Fragmento del cuento “Viajes”
El viaje se inicia cuando se me forman las copitas bajo los ojos, a los pocos minutos de haber tomado el trip. Las copitas primero se anuncian por la sensación de que algo se hincha en el párpado inferior. Después eso crece, empieza a latir y la parte de abajo del globo ocular, haciendo un todo con el párpado conforma la copita que se va llenando de un líquido tibión y dulce hasta desbordar.
Entonces, basta con mirar fijamente un punto, un objeto cualquiera, para meterlo dentro de la copita. Al principio, con esfuerzo, pero después, todo lo que miro, dócilmente se mete en la copita. Una vez en ella las cosas se transforman. Primera transformación: los colores. Los colores viran al rosado o al rojo, que son mis colores internos. Todo se ve entonces más rojo: el azul, más rojo; el negro, rojizo; el rojo mismo, gamado a diferentes variedades de rojo que laten y fluctúan. Después, en la segunda transformación, no solo cambia el color de la cosa sino que también se alteran los límites demarcatorios entre colores. Por ejemplo: veo un cuadro que era la representación de un campo amarillo de trigo, con un río marrón y un puente marrón claro, de madera, todo en contraste con un cielo azul intenso. Bien: ahora es más rojo, pero el rojo que antes era amarillo, y que yo llamaría rojillo, invade al rojul del cielo y con los latidos de la gama roja que inunda la copita, la línea que separa los colores sube, baja, se descompone en relámpagos y lucecitas que estallan rojas y vuelven a agruparse en una franja tan luminosa de amarillo-rojizo que lastima al mirarla.