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Contar una historia y recordar al padre

La realizador­a estrena el jueves “Matar a Jesús”. Fue codirector­a del éxito “Escobar, el Patrón del mal”.

- Federico Ladrón de Guevara flguevara@clarin.com

Quiénes son las víctimas en esta sociedad tan desigual?”, se pregunta la directora colombiana Laura Mora, cuya pelí cula, Matar a Jesús, se estrena el jueves. “¿Los que mueren? ¿Los que matan? ¿Todos juntos?”.

Una producción colombiana-ar- gentina, el filme cuenta la historia de Paula, de 22 años, una estudiante de artes plásticas que cursa en la universida­d pública de Medellín, y una tarde, volviendo a su casa, es testigo del asesinato de su padre, un prestigios­o profesor de ciencias políticas.

Poco después, en un boliche, la joven se encuentra con el sicario, que se llama Jesús, y se le plantea un dilema: en qué se convertirí­a si ejecutara una venganza.

“De alguna manera, es una película autobiográ­fica: a mi padre también lo mataron”, explica Mora, que fue codirector­a de Escobar, el Patrón del mal, la exitosa serie que abordó la historia del extravagan­te capo narco.

Hasta ahora, Matar a Jesús ha recibido varios premios en diferentes festivales, entre ellos, el de la Juventud, en San Sebastián, y el Coral Especial del Jurado, en La Habana.

En The Hollywood Reporter dijeron que “Mora, de manera inteligent­e, ha reservado su rabia, no para los asesinos, sino para la sociedad que los convierte en asesinos”.

Hincha del Deportivo Independie­nte Medellín, fanática de la salsa, Frank Sinatra y el neorrealis­mo italiano, Mora, de 37 años, estudió cine en Melbourne, Australia. Y nunca había pensado en filmar la historia del asesinato de su padre hasta que, “en un sueño”, se encontró con el sicario.

“Mi padre era abogado y académico”, profundiza Mora. “Lo mataron en el 2002. La diferencia con Paula, la protagonis­tade la película, es que yo no vi al sicario”.

-¿Quién mató a tu padre?

-No lo sabemos... No lo hicieron para robarle... Estuvo muy preparado... Podemos intuir que tuvo que ver con alguno delos casos que él llevaba, y que los autores estaban ligados a los paramilita­res, pero no hay nada concreto. El Estado no logró darnos ninguna certeza. Mi padre era alguien de “centro”, inspirador, de una humanidad increíble... Pero no era un jefe sindical ni nada por el estilo. Le gustaba mucho el tango. Y Borges. En 1999, el último viaje que hicimos todos juntos fue, justamente, a Buenos Aires.

-¿Qué cambió en tu familia con la muerte de tu padre?

-Yo enloquecí un poco... Y por eso decidí irme a vivir a Australia. Mi hermano mayor, que es artista plástico, tuvo quedesaten­der su carrera y ocuparse del lugar de mi padre... Mi mamá se deprimió. Y renació hace tres años... Mi papá había sido su novio desde que tenían 14 años. La violencia tiene consecuenc­ias nefastas. Repercute en las familias, en los individuos... Hay formas explícitas de la violencia. Y otras mucho más profundas. Vivimos en una sociedad elitista, que excluye al otro permanente­mente.

-¿Qué experienci­a te dejó haber trabajado antes en la serie de Pablo Escobar?

-Antes de esa serie había hecho algunos cortos, comerciale­s... Para Escobar... me convocó Carlos Moreno, un maestro. Fue muy enriqueced­or. Filmamos durante unos diez meses a un ritmo vertiginos­o. Me tocó hacer el rodaje más fuerte, el dela acción... Fue, como me decían mis compañeros en el set, un bautismo de fuego.

-Natasha Jaramillo, la protagonis­ta de “Matar a Jesús”, no era actriz. ¿Cómo la elegiste?

-Quería que los actores no fueran profesiona­les... Una vez fui a ver un documental al Museo de Arte Moderno demedellín. Mi novio la vio y me dijo que le hacía acordar a mí cuando yo tenía su edad... Al principio ella no quería actuar. Pero la convencí. Y nos hicimos muy amigas. Hoy ya es como una hermanita...

-En la película, Natasha dice varias veces la frase “hay que mantener viva la inquietud”. ¿De dónde viene eso?

-Es algo que decía mi papá a cada rato: hay que hacerse preguntas todo el tiempo. Es una forma de homenajear­lo.

-¿Se puede plantear la idea de que la película está a favor del perdón?

-El perdón es un sentimient­o ligado al orden católico... Creo que soy incapaz de perdonar a los autores intelectua­les del asesinato de mi padre, pero tengo la capacidad de resistir para no convertirm­e en lo mismo que ellos. Lo mío, en todo caso, es una oda a la resistenci­a, el único lugar donde habita la esperanza.

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Ficción y realidad. En el filme, una estudiante ve el asesinato de su padre. Al de Mora también lo mataron.

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