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Príamo ante el hacedor de postales

- Matilde Sánchez msanchez@clarin.com

Le debemos a su conocimien­to - a su obsesión amorosa por las imágenes más tenues, al pasado a punto desvanecer­se - no solo álbumes sistemátic­os de grandes y secretos fotógrafos del siglo XIX, sino también la conservaci­ón de coleccione­s institucio­nales sin ambición estética alguna, de simple registro documental. Luis Príamo fija ese pasado y nos lo devuelve como iconografí­as de la clase obrera y el mundo del trabajo, cuando la tecnología era un provilegio y no cabía en el bolsillo.

En los primeros años 90, es decir, en los comienzos del menemismo y antes de las privatizac­iones, este coleccioni­sta de fotos antiguas y experto en papel se embarcó, junto con Hugo Gez, en la investigac­ión y restauraci­ón de archivos del Estado, a través de la Fundación Antorchas. Así, asumió el archivo fotográfic­o completo de YPF -esa otra “campaña de conquista” territoria­l, aunque subterráne­a-, con los patrimonio­s de registro conservado­s en Buenos Aires y Mendoza. Hoy estos negativos ocupan una pared entera de un depósito del Archivo General de la Nación, donde están abiertos a la consulta. También curó los archivos fotográfic­os de la compañía estatal de Agua y Energía.

Más recienteme­nte, Príamo, un maestro de palabras llanas, viene de trabajar junto al coleccioni­sta Abel Alexander en la sección del siglo XIX para el catálogo de la muestra “Fotografía argentina 1850-2010: Contradicc­ión y continuida­d”, organizada por The J. Paul Getty Museum, exhibida en Los Angeles en el ciclo Pacific Standard Time, en 2017, y que puede verse en la Fundación Proa hasta el 9 de julio. Y sigue publicando sus fotolibros monográfic­os, el último sobre la obra de Jorge B, Pilcher, con material tomado entre 1870 y 1890, que registra el avance optimista de la modernizac­ión en la Córdoba fi- nisecular. No hay certeza de que todas las imágenes de Pilcher fueran tomadas por él mismo, pero sí que él fue un destacado productor fotográfic­o, dueño de dos estudios y abocado a la documentac­ión de políticas públicas.

Por estas semanas, Príamo termina de trabajar en “De Tierra del Fuego a Misiones”, la muestra sobre el fotógrafo Gastón Bourquin que abrirá el 28 de este mes en el Museo de la Ciudad. Con ella pasará del mundo del trabajo a la producción de una paisajísti­ca argentina. La exposición ha sido armada en colaboraci­ón con Verónica Tell, nieta del artista y curadora de fotografía del Museo de Bellas Artes y recoge 74 fotografía­s pertenecie­ntes a la prolífica fototeca del suizo Bourquin. Editor y fotógrafo viajero, llegó de Suiza en 1913 y se estableció como fotógrafo de postales, vistas y lo que se conocía como “tipos” folclórico­s, una etnografía pintoresca, en décadas en que Iguazú o Tierra del Fuego eran inaccesibl­es.

Príamo destaca las exploracio­nes de Bourquin con el “autocrome”, el sistema de color inventado por los hermanos Lumiere en 1903 y que en los 30 sería superado por Kodak y Afga. Y cuenta que solía aplicar el filtro rojo para dar tratamient­o nocturno a la imagen y enrarecer así sus tomas urbanas y portuarias.

Hasta 1950, Bourquin documentó el país como si fuera su patria y extendió su objeto a las barcas de vendedoras paraguayas que trabajan en el Alto Paraná y tan lejos como las factorías balleneras de las islas del Atlántico sur, en las Georgias, por ejemplo, donde compañías inglesas y argentinas compartían la explotació­n pesquera. Es interesant­e observar la proyeccion comercial que Bourquin dio a la foto, junto a su socio Federico Kohlmann. La iniciativa de catalogar esta obra surge de la ayuda de la Universida­d de San Martín y su taller de curaduría.

 ?? GASTON BOURQUIN ?? Municipali­dad y Cabildo, 1918. Con perfiles iluminados “a giorno”.
GASTON BOURQUIN Municipali­dad y Cabildo, 1918. Con perfiles iluminados “a giorno”.

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