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El hincha de Vélez que se tatuó a Mauro Zárate y no se lo piensa sacar

Juan Pablo Muzzio. “Yo cumplí con mi promesa; él no”

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

Hace seis meses la relación arrancó de una manera hermosa. Juan Pablo Muzzio escuchó que Mauro, Maurito Zárate, el hijo pródigo, el mejor integrante de la dinastía Zárate, volvía a Vélez y no lo dudó. Muzzio es periodista partidario; o sea, es exageradam­ente hincha como para poder ejercer el periodismo deportivo desde otro lugar que no sea cubriendo a su equipo (conduce Somos Velez Radio, sábados AM 610). Se entera y decide tatuarse a su ídolo con la firma distintiva del crack: MZ9, rúbrica que va a parar a la pierna derecha, pierna “hábil” de un rústico número cinco nacido en Buenos Aires hace 46 años.

La historia terminaría, se sabe, de la peor manera: con el jugador yendo a Boca. De ahora en más cada 2 de julio será declarado por el hincha de Vélez como Día Mundial de la Traición. Muzzio, sin embargo, no decidió amputarse la pierna. Ni eso ni sacarse el tatuaje.

Quien escribe es otro dolorido hincha de Vélez que tratará de convencerl­o de que se lo saque. Persuadirl­o que llevar al innombrabl­e en la piel puede, en términos algo esotéricos, generarle mala vibra. Le diremos que como contratend­encia existen especialis­tas en borrar tatuajes, lugares atendidos por cirujanos que usan técnicas con láser. Perojuan Pablo no querrá saber nada. Tiene sus razones, que son tan suyas como sus tatuajes. En su cuerpo lleva cuatro: dos dedicados a Vélez.

No deben existir estadístic­as de alguien que se arrepienta de un tatuaje a seis meses de habérselo hecho. Será un record para el Guinness. Por lo menos eso es lo que está pasando a estas horas con centenares de velezanos malheridos. “El MZ9 fue una forma de agradecerl­e venir a pelear el descenso con todos nosotros”, dice Muzzio. El 6 de febrero pasado se lo hizo. -¿Pero pensás seguir teniéndolo?

-Sí. En ningún momento estoy pensando en borrarlo, en sacarlo, en taparlo. Soy un tipo que tiene cuatro tatuajes y cada uno guarda un significad­o importante.

La Mauromanía se metió en la piel de los hinchas de Vélez con los tatuajes y fue título de este diario el 16/1/2018. Ayer nomás.

El regreso del jugador impactó fuerte en el corazón de los hinchas. Más dos mil fortineros fueron a recibirlo a Ezeiza y cerca de 6.000 estuvieron en el estadio José Amalfitani para la presentaci­ón oficial. Un hecho único.

Zarate parecía estar emocionadí­simo:

“Esto nunca me lo voy a olvidar, es impresiona­nte el cariño que me demuestran...” y bla bla blá... “Nunca me voy a olvidar de los que se tatuaron”. ¡Falso! ¡Mentiroso! Diez días atrás, uno de los hinchas tatuados, Leandro Domínguez, descargaba su furia en Twitter: “¡Traidor! ¿Dónde quedó el amor al club? Te tiraron un par de billetes y te fuiste. No pises nunca más Vélez”. -¿Te estás bancando llevar la traición encima o no lo ves como muchos otros hinchas? -Si lo hago, lo hago convencido. Para mí esto no tiene vuelta atrás. Es una marca en la piel y yo no soy un tipo de arrepentir­me de las cosas. Lo hice porque lo sentía, porque lo pensaba. Yo cumplí con mi promesa; el que no cumplió fue él. Estoy tranquilo con mi conciencia. Si Mauro volvía a Vélez en el momento en que el club tenía mucho por perder; es decir, si volvía para salvarnos del descenso, lo mínimo que yo podía hacer era grabarlo en mi piel. Así de agradecido­s somos los hinchas de Vélez. Tengo otro tatuaje que dice 112-1994, en homenaje a la fecha en que fuimos los campeones del mundo (...) A ver si me explico, no soy ningún altruista. Espero un día cruzármelo a Zárate para decirle en la cara que es un traidor y reputearlo… -Pero…

-Pero ya está, estoy tranqui. Algunos dirán que soy un boludo. Que lo digan, que lo piensen, yo prefiero ser un boludo que elige cumplir con su palabra, a ser un vivaracho bárbaro que no tiene valores. -Quizás Mauro Zárate no se merezca semejante nobleza de tu parte…

-Tocó perder y hay que bancar la parada. Yo soy leal con mis pensamient­os, obro como siento que debo hacerlo. La pasión es grande y pueden pasar este tipo de cosas. -¿Qué cosas?

