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La increíble historia de una influencer de 7 años

Huyendo del desastre nuclear de Fukushima, sus padres abrieron una boutique vintage. Y allí nació la estrella.

- Pablo Raimondi praimondi@clarin.com

Una “princesa rosa” de la generación I (Instagram) que hace furor en Internet por su look. Que asiste a presentaci­ones de Chanel, posó para revistas como Vogue, Elle y se catapultó a la fama por un video que le hizo Vice.

No estamos hablando de alta costura, top models, críticos de moda o promesas de la pasarelas. No. ¿Quién es esa (pequeña) chica que se acercó a la moda de la mano de su madre?

Se trata de Coco Hamamatsu (Coco Pink Princess), una niña japonesa de sólo 7 años que puede posar en imágenes profesiona­les con zapatos y pantalones Balenciaga, cartera Marc Jacobs, chaquetas Gucci, remeras Helmut Lang, conjuntos Vintage y relojes Burberry, entre varias marcas de renombre. Una influencer 100%.

Al cierre de esta edición, esta modelo publicitar­ia talle XS -que vive en Harajuku, Tokio- cosecha 567 mil seguidores en Instagram, su último posteo fue comentado por 800 personas y visualizad­o por unas 90 mil.

Al repasar su historial en la red social centennial por excelencia, se observa una inquietant­e mezcla en su estilo: entre la ternura e inocencia infantil y la marketiner­a, fría y frívola adultez del mundo de la moda.

Es que esta tokiota, por más que en la intimidad no deje de jugar con sus muñecas o le dé de comer a los peces carpa en el estanque de su casa, posa ante las cámaras con cierto gesto adusto y desafiante, fiel al prototipo street style. Y en Internet, muchos la relacionan con la estadounid­ense Tavi Gevinson, aquella bloguera que con sólo 11 años- se metió a los codazos en el mundo del fashion blogging con Style Rookie, a los 12 se sentó en el front row de Dior y a los 14 tuvo revista de moda propia: Rookie Mag.

Pero Coco Pink Princess no es sólo un ícono de las redes. Su presencia es reclamada en eventos top, dónde figuras como el rapero Tyga o la modelo francesa Caroline de Maigret no dudaron en fotografia­rse con ella.

Al desmenuzar la figura de esta it girl, asoman las costuras de una muñeca zurcida bajo un inteligent­e plan familiar. Sus padres, luego de escapar del terremoto y desastre nuclear en Fukushima (2011), se mudaron a la exclusiva zona de Harajuku, punto obligado para los que quieran marcar vanguardia en Tokio.

Allí abrieron Funktike, una boutique vintage por el cual anda Coco, probándose ropa de toda forma y color, aunque esta mini diva japonesa tiene un estilo bien definido: entre el punk, el caricature­sco y tierno kawaii tamizado por la improvisac­ión misma, el normcore. Eso sí, jamás pierde su aura infantil: acá no hay maquillaje o prendas que la adulticen mucho.

Coco, desde su flequillo mob y nariz diminuta que apenas puede sostener los anteojos gigantes con los que posa, confiesa que su prenda de vestir favorita es un abrigo de piel morado, sombreros y zapatillas deportiva.

En el video filmado para Vice, la pequeña Hamamatsu representa a una niña quien -influencia­da en sus amiguitos que pasaban largas horas frente a Instagram- decidió tener cuenta propia. Eso sí, bajo la tutela de Misuto, su madre, quien confiesa que su hija estaba obsesionad­a con tener una “K”, la letra que representa a los 10.000 seguidores en Instagram. ¿Una fijación de Coco o de su madre?

Quien sabe, lo cierto es que la pequeña influencer apareció por primera vez en su cuenta con sólo 5 años luciendo un vestido de manga corta estampado con flores, medias blancas y su caracterís­tico flequillo.

Desde aquella espontanei­dad, frescura y sonrisa, todo mutó a la seria hiperprofe­sionalizac­ión de cada toma actual, con un ensamblado de marcas de elite sobre la nena. Su madre declaraba a Elle que Coco está a cargo de su imagen ya que elige entre varias opciones antes de publicar una foto y que la popularida­d que ganó en las redes “es una forma de educarla para enfrentar el mundo”.

El futuro de Coco parece, por el momento, no tener techo. Su disciplina e imagen en las sesiones fotográfic­as, es un imán para las grandes marcas, ávidas por estas pepitas de oro. Según los padres de Coco “ella se divierte tomándose imágenes y obteniendo popularida­d”. Pero el gesto serio de la niña parece reflejar otra cosa: la eterna adiccción de los padres llenándose los bolsillos a costa de su hijo.w

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Es el verdadero nombre de esta modelito que tiene 567 mil seguidores en Instagram. Las revistas de moda se desviven por su look.
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Coco Hamamatsu.
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