¿Viajar a la luna o estar en la luna?
El director Daniel Casablanca analiza su trabajo con el grupo, sobre la obra que hacen en el Paseo La Plaza.
Miembro del mítico grupo Los Macocos, actor todo terreno y director por encargo, Daniel Casablanca tiene un año intenso. Viaja desde su personaje en Toc-toc, el taxista que no para de hacer cálculos, a la dirección de actores de Aladdin, musical que estrenará en vacaciones de invierno. También dirige otro proyecto infantil de calidad, La pipetuá lunática, reciénestrenada en el Paseo La Plaza. “La pipetúa es un grupo totalmente autogestivo -dice Casablanca-. Tenían una idea de temática y me llamaron para que les marque los números que querían desarrollar. Quisieron trabajar el tema de la luna. Empezamos a pensar qué significaba para un nene viajar a la luna y también lo que significa socialmente estar en la luna”.
-¿Qué les atrajo particularmente de eso?
-En la escuela eso no está muy bien estar en ese estado y si “están en la luna” hasta los medican a los chicos para que salgan de eso. Así, encuentran la solución a la caída de atención de un niño que también se puede dar porque no le gusta lo que están hablando, incluso porque el profesor explica mal. Medican y con eso se sacan el tema de encima.
-¿Y qué pasa con eso fuera de la escuela?
-Cuando salen del colegio los niños están híper estimulados y hay poco tiempo para estar en la luna, que es la posibilidad de colgarse y generar un momento creativo. El espectáculo es una obra de ensueño, porque quizás los personajes planean un viaje, pero nunca salen del garage de su casa. Hacen una performance moderna armada con cosas que pueden estar en el jardín de nuestras casa. La obra va en esas dos líneas: el viaje real a la luna y, por otro lado, el estar en la luna como lugar un para descubrir mundos distintos.
-¿Cómo fue tu intercambio, desde la dirección, con La pipetuá?
-Los conozco hace años, presentamos en el teatro San Martín este proyecto y nunca avanzó. Este grupo tiene algo similar a lo que hacíamos con Los Macocos: laburan la autogestión y desde ahí ponen su estética para ahondar en una temática determinada. No minimizan la creatividad porque trabajan para chicos, sus espectáculos pueden verlos cualquier persona. Creo que si te ponés demasiado infantil los primeros que van a descartar un material de ese tipo son los nenes.
-¿Qué define para vos, un director que dirige por encargo, la estética de este grupo?
-La pipetuá genera la traducción en imágenes de un mundo poético de juego y de clowns. Y en este espectáculo dieron un paso muy grande y profundizaron su estética.
-¿Vuelven los Macocos?
-Festejamos los treinta años en el Astral (2015). Los cuatro (además de Casablanca, Marcelo Xicart, Gabriel Wolf, Martín Salazar) estamos ocupados, tenemos un material nuevo, pero es imposible juntarnos a ensayar por lo complicado que estamos con los horarios. Esa nueva obra está en carpeta y veremos cómo la haremos, porque el teatro comercial tiene límites para la creación. Y el independiente no te permite producciones grandes. Es complicado momento y plata para los proyectos propios. En ese sentido, La pipetuá logró un buen respaldo de producción y siguen con el deseo intacto. Eso vale un montón.