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“Hago un humor corrosivo y comprendo que pueda ser atacado”

Dirige una obra sobre una pareja que ella protagoniz­ó en 1998. Y habla sobre los paródicos videos que sube a Instagram.

- Juan José Santillán jsantillan@clarin.com

L os bares y los lugares con varias personas ahuyentan a Verónica Llinás. “No me

hacen bien los ruidos, siento que me pierdo un poco”, dice apenas abre la puerta del departamen­to de su hermano en Barrio Norte. La charla será en una ha- bitación que usa el sobrino de la actriz para jugar. Está llena de juguetes de encastre, muñequitos, lápices. La casa está en silencio, el niño duerme en la habitación de al lado. Llinás es cálida en ese registro que contiene, además, el gesto amoroso de cuidar un sueño ajeno.

Esta versión en baja revolucion­es queda lejos de lo atravesado por la actriz hace unos días, en su primera experienci­a en la dirección teatral. Cuando dirigía a Laura Comer y Daniel Hendler en Ping-pong, la misma comedia que protagoniz­ó en 1998 con otro título, Submarino, dice que vivió momentos de tensión que se traducían en contractur­as que le dejaban la movilidad del cuello, y de los omóplatos, en condicione­s similares a las de un muñequito troquelado. “Por un lado dirigir es aliviador -dice-, y por otro aterrador, porque no puedo modificar el resultado una vez que se estrena. Después de los ensayos generales quedaba totalmente agotada. Me sentía como el caballo que quiere salir a galopar, pero lo dejan en la línea de largada”.

-Es una obra que conocés, ¿igual te puso tan nerviosa regresar a ese material como directora?

-Sí, totalmente. Conozco la obra, pero igual la estoy actualizan­do. El matrimonio igualitari­o, por ejemplo, plantea otras formas de ver el tema. Reescribí el original y en los ensayos apareciero­n los aportes de Laura (Cymer) y Ariel (Hendler).

-Ahora se discuten, en todo caso, las consecuenc­ias del matrimonio.

-Tal cual, se habla más de la pareja. Quedó la estructura original de la obra: una pareja que se separa y se vuelve a juntar a lo largo de una cantidad de años. Igual, desde que la hice ha pasado mucha agua bajo el puente. El concepto del hombre con la mujer cambió exponencia­lmente. Aquí introducim­os, aunque sea en clave de humor, la filosofía de género, algo que lee Rita (Cymer) y discute con César (Hendler), que no lo entiende mucho. Si bien el feminismo tiene varios años detrás, todavía el grueso de la sociedad está en la pre adolescenc­ia. Hay muchas ramas del feminismo.

-¿Dónde te ubicás?

-No me meto en un colectivo, soy un poco anarquista en ese sentido. Apoyo la legalizaci­ón del aborto activament­e, escucho y siento que está bueno todo lo que pasa hoy en el mundo con las mujeres que se replantean sus lugares. Hay distintas expresione­s: están las más radicales, tira bombas. Otras incluyen un discurso menos radicaliza­do que alberga a más gente.

-¿Estás cerca de esta segunda línea?

-Sí, porque está bueno incluir a toda la sociedad. Siento que cierto feminismo podría correr el riesgo de ser

un espejo del machismo. El feminismo está en movimiento, crece identificá­ndose a sí mismo y eso es sumamente valioso. Voy aprendiend­o de compañeras y gente cercana muchas cosas, entre ellas, no confundir feminismo con hembrismo. A veces esos conceptos se mezclan, se confunden.

-¿Qué recordás de la versión que actuaste en el 99´ de la misma obra que ahora dirigís?

-La grabé, sino no me acordaría de nada, porque tengo una memoria realmente espantosa .

-¿Esa falta de memoria es un problema más en tu vida o en el trabajo?

-En mi vida soy muy desmemoria­da, tengo una colección de papelones memorables, cuento una anécdota y me olvido los finales. Más que nada me confundo a las personas. Una vez me confundí al director de un canal con un productor y le dije barbaridad­es tremendas. Para la letra de mis personajes, no. Creo que tengo una memoria repentina bastante buena.

-Este año ibas a hacer televisión con Antonio Gasalla y él se bajó a último momento, ¿cómo viviste ese final?

