Un trampolín hacia la lectura
Creado por el grupo Valor Vereda, el recital convoca a que los más pequeños se dejen atrapar por los cuentos.
“Si vos me contás tu historia, mañana la escribo yo”, reza la canción inaugural del show de Chiribitiles. ¿Y qué mejor forma de contar una historia que con canciones? Los chicos de Valor Vereda, reconocidos en el mundo infantil, crearon un espectáculo donde la música funciona como un puente entre generaciones.
“Chiribitiles es un recital para chicos, concierto literario le llamamos, porque es una serie de canciones que compusimos a partir de la colección de Cuentos del Chiribitil, que se publi- caron entre las décadas del ‘60 y ‘80”, explica Elisa López Oroño, una de las voces de este proyecto, y fundadora de Valor Vereda, hace 11 años.
Los cuentos, que se relacionan con distintas costumbres argentinas y fueron escritos por más de 20 autores, fueron furor en la época de su lanzamiento, y todos los niños conocían las historias. Hoy, esos niños son abuelos y encuentran en el show la oportunidad de retomar la tradición de leerles un cuento a sus nietos antes de dormir.
“Los adultos participan mucho en el show. De hecho, hay padres y abuelos que han traído a los chicos a varias funciones consecutivas, ya que al ser en formato de recital no se agota la historia, como pasa en una obra de teatro. Ya para la mitad del show, están todos levantados de las butacas y se transforma el espacio en una pista de baile”, describe López Oroño.
Valor Vereda realizó un trabajo de actualización de los cuentos y además creó distintos juegos y bailes que acompañan las canciones para poder hacer lúdico el aprendizaje y más entretenido para los niños, que hoy reciben tantos estímulos desde las plataformas digitales.
“Fue todo un año de juntarnos a componer, a leer, y a leernos, a probar y a jugar, ver qué le pasa a los chicos con la música, qué género le iba mejor a cada historia. En algunos cuentos tomamos citas textuales y las convertimos en estribillo. En otros tomamos la temática, y de algunos sólo un motivo, y disparamos para cualquier otro lado”, dicen los integrantes del grupo.
Con la idea de despertar curiosidad, además de tener un vestuario colorido y llamativo, utilizan los libros en escena mientras cantan las canciones. Después los cuelgan en una soga, formando un arcoiris que atraviesa el teatro. Luego de la función se pueden comprarlos y llevarlos a casa. “Recibimos mensajes que dicen que su hijo durmió toda la noche con el cuento bajo el brazo”, cuentan, orgullosos.
“Estamos muy conformes con la respuesta que estamos obteniendo del público, y muy comprometidos con lo que hacemos. Yo estoy convencida de que los chicos perciben eso, y por eso nos eligen -enfatiza López Oroño-. En lo personal, me parece que hay algo muy especial en esta propuesta, que tiene que ver con aportar un pequeño granito de arena en relación al encuentro entre padres y niños. Y ese momento de desempolvar un cuento, animarse a leer en voz alta y reconocer que es necesario para los chicos y las chicas viajar en historias”.