 2017 fue durísimo y las caída del consumo difícilmente vaya a revertirse este año”, piensa Iraola. “Nosotros salimos airosos este año, pese a que los grandes grupos invierten cifras estrafalarias en un evento que sirve pero es caro y se extiende una cantidad de días acaso excesiva, que deja exhaustos a nuestros equipos. Tenemos claro que el público de la Feria no es el que sostiene la compra
durante el resto del año. Por eso el panorama es preocupante.”
“Nuestros números son positivos (5 por ciento arriba) gracias al éxito de libros muy buscados como Harry
Potter, El cuento de la criada y Magnetizado”, refieren en Riverside. Mientras que Kuki Miller, de De la Flor, dice: “En esta Feria vendimos más, pero de ningún modo indica que seguiremos así. Es el problema de inflar los porcentajes: corremos el riesgo de que se entienda que la tendencia en general se está modificando”.
En la misma línea, Leonora Djament, directora editorial de Eterna Cadencia explica que “con el correr de los días, si bien las ventas siguen siendo buenas, fue disminuyendo el
impulso inicial”. Vendieron bien los libros de Federico Falco y Gabriela Cabezón Cámara; la nueva novela de Salvador Biedma, Siempre empuja todo; y los ensayos de Piglia junto con la nueva edición de Roland Barthes
por Roland Barthes. “Es una buena feria, pero tenemos que estar muy atentos: la baja del consumo en general, la inflación, el alza en dólares del precio del papel, la retirada del Estado en lo que hace a políticas públicas de promoción del libro hace que tengamos un año por delante donde habrá que revisar permanentemente las estrategias editoriales.”
“Esperábamos una feria peor, en sintonía con la situación que se vive en librerías”, explica por su parte Carlos Díaz, de Siglo XXI. “El ecosistema del libro es muy frágil y el hecho de estar entrando de lleno en un tercer
año muy malo me preocupa profundamente. A esto se suman problemas para exportar y el crecimiento fuerte de libros importados, lo que hace que estemos atravesando una tormenta perfecta sin saber muy bien cómo reaccionar. La crisis golpea por igual a los grandes grupos y al resto de las editoriales. Nadie se salva.”
Miguel Lambré, director de Del Nuevo Extremo, agrega: “Las ventas para nosotros hasta la fecha han sido iguales al año pasado en pesos y mucho menores en unidades, calculamos una caída del 15 por ciento.”
Encuentro de cultura, una cantiad de cosas para ver y para escuchar, la presencia de la política y la crisis editorial. La Feria sigue teniendo mucho para dar. w
Se está reconsiderando si el año que viene el acto de inauguración será abierto al público.
La baja del poder de compra de los bibliotecarios apoyados por la Conabip se sintió.