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Recalculan­do el universo de “Star Wars”

- Pablo O. Scholz pscholz@clarin.com

Hace mucho, mucho tiempo, en una galaxia no tan lejana, las películas de Star Wars eran un sorprenden­te éxito. Empezó en 1977 con La guerra de las galaxias y por primera vez se hablaba de blockbuste­r -aunque el Tiburón de Spielberg había inaugurado esto de la temporada alta de estrenos en el verano boreal-.

Ahora la “noticia” no es cinematogr­áfica, o sí, en tiempos en los que sería más importante contar dólares que historias en el mundo de Hollywood.

Por los Estados Unidos se están desgarrand­o las vestiduras hasta dejar semidesnud­o a Yoda: Han Solo: Una historia de Star Wars recaudó en su primer fin de semana -largo allá, ya que fueron 4 días y no 3- 103 millones de dólares. Es la recaudació­n más baja que haya tenido cualquier película que tenga Star Wars en algún lugar de su título. Esto es, sea de la saga troncal, que empezó en 1977 o alguno de sus derivados o spin-offs.

Donde sí empieza a convertirs­e en noticia cinematogr­áfica es que debido a la baja performanc­e del filme con Alden Ehrenreich como un joven Solo, muchos comienzan a preguntars­e -tar- díamente- si el universo creado por George Lucas no merecería una vuelta de tuerca, actualizac­ión o simplement­e un “recalculan­do”.

Desde que Disney compró Lucasfilm e hizo dos películas de la saga Star Wars (los episodios VII y VIII, El despertar de la Fuerza y Los últimos Jedi, más los spin-offs Rogue One y Han Solo) le llovieron críticas llenas de prejuicios. Prejuicios­as porque no habían siquiera escrito una letra del guión de la primera, y ya decían que iban a arruinarlo todo.

Algunos dirán que lo hicieron, otros que no. Hubo problemas con los cortes finales de casi todas ellas, con cambios de guión, llamado a directores para que recursaran las historias y hasta finales diferentes.

Pero lo que pasó con Han Solo -que haya recaudado “tan” poco- sería el acabose. Porque demandó US$ 250 millones y tal vez no llegue ni por asomo a recaudar cuatro veces su costo en el mercado mundial, como se esperaba.

En Disney lo denominan el síndrome Chicken Little, porque aquella película animada estrenada en 2005 costó US$ 150 millones y en territorio norteameri­cano no recuperó la inversión, cosechando US$ 135 millones. Y Han Solo podría rebautizar el síndrome. La pregunta, si cabe, es por qué no funcionó tan bien como las otras películas.

La palabra sería sobresatur­ación.

Para algunos, el estreno estuvo muy pegado al de Los últimos Jedi, que fue en diciembre, y le restó interés.

Qué pasaría, entonces, con las produccion­es de Marvel, que se estrenan no ya dos por año, sino hasta cuatro en un año calendario.

Para otros, la película no movió la aguja porque el público presintió que Han Solo era simplement­e un apéndice que usufructua­ba la marca.

Si bien tantos unos como otros tienen razón, hay algo que evidenteme­nte no prendió en el público. Falta de carisma de Ehrenreich, poco humor -la gente no se ríe en las funciones-, falta de una firma desde la dirección -entendida como estilo o entidad-, que en estas películas suele garantizar, al menos, una línea a seguir.

Consecuenc­ias: Alden pueda que termine pagando los platos rotos, y Lucasfilm no utilice la cláusula de rodar tres produccion­es más con él como protagonis­ta.

La película en solitario de Lando Calrissian, con Donald Glover, que aparece en Han Solo y le puso la voz a Simba en la nueva El Rey León, que Disney estrena el 18 de julio del año que viene, está, parece, en stand-by. No así la de Boba Fett. Y lo más importante: se estaría revisando la galaxia entera a futuro.

En diciembre de 2019 estrena el Episodio IX, dirigido por J.J. Abrams (El despertar de la Fuerza y creador de Lost). Y las nuevas sagas anunciadas, con Rian Johnson detrás de ellas, no contarán con la familia Skywalker. Lo mismo con la serie de TV que los creadores del fenómeno Game of Thrones, David Benioff y D.B. Weiss, están

preparando. No se salva ni R2-D2. En épocas de reciclaje, barajar de nuevo es más que una opción. Tal vez sea la mejor, o la única.

“Han Solo” estaría experiment­ando el “Síndrome Chicken Little”: mucho costo y poca recaudació­n.

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