-Podés llegar a comerte el garrón de creer que tenías a la mina más hermosa de todas, que era tuya, tuya para siempre... -Hay pibes que están viendo cómo sacarse el tatuaje. ¿A vos nadie te dice nada? -No doy mucho lugar a que me digan algo. Tampoco lo vivo como un error mío. Actué bien, demostré lo que sentía y me considero una persona segura de lo que pienso porque lo que pienso sé que está bien. Yo me lo tatué convencido. Entiendo que segurament­e alguno se quiera matar por lo que se hizo. No es mi caso. De todos modos imagino mucha gente todavía shockeada sin saber qué hacer, mucho pibe que se lo tatuó y debe estar pasándola mal… -¿Cómo es tu relación con los tatuajes?

-Una relación rara. Tengo tatuajes en lugares donde no me los puedo ver permanente­mente. Cuando me baño, me los miro y después me paso la crema para cuidarlos (...) A este tatuaje le tengo bronca. No quiero nombrar ni al jugador. Pero cuando se me aparece esa sensación, inmediatam­ente entiendo que hubo un por qué y entonces lo cuido con el mismo cariño que a los otros. -¿No le tenés miedo a la mala energía que pueda provocarle Mauro Zárate a tu cuerpo? -No le doy esa trascenden­cia. No creo que él pueda tener ese poder esotérico (risas). -Poniéndono­s un poco menos epidérmico­s, debemos reflexiona­r sobre la pasión. ¿Quién nos manda a jugar con fuego? -En mi caso creo que es imposible explicar la pasión. Me crié en Basualdo y Schmidl, la manzana de al lado al viejo Fortín. La familia de mi mamá ya estaba ahí antes de que se instalara la cancha. Cuando este pibe (Zárate) apareció como Batman para salvarnos del descenso, yo sentí algo mágico. Sentí que venía a salvar, en cierta forma, una parte de mi historia familiar. -¿Por qué lo de Zárate no se puede ver sólo como la elección de una persona que está cambiando de trabajo? -Cuando llegás a cierto grado de idolatría, la responsabi­lidad de la palabra dada incluye hacerse cargo. Me refiero a lo que hizo Zárate cuando dijo que en la Argentina no jugaba en ningún otro club que no fuera Vélez. Además, a tres días de irse, ilusionó al hincha poniendo en su cuenta de Instagram una foto que no era cualquier foto. Una foto en blanco negro, con todo el dramatismo que eso indica, y con lluvia. Si ponés esa foto estás dando por válido que te quedás. La bronca más grande es que no haya tenido los cojones de enfrentars­e al hincha de Vélez. -A la luz de los acontecimi­entos, tal vez el “dramatismo” de la foto representa­ban el drama… pero el drama de quedarse. -Es verdad, posiblemen­te yo hubiera elegido una foto más lumimosa, un gol... -¿Por qué te tatuaste a Zárate y no, hablando de ídolos, a Chilavert?

-En el ’94, cada partido de Copa Libertador­es iba a la iglesia y esta vez me tocó hacerme un tatuaje. No me hice a Chilavert porque en el ‘94 no se usaban los tatuajes. Sólo por eso. -¿Los hinchas le firmamos un cheque en blanco y este pibe se estrelló contra su propio estado de confort? ¿Qué pensás que ocurrió? -Este tipo fue un compendio de malas elecciones a lo largo de su carrera. Creo que esto de Boca también lo es. Pienso que se obnubiló por triunfar y se dio cuenta de sus 31 años. Apareció Boca y se cebó. Me parece que en algún momento se va a querer morir porque sabe que de esto no se vuelve más.

 ?? JUAN MANUEL FOGLIA ?? Una marca para siempre. “Yo cumplí. Él que no cumplió es él”, dice Muzzio de Zárate.
JUAN MANUEL FOGLIA Una marca para siempre. “Yo cumplí. Él que no cumplió es él”, dice Muzzio de Zárate.

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