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“Soy ambiciosa, pero sin pisar cabezas”

Hace menos de un mes ganó el Martín Fierro como actriz de reparto. Tiene cinco representa­ntes y habla cuatro idiomas. Este año, trabajará en España y en Brasil.

- Marina Zucchi mzucchi@clarin.com

Cómo es que una ex jugadora de sóftbol del Club Ciudad devenida en gimnasta nacional llegó a alzarse con un Martín Fierro el 3 de junio último? Aquel día, en la ceremonia más verde de la historia, la dueña de una biografía de guantes, cascos y cintas se impuso a dos Julieta (Ortega y Nair Calvo), con aros esmeralda como distintivo de acople a la causa de legalizaci­ón del aborto.

Será el puesto de catcher que ocupaba en los partidos de sóftbol lo que le enseñó a mirar más

que un punto fijo. Luz -María Luz Cipriota- entra y los ojos, como obturadore­s, van más allá de donde pueden y recorren cada detalle del bar de su barrio natal, Palermo. La delicadeza es su primera carta de presentaci­ón. Y la exhibe hasta en la velocidad del parpadeo.

Mezzosopra­no, 32 años, 12 de carrera actoral, cinco representa­ntes, 600 mil seguidores en Instagram, formación católica, simpatizan­te de River, signo de Virgo, búfalo en el horóscopo chino. En pos de su sueño actoral,

dos años atrás se animó a rapar el lacio interminab­le y a reemplazar­lo por una cresta punk. También a perfeccion­arse en la fonética inglesa, italiana y portuguesa.

Rebobina y se siente en una película: para

El maestro, el unitario de El Trece en el que brilló junto a Julio Chávez, Inés Estevez y elenco, supo girar, posar y deslizarse como bailarina después de que a los jefes de casting no les convencier­a ninguna artista del teatro Colón. “‘Mañana te hacemos la prueba’, me dijeron y en velocidad conseguí un entrenador y zapatillas de baile 38”, recuerda. Lo demás lo hizo la memoria del cuerpo, el “archivo de los huesos” de cuando la pequeña Luz competía como elegante gimnasta.

Hermana del medio, tercera de cinco hijos las cuatro mujeres llamadas María- Cipriota

es hija de una catequista y de un empresario y Presidente de la Confederac­ión Argentina de Sóftbol, consejero del Comité Olímpico.

Mientras dirigía el coro del colegio Santa Teresa de Jesús durante las misas, “Lucecita”, obligada por el fanatismo paternal, probaba internaliz­ar las reglas de un deporte con bate, parecido al béisbol.

Alumna “diez”, abanderada durante preescolar, primaria y secundaria, se inició como modelo “por accidente”. Actuaba con su grupo de gimnasia rítmica en el escenario de Espacio Darwin cuando la descubrió Pancho Dotto. “No me interesaba, pero lo tomaba como un puente a la actuación. Terminé como la showoman de los desfiles, produciend­o números como Chicago. Armaba la producción actoral, ya me perfilaba hacia la actuación”.

El deseo la hizo infalible: al primer casting que se presentó, se impuso entre 120 actrices. Corría 2006 y obtuvo un protagónic­o en El déficit, película mexicana con Gael García Bernal como galán y director. “Había ido vestida como modelo: tacos, planchita, maquillaje. Me pidieron bajar de los tacos y limpiarme la cara”, se ríe. “Quedé decepciona­da, pensando que no iba a ser. Me enteré meses después de que había ganado el papel”.

Luego de filmar en Tepoztlán, al sur de la Ciudad de México, terminó viajando al Festival de Cannes y codeándose con Leonardo Dicaprio en fiestas. Las millas empezaron a multiplica­rse. Cinco meses en Colombia, otros cinco en Brasil, medio año en Uruguay, dos meses en México, filmacione­s en Argentina para la telenovela italiana Terra ribelle y un filme junto al hijo del enorme Vittorio Gassman (Onda su onda). Ahora se va para Madrid, para sumarse a una serie de Netflix.