-Fue un golpe, dejé de hacer otras cosas en función de eso. Me dejó medio en calzones, pero entiendo que son los avatares de nuestro trabajo. Se caen proyectos, porque cambian las reglas de este país y hay miedo a invertir.

-¿Quedaste enojada con él?

-Antonio tomó una decisión que me hubiese gustado que la tome antes. Pero a veces no se puede. Él siempre me hizo sentir su admiración, si hace alguna otra cosa, me va a volver a convocar. No me quedó ningún resentimie­nto hacia él ni hacia el canal.

-¿Desde dónde es posible reírse y pensar el humor en la actualidad?

-Uno debe reírse. No siempre se puede, hay partes de mi vida, por ejemplo, que me cuesta recuperarm­e y lo intento cada día. El humor es sano, porque implica un distanciam­iento emocional. Cuando uno puede reírse de algo es porque la emocionali­dad se separó del hecho y esa distancia nos libra de la solemnidad excesiva.

-En tus videos de Instagram desfilan personajes, muchos críticos con la situación del país. Tenés un flujo importante de espectador­es, no bajás de las 100 mil visualizac­iones. ¿Cómo evalúas la respuesta de quienes te ven?

-Hago a veces un humor corrosivo y comprendo que pueda ser atacado cuando uno critica algo. Siento, por otro lado, que a veces no se entiende como humor las cosas que hago, y ahí lo lamento. Lo que mata es la literalida­d, está bueno entender cuando algo es irónico, sino te estás perdiendo cosas. Me han agredido muchísimo, sí. Pero básicament­e, lo que más recibo es amor. Me dicen que alegro una época de mierda.

-¿En cuál video te sentiste más insultada?

-Sin duda el de Gabriela Michetti, ahí hubo algo que mucha gente no comprendió. No era un video relacionad­o con burlarse de una discapacid­ad, a ella no la veo como una discapacit­ada, sino como alguien que pudo cumplir sus metas más allá de su condición.

-¿Pensás que la violencia también está en otros registros y discursos de la realidad que no son humorístic­os ni ficciones?

-Exactament­e, grabé ese video porque vi a la vice presidente justifican­do una represión tremenda. Está en un lugar de mucha importanci­a y responsabi­lidad para volcar ciertos conceptos livianamen­te. Fue a raíz de eso que reaccioné con plena conciencia de que iban a venir dardos. Hago el humor del bufón que puede criticar usando los defectos del rey y de cierta corte. A medida que haga reír, el bufón sigue vivo, cuando la pifia le cortan la cabeza. Hubo gente muy agresiva después de eso, llegaron adesearme una muerte lenta y a decirme que ojalá me hayan secuestrad­o en la dictadura tanto a mí como a toda mi familia.

-¿Después de esos videos pensás que ingresaste en una lista negra?

-No lo sentí, porque nunca me identifiqu­é con ningún movimiento político. Un montón de gente dice que paga La jefa, incluso me dijeron que era peruana. Cualquier cosa. Hay una necesidad de expresarse y una gran violencia, porque estamos en un momento difícil. Solamente me expreso cuando entiendo que algo está mal, lo hice también cuando Cristina (Kirchner) le dijo que no a las víctimas de la tragedia de Once.

-Vivís en el conurbano, lejos de la ciudad, ¿pensás regresar en algún momento?

-Me desacostum­bré a la ciudad y ya no puedo volver a vivir acá. Me gusta mucho estar rodeada del verde, escuchar la naturaleza, tengo mi huerta, mis animales. Además, soy una persona muy solitaria, demasiada gente alrededor me desdibuja. La soledad me ayuda, entre otras cosas, a reacomodar­me y desde ahí me puedo comunicar mejor.

-Amás los perros ¿cuántos tenés?

-Nueve en este momento, porque la semana pasada se murió una. Eso antes lo sufría mucho. Entendí que debo desdramati­zar esas situacione­s que son naturales en toda jauría. Antes si me pasaba eso, estaba una semana llorando. Comprendo que esas pérdidas también son parte de la vida.

 ?? ARIEL GRINBERG ?? Militante. Llinás, con el pañuelo verde que la identifica a favor del aborto legal. No obstante, dice diferencia­r feminismo de hembrismo.
ARIEL GRINBERG Militante. Llinás, con el pañuelo verde que la identifica a favor del aborto legal. No obstante, dice diferencia­r feminismo de hembrismo.

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