“Me cancelaron muestras por usar velo”
Desde su obra, a veces satírica, desarticula prejuicios. Y discute qué ropa empodera a las mujeres.
Elgibreen está cubierta por un velo blanco que esconde su cabeza y casi todo su cuerpo pero deja ver el brillo gracioso de sus ojos oscuros. Nacida en Arabia Saudita, es artista, escritora y profesora de Historia del Arte en la Universidad Princess Nourah, en Riad. Y es además dueña de una obra que desafía al espectador occidental: su trabajo consiste en explorar aspectos de la cultura saudí y árabe, pero sobre todo, aspira a desarticular los prejuicios con que el público de esta parte del mundo recibe la producción
de las artistas sauditas. Vino al país a participar de Sur Global, un encuentro organizado por la Universidad de Tres de Febrero, en el que se reflexionó sobre aspectos del arte.
“No estoy de acuerdo con la imagen que dan los medios de nosotras”, dice ella. “Pintan un panorama de opresión sobre las mujeres que deja fuera otra realidad: el hecho de que podemos vivir vidas plenas y hacernos cargo de nuestras elecciones, cuando asumimos el orgullo por quienes somos y la voluntad de preservar nuestras costumbres. Me asusta estar representada de esa manera, porque es muy dura la manera en que nos miran”, cuenta.
Bajo un férreo –e interesado- dominio de los discursos y los ámbitos del arte, Occidente a menudo desvaloriza lo que estas mujeres defienden y producen, denuncia Elgibreen. Y lo hace a partir de una serie de pinturas, fotografías y collages en que satiriza los preconceptos
que padecen y espera fortalecer la valoración que a menudo se les niega:
en una de sus obras, los velos negros que cubren las figuras femeninas pareciera impedirnos ver más allá del estereotipo…hasta que el espectador descubre, por el reflejo en la base del espejo, que hay una cara sonriente de una niña. En otra, que imita con habilidad el estilo de Edgar Degas, los instructores de danza se muestran juzgando bailarinas, mientras que las artistas sauditas sostienen sus pinturas frente a un panel de jueces occidentales que las miran con displicencia.
-¿Su arte nace del enojo y de la decepción?
-En el origen, sí. Sobre todo a partir del 11 de Septiembre, cuando la estigmatización se volvió insoportable para muchos musulmanes. Tampoco las mujeres, particularmente, queremos que sientan pena por la opresión supuesta que sufrimos: la gente quiere ser gentil, pero eso resulta ofensivo.
-¿La información que llega hasta aquí, a través de los medios e Internet, realmente nos hace pensar que viven bajo graves limitaciones a su libertad. ¿Esto no es así?
-Los medios sólo proyectan un punto de vista político y evaden la diversidad de los grupos sociales de un país de 17 millones de habitantes. Muchas somos impulsadas a estudiar y podemos graduarnos y desarrollar carreras; esto hace 20 años no ocurría, aunque los medios no reflejan esos cambios.
-¿Cómo puede colaborar el arte para ampliar la mirada que Occidente tiene de ustedes?
- El arte puede ayudar a desplazar esta mirada pero tiene que ser un esfuerzo recíproco: queremos mostrar nuestro trabajo y que sea valorado más allá de nuestra apariencia. Mi intención es desafiar las percepciones negativas y deconstruir los estereotipos.
-Los títulos de sus obras son alusivos: “¿Qué estás mirando?” o “No me juzgues, sólo mira mi trabajo”.
-Es eso. Es lo que pretendemos todos los artistas del mundo. Me han cancelado muestras por tener un velo en la cabeza. La apariencia de las personas no debería afectar la percepción de sus logros.
-¿Ese padecimiento acompañó su desarrollo como artista?
-Siempre. Primero traté a adaptarme a lo que Occidente pretende que seamos; después decidí mostrar lo que yo soy.
-¿Y hasta qué punto el humor y la sátira le sirvieron para entablar este diálogo, en el arte?
-Es la forma en que podemos llamar la atención de lo que es el orden internacional y desarmar esa imagen tan conservadora que tienen sobre nosotras. Yo no quiero que la gente se interese en mi historia personal sino en lo que yo hago, en mi verdad.
-¿Qué significa exactamente el velo?
-Puede tener significados religiosos, pero tiene sentidos múltiples: también muchas mujeres lo usan para demostrar que no son materialistas, sino más espirituales. Esa apariencia no debería alejarnos de ustedes. Yo creo que preservar las tradiciones que elegimos es una forma de fortaleza y que es valiosa, pero no pregono lo que los demás deben hacer. Ustedes pueden creer que ir desnudas por la calle las hace atractivas o fuertes, pero yo no creo que eso sea el empoderamiento de la mujer. Sólo les digo: tómense un momento más para abrir sus mentes hacia el otro. Vivimos en un mundo híbrido, en el que las diferencias generan desconfianza.
-¿Qué opinión tiene de los movimientos feministas?
-No coincido con todas sus premisas, me reservo ese derecho; aunque supuesto adhiero a la lucha por la igualdad de derechos y oportunidades para todos
-”Sororidad” es la complicidad entre mujeres.
-Me siento agradecida de que me comparta esa palabra. Creo que merece ser honrada.