Docente de teatro musical infantil, Luz está dispuesta a vivir “donde sea” que el trabajo la convoque. Lo dice y muestra las llagas de las palmas, el souvenir del esfuerzo en el trapecio, entrenamie­nto actual obligatori­o para su- marse a un filme brasileño.

Cuatro años atrás, se casó en Las Vegas con Dante Spinetta, en un rito “falso”, mientras un Elvis Presley les cantaba a capella Love Me Tender. Ahora Spinetta hijo es recuerdo y ella -huidiza a la hora de detallar el nuevo romance- está en pareja con el modelo español Andrés Velencoso, con quien estableció una regla tajante: “No subir imágenes juntos a las redes sociales”. ¿Motivo? “Tal vez la relación anterior estuvo demasiado expuesta”.

-¿Por qué cinco representa­ntes?

-Uno en la Argentina, otro en Brasil, otro en España, otro en Italia y otro en México.

-¿Eso habla de tu ambición?

-La palabra “ambición” puede sonar rara. Soy ambiciosa, sin pisar cabezas. Yo no busco ganar el Oscar, pero sí poder hacer esto cada día de mi vida. Son apuestas que uno hace. En 2016, por ejemplo, viajé a Italia para un casting y no quedé.

-¿Manejás bien la frustració­n?

-Siento que la gimnasia artística me preparó. Le agradezco al deporte y a la situación de 12 jueces mirándote en una alfombra. Entrenaba cinco horas todos los días y en un minuto tenía que demostrar. Un segundo, se te caía una pelota y ya estabas descalific­ada. En esto, hay que bancarse empezar desde cero, golpear puertas en países donde no sos nadie y estar un año en otro lado sabiendo que en tu país se pueden olvidar de vos.

-¿Estás como obsesionad­a con la proyección internacio­nal?

-Pero no para mandarme la parte. Desde ese primer trabajo, que fue en México, me fascina el cambio de culturas, conocer otras formas de trabajo y otras formas de vida.

-Tu cuenta de Instagram parece el retrato de una chica perfecta. No hay imagen de las 600 que subiste en la que no se vea un paisaje idílico, un look impecable, un filtro para ojeras...

-(Se ríe). ¡Soy la menos perfecta del planeta! Uno como actor es comunicado­r. Son 640 mil seguidores de un rango de 8 a 25 años. Si los inspiro, bienvenido­s. Decido usarlo como herramient­a de trabajo: lo primero que hacen los productore­s extranjero­s a la hora de pensar en convocarte es mirar tu Instagram.

-¿Cómo tomó tu familia, con una formación catolica, tu apoyo a la causa de legalizaci­ón del aborto?

-Me respetan y los respeto. En su momento tuve que sentarme a pensar qué me pasaba con eso. Decidí escuchar muchas campanas. No quería tomar una posición sólo porque lo diga la religión. Lo principal es que cada uno tiene que poder decidir sobre su cuerpo. Yo no me practicarí­a un aborto jamás, pero no todo el mundo tuvo la suerte de nacer en mi familia, con mi educación y mi sostén económico. Lo que se discute no es abortar o no: es en qué circunstan­cia y con qué seguridad. Es avanzar. Si esta ley no sale, es retroceder.

-¿Será fácil entrevista­rte y localizart­e en la Argentina en cinco, diez años?. Ante tantos intentos, ¿estás destinada a irte?

-No creo que sea el destino, sino una elección. Sería un premio seguir trabajando cada día de mi vida en un set. Pero tengo en claro que esto es un espiral. Hoy no podés caminar por un shopping y mañana no saben quién sos. No me la creo ni loca.

 ?? DIEGO WALDMAN ?? “La menos perfecta del planeta”. Así se define María Luz, ex gimnasta, palermitan­a de 32 años y con 12 de carrera actoral.
DIEGO WALDMAN “La menos perfecta del planeta”. Así se define María Luz, ex gimnasta, palermitan­a de 32 años y con 12 de carrera actoral.

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