Una tormenta (casi) perfecta
Autor: William Shakespeare. Directora: Penny Cherns. Con: Alexia Moyano, Malena Solda, Osqui Guzmán, Marcelo Xicarts, Gustavo Pardi, Iván Moschner. Teatro: San Martín Funciones: de jueves a domingo. La temporada internacional del Complejo Teatral de Buenos Aires presenta La Tempestad, con dirección de la británica Penny Cherns y actores locales: Malena Solda, Osqui Guzmán, Marcelo Xicarts, Gustavo Pardi, Iván Moschner, Martín Slipak y Alexia Moyano. Está basada en la traducción de Marcelo Cohen y Graciela Speranza, algo no menor porque esta versión respeta la estructura en verso, valora ese rasgo del original sin perder, por otro lado, cierto anclaje en el castellano rioplantese.
Pasada por este tamiz, este acercamiento a La tempestad delinea aspec- tos generales de la puesta en escena y por supuesto, de la interpretación. Lo que define a este espectáculo son algunos pasajes por los que atraviesa: una directora inglesa y actores argentinos, una traducción intervenida por nuestra mirada del castellano transmitiendo las motivaciones del autor británico. Y viceversa. Esas tensiones generan una de sus marcas más notorias.
Obra tardía de Shakespeare, La tempestad, fue una especie de despedida del autor. Después escribió sus últimos textos en colaboración. Leída en clave de comedia, no sólo por sus zonas de comicidad, sino por su desenlace “feliz”, es una obra de reconciliación y tregua de las pasiones. Incluso optimista: propone la siembra del futuro a partir de los hijos y las nuevas generaciones.
Por otro lado, tiene elementos que han liberado sus aproximaciones hacia lo fantástico, uno de los extremos fue la reciente Amaluna, del Cirque du Soleil inspirada en La Tempestad. Estas fueron habilitadas, sobre todo, por los poderes del mago Próspero (Guzmán), su mano derecha, el espíritu Ariel (Solda) y lo extraordinario de casi todo lo que sucede en la isla donde están confinados. En el inicio, Próspero desata una tormenta con la ayuda de Ariel, que hace naufragar el barco de sus rivales.
Lo narrativo es simple. El duque Próspero ha sido expulsado de Milán por una trama de poder que involucra a su familia cercana. Traicionado pasa sus días en una isla con su hija Miranda (Moyano) y Calibán (Pardi), un nativo del lugar. Cuando arriban sus rivales a la isla, Próspero armará una venganza para luego redimirlos, abandonar la magia y regresar en paz a su patria. El protagonista está marcado por la relación con su hija y el modo en que arregla su boda con Fernando (Slipak), hijo del Rey de Nápoles y uno de los náufragos en la isla. De ese casamiento saldrá lo nuevo, la alianza pacífica entre reinos.
Guzmán tiene un antecedente notable como actor en teatro en verso, El niño argentino, de Mauricio Kartun. Aquí su personaje es complejo de sostener por los planos de fantasía en contrapunto con el rigor de sus textos. Sin embargo, elabora un sólido Próspero. Ariel, a cargo de Solda, es otro protagonista del espectáculo. La actriz propone un tímido acercamiento musical que no termina de asentarse. De todos modos, Solda y Guzmán arman una buena dupla en el espectáculo. Xicarts, Moschner, Slipak y Pardi poseen dos personajes cada uno y son claros en marcar las diferencias. No entorpecen la trama.
Por último es un espectáculo que se lleva bien con los niños. Peter Brook en su versión de La Tempestad del ‘68 apostó a cierta ingenuidad de lo simple para resolver en escena la complejidad de esta obra de Shakespeare, algo que la ligaba, según Brook, a ciertos juegos de la infancia. De hecho, antes de estrenarla para el público adulto, como hizo en varias de sus producciones, invitó a niños como sus primeros y más sagaces espectadores. Y le funcionó.
Asistí a ver esta versión de La Tempestad con mi hijo de nueve años y durante dos horas otorgó una buena carga de atención por las alteraciones del mago sobre la realidad, sus rivales o sobre las pasiones de su hija con su pretendiente. Síntoma de que algo funciona nítidamente en la puesta de Cherns.w