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El rap por los niños fecundados y nacidos que piden monedas en el subte

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

A Pablo Carballo no se le pregunta nada. Ni falta que hace. Es rapero. Hay que dedicarse a seguirlo y escuchar. A veces, tratar de saber algo más puede resultar estentóreo, molesto y algo peor: puede conducir a la “historia de vida”, un género periodísti­co demasiado tendiente a la beatitud.

Hay huellas de Carballo en la web. En la Línea D del subte lo conocen todos. Cuando abre la boca, su flow es una experienci­a verdaderam­ente respetable y sana. Pensás, por fin alguien que no recurre a facilismos antimperia­listas.

Tiene trentipico y lleva puesta una gorra con visera. Aparece con su parlante y su micrófono mandando mensajes directos. Rapea contra la explotació­n infantil y mientras lo hace no se olvida de difundir su ONG, Mirame a la cara, cruzada unimembre que empieza cuatro años atrás, cuando un vendedor ambulante de ocho, diez años le pide una canción. Pablo le dice: “Mirame a la cara”. Las miradas se cruzan y Pablo, que carga con sus propios recuerdos de abandono, entiende que él también podría haber terminado mendigando.

... -Te deja temblando -dice Ana Laura, una pasajera con discurso-. Son líderes humildes que no se perciben fácilmente, pero que están, están, y deberían ser opción en no más de cinco años.

Mirtha y Susana lo simplifica­rían dándole la medalla de héroe anónimo.

No dé monedas y no compre nada de un niño, la explotació­n infantil es un delito federal y te permite denunciarl­o llamado al 102. Darles plata un día es marginarlo­s el resto de su vida. Si lo sabés usar, el rap es un arma.

¿Cuántos niños se usan para pedir y lograr empatía?

... En plena campaña por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito, Carballo pelea por los niños ya fecundados y nacidos, pibitos que están todo el tiempo entre nosotros y nuestra enorme capacidad para formalizar la miseria.

Pablo ironiza.

Son tan chiquitos que tal vez por eso podemos hacer de cuenta que no los vemos. Pero están, saben pedir y piden más por una monedita que por mamá o papá. Están en todos nuestro viajes. Les oficializa­mos la condición de explotados y la gente lo único que quiere es salir de ese lugar de pasajero incómodo. Pablo rapea en voz alta: QUE ESTO NO QUEDE ACA/DARLES DINERO ES FINANCIAR SU ESCLAVITUD/DIFUNDIR Y HACERLO CARNE/NO TE QUEDES CALLADO/DENUNCIA/NO IGNORES/NO SEAS NEUTRO.

Aquí y ahora nadie se cuestiona cuándo se inicia la vida porque, lamentable­mente, ya se inició. La señora le da la moneda porque quiere sacarse el tema de encima. A Pablo lo graban y sus videos van a parar a Youtube. El mensaje se va reproducie­ndo. Carballo impulsa su iniciativa en redes sociales. Facebook oficial: mirame a la cara. Instagram oficial: Miramealac­ara_

Ves chicos trabajando y decís: es porque no tienen para comer, entonces sacás dos pesos y se los das. Al rato llegás a tu casa, te sentás en la mesa a comer con tu hijo y le decís que no se drogue, que estudie mucho y que piense en su futuro. ¿Y al que le diste dos pesos? ¿A ése que se arregle? Yo sé que nadie puede hacerse cargo de la sociedad, ¿pero por qué lo que yo puedo querer para mi sobrina o vos para tu hija, no lo podés querer para alguien más? (...) La misma gente cruzándose­los todo el tiempo y naturaliza­ndo su condición de pibe que tiene hambre... Mirá, si yo que no tengo laburo estable, que fumo porro y no soy muy centrado que digamos, puedo darme cuenta de la necesidad de un chico, ¿qué le pasa al que realmente tiene más capacidad? ¿O tal vez desarrolla­r el intelecto sea perder la humanidad?

...

Le gusta que lo vean como “un perro guardián de las infancias”. Igual que los viejos cantantes de protesta, asume que corrés riesgos con las mafias de adultos que lucran con infancias clandestin­as.

Es raro, me ofrecieron grabar un disco. Gente con posibilida­des que viene y hace hincapié en el rap, en mi buen ritmo. Lo que me llama la atención es que de los chicos y de su situación no me dicen ni una palabra.

Según UNICEF, un 7% de los niños de entre 5 y 15 años es víctima de explotació­n laboral. Según Pablo, “los chicos generan guita”.

... Pasamos de la novedad del músico callejero, a la necesidad de vagones en silencio.

Al principio nadie se inmutaba, pero poco a poco desperté el interés de los viajeros del subte D.

Lo ves y hay dos tipos de reacciones. Algunos lo escuchan con modo aplauso y otros lo ven llegar como una piña de Mike Tyson.

El problema es que ya lo sabés todo acerca de esto. Lo aprendiste como aprendiste que no se roba y que mentir está mal. Pero cuando Pablo se va, será nada más que una moneda o un billetito contra la indiferenc­ia y la indefensió­n.

Hoy tengo fuerza, me siento potente. Tengo claro que me expongo, sé que por agarrar un micrófono voy a seguir sufriendo consecuenc­ias. En la línea de subte que frecuento viaja gente que estudia y que tiene su trabajo, personas que tienen recursos, buen pasar. Eso se nota. No pude ser que no se den cuenta de la explotació­n infantil y que no agarren ese celular que tienen para denunciarl­o. El 102 es el número para estas denuncias. Hay que interesars­e, hay que tener un poco de voluntad. A mí lo que me sobra es la voluntad. No sé si llegaré a estar vivo para notar el cambio, pero sé muy bien que todos ustedes me están escuchando.

Si es hora pico, mejor, más gente que lo escucha. Ahí donde uno maldice, transpira, siente ruido y se ahoga, Pablo nada, rapea o lee rodeado de masas. Improvisar, para él, es casi una ideología. Miles de niños de hambre por día.

Lo leyó Carballo antes de bajarse. Probableme­nte sea el único músico callejero que pasa un mensaje que no tiene que ver con él.

Voy al subte a buscar algo que se llamaría generar conciencia, y a lo sumo creo que puedo llevarme el éxito personal como cantante. Creo que nadie quiere ser un poco original y tener huevos para una causa. A mí me interesa ser libre. No quiero pertenecer. ¿Qué pasaría con cualquiera de nosotros si quisiéramo­s hacer algo de manera totalmente desinteres­ada? Lo único que busco es una libertad bien mía que me permita decir que llegué a morirme sin soportar nada de lo que me rodeó. Y que luché hasta donde pude. Y que lo hice con las reglas de los demás: decoro, educación...

No bien se baja del vagón sube una nenita que apenas supera el metro de infelicida­d. Tiene moco y reparte mecánicame­nte estampitas de San Cayetano que apoya en las piernas de los que estamos sentados.

Le damos la miseria que se les suele dar, pero en uno de esos gestos magnánimos le devolvés la estampita del santo patrono del pan y del trabajo. Error. Habría que haberse quedado con la figura.

Por la nena. Y por uno mismo también.w

“Me ofrecieron grabar un disco. Lo que me llama la atención es que de los chicos no me dijeron nada”.

 ?? CRISTINA TERCEIRO/EFE ?? Artista subte. Carballo difunde su ONG (“Mirame a la cara”) rapeando en la línea D sobre la explotació­n infantil.
CRISTINA TERCEIRO/EFE Artista subte. Carballo difunde su ONG (“Mirame a la cara”) rapeando en la línea D sobre la explotació­n infantil.

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