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Un Martín Fierro, hecho a golpes de palmas y tambores

El grupo percusivo estrena mañana en el Konex un espectácul­o basado en el libro de José Hernández. Diferencia­s con De la Guarda y ostracismo después de tocar para Cristina.

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Les Luthiers versión trash. Eso es El Choque Urbano. Ellos también tienen sus instrument­os informales con tachos de nafta, sikus de caños de pvc o envases vacíos de agua mineral de 20 litros. Con mucho de hágalo usted mismo, el grupo se las arregló para llevar adelante una carrera con más de 15 años de ritmos que siempre empiezan por el principio: palmas golpeando contra muslos topasó nificados. Si algo tienen los integrante­s de estas clase de troupes, es una formidable condición física. La percusión alimenta pero no engorda.

Los pibes no son conocidos. En el escenario contamos trece. Nos permiten pasar a ver un ensayo donde el sonido ocurre de una manera estéticame­nte contemporá­nea; es decir, en total y absoluta libertad. Pero te los cruzás por la calle y no dirías: ahí va Ayelen Ramírez, la mejor bailarina de house del país. Ayelen y su vientre perfecto. Fibra en estado puro.

Abajo, con modos y formas un poco más frágiles, Manuel Ablin, director general del grupo, parece muy amable y tranquilo pese a que mañana debutan con una obra nueva, en esta oportunida­d una obra basada en fragmentos del Martín Fierro: un callejón lleno de basura, un grupo de personas reunidas y entre la mugre, un puñado de gente practicand­o la rara arqueologí­a urbana de buscar desechos que tengan sonidos. Es el nudo de la obra. Ahí aparece el libro de José Hernández y en sus páginas descubren algo poderoso: la palabra humana.

En la historia particular de El Choque Urbano hay un hecho significat­ivo. Fueron ellos los que hicieron bailar a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. El nombre del grupo se viralizó de la noche a la mañana. Diarios y portales salieron a explicar quiénes eran los autores intelectua­les de la simpática postal. “El Choque Urbano, la banda que hace bailar a Cristina”.

En 2013 se hablaba de ellos como de un “grupo vanguardis­ta de percusión” . Y de que la Presidenta no puede dejar de bailar cada vez que se presentan en un acto. Sucedió en Córdoba y sucedió en la Plaza de Mayo, donde Cristina improvisó una coreografí­a altamente registrada.

Esto, sin embargo, marcaría otro capítulo de estrías en el interior de la famosa grieta. Asume el nuevo gobierno y El Choque Urbano no trabaja durante casi un año. Manuel define 2016 con una sola palabra: “Durísimo”. Ablin, ¿paranoico?, baja la voz:

“Hubo un punto de vista político que nos dejó muy referencia­dos al gobierno anterior. A nivel laburo nos sentimos discrimina­dos”.

-¿En serio?

-¡Un montón! Nosotros participam­os mucho de los actos posteriore­s a los del Bicentenar­io. Tocar para Cristina fue una experienci­a extraordin­aria, pero, bué, la grieta existe y se ve que se encuentra en todas partes. El 2016 fue un año tremendo y 2017... Esto es algo que no sólo con El Choque. No quiero dar nombres, pero yo creó que hubo listas. Es más, te voy a confesar una cosa: Fierro termina siendo consecuenc­ia de lo que vivimos”.

-¿Por qué?

-Creamos una propuesta nueva para no morir, para no disolverno­s y dejar de hacer lo que más nos gusta en la vida. Era Fierro o taza, taza, cada uno a su casa.

Se cuela un zapateo rotundo al mando de la coreógrafa Analía González. El ruido es peor que el del triciclo que avanza por el pasillo en la película El resplandor.

Sólo nosotros en la sala del Konex para adelantar algo acerca del trueno que se avecina. Aquí mismo, en este lugar, El Choque estrenó Baila!, obra multipremi­ada con el Trinidad Guevara, el Hugo y el Estrella de Mar. Aquí mismo es donde nosotros seremos mudos testigos de una “transgresi­ón” que nos permiten contar de forma exclusiva: el grupo de fundamenta­listas de la percusión se permitirá, en Fierro, usar una guitarra criolla. ¿Un quiebre? Ablin sonríe. Simpáticos y rebosantes de endorfinas, los integrante­s del elenco van de un lado a otro. Ensayan cinco horas por día. Ninguno debe superar los 30 años y todos tienen cara de haber hecho el amor hace un rato.

-¿Se puede bajar línea a través de la percusión?

Manuel: ¡Claro! El candombe se baila como se baila porque era un ritmo de gente que estaba encadenada. Fierro

sirve para contar que todos podemos hacer música con lo que se tiene a nuestro alcance. La percusión es una expresión popular. Y de lucha. Desde siempre curtimos mucho el ámbito rioplatens­e del candombe. Pero tam- bién es posible que la percusión genere obstáculos que en realidad tiene que ver con los estados de ánimo y no tan específica­mente con los límites que permiten los instrument­os utilizados. Si me preguntás a mí, yo soy de los que creo que las cosas deben ser simples, pero indefectib­lemente ocurre que pueden complicars­e por nada.

En el último tramo de la respuesta queda claro que Ablin no está hablando de música. Queda claro también que en estas compañías no existen los integrante­s imprescind­ibles.

Lo charlás con Ablin, acaso buscando emparentar el procedimie­nto a lo que ocurre con Fuerza Bruta o De la Guarda, compañías que uno, a priori, se suponene similares o hermanadas, pero Ablin desbarata la hipótesis y nos mira como diciendo nada qué ver:

“El Choque Urbano es apenas un grupo de percusión, un proyecto ligado a la cuestión de familia y a la intensidad del ritmo. No podemos compararno­s con Fuerza Bruta y un sistema de franquicia­s que te vuelve poderoso e internacio­nal. El Choque Urbano es sencillame­nte como una fábrica artesanal...”

Cuando se le pregunta al director artístico cuáles son los prejuicios más habituales tratándose de ellos, no duda más de cinco segundos:

“Técnicamen­te puede decirse que es demasiado bochinche para el que le gusta escuchar algo más sutil.” ¿Algo más? “No”. Santiago, otro de los hermanos Ablin, tiene un aspecto de obrero de la construcci­ón que empieza por una musculosa muy bien puesta. A él y a todos los del staff se los ve tribalment­e organizado­s y con una conciencia de grupo que ya hubiéramos necesitado en el Mudial de Rusia.

Ninguno muestra cara de andar con ideas sofisticad­as.

Corren de aquí para allá, sonríen, bailan, lucen saludables.

-¿Por qué se elige tocar instrument­os de percusión?

-Porque es lo más inmediato que existe. Pensalo: con las palmas ya lo estás logrando.

Anotamos: la percusión y una infancia llena de privacione­s puede que sean casi lo mismo.

-¿De dónde sale el nombre del grupo?

-Hicimos una ronda de posibles nombres allá por 2001 y apareció como algo que viene desde el ruido. Al principio no graficábam­os el concepto, pero después, con el tiempo, la búsqueda de impacto se transformó casi en una necesidad básica.

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1. Una escenograf­ía de desechos. Y de golpe aparece el “Martín Fierro” y cambia el destino de la basura. 2. Instrument­os informales. 3. Ablin, el director. 4. El elenco, elongando en camarines. 2
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GERMÁN GARCÍA ADRASTI 4
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