El “otro yo” digital que pone en alerta a un filósofo
Existe un “gemelo” en la Web que se edifica con cada uno de nuestros datos y puede predecir toda decisión.
Hace 23 minutos estábamos en los años 90. Y dentro de 2 minutos comenzará la tercera década del siglo XXI. ¿Qué es lo que pasó en el medio? En el medio ocurrió el “Momento Internet de la Historia”. Fue un momento caracterizado por la extensión de nuevas fuerzas tecnológicas y económicas sobre la geografía. Antes, entre los ‘50 y ‘90, se trató de la preparación del terreno. Ahora se está imponiendo una nueva era: la de la medición de la vida, la era de la datificación total de todos los aspectos de la existencia humana. Estas son algunas de las ideas que el filósofo francés Éric Sadin expuso en Buenos Aires, en una sala colmada de público en la Alianza Francesa durante la presentación de su último libro, La silicolonización del mundo.
Habían pasado algunos minutos de su presentación cuando el autor lanzó ideas más o menos al azar. Pero enseguida se preocupó por presentar de manera lo más clara posible sus conceptos: “Es todo tan veloz. Son tan veloces las cosas que están sucediendo que es precisamente esa una de las cosas sobre la que más tenemos que reflexionar: la velocidad”.
¿Qué es lo que está en juego? Esa podría ser la pregunta fundamental de nuestra época. Para Sadin, autor de otros libros como La humanidad aumentada. La administración digital del mundo (2017), lo que está en juego es nada menos que la capacidad del juicio. Con el advenimiento de la inteligencia artificial se está produciendo el retroceso como nunca antes de la capacidad humana del juicio. La “algoritmización” de la vida
es eso a lo que Éric Sadin llama la “silicolonización” del mundo, en clara referencia a Silicon Valley, “el valle del silicio”, la zona de Estados Unidos donde existe la mayor concentración de empresas tecnológicas del mundo, el lugar de las universidades de Stanford y Berkeley y de las oficinas de Google, Facebook, Twitter, Yahoo, Nokia y tantas otras, la superpoderosa región de San Francisco que encarna el insolente triunfo empresarial de la época. El faro de alta tecnología mundial donde ya se conoce cómo será la tercera década del siglo XXI.
Una poderosa cantidad de información sobre nosotros está siendo cosechada por empresas que se especializan en almacenamiento, interpretación y redistribución de datos. Los datos que subimos a Internet sirven de base para la publicidad dirigida que la Web nos devuelve organizada. La organización de datos está generando mundos fantasmáticos a los que nos asomamos cuando iniciamos sesión. Internet está dejando de ser Internet para pasar a ser el lugar de residencia de nuestros “gemelos digitales”. ¿Qué quiere decir eso? Más o menos lo siguiente. Puede que usted esté deseando algo. El “gemelo digital” que usted ha edificado en la Web sabe el nombre, el color y el lugar del mapa donde está eso que usted desea. Los algoritmos que merodean en nuestros dispositivos han construido, con los datos que sembramos en la Web, un espectro, una imagen sofisticada que conoce al detalle todo de nosotros.
Los “gemelos digitales” son fantasda mas virtuales que acompañan nuestra existencia, sombras tecnológicas que nos persiguen y van con nosotros a todas partes. Lo que Éric Sadin advierte es que esos fantasmas son la agonía misma de todos nuestros juicios, la desaparición misma de nuestro criterio para decidir cosas. Todo parece indicar que en el futuro será cada vez más difícil poder elegir algo. El “gemelo digital”, “la sombra electrónica” de lo que somos, lo hará por nosotros. En la tercera déca- del siglo XXI va a ser casi imposible poder decir NO.
Silicon Valley le pone nombre a todo esto. Esa región de Estados Unidos funciona como metáfora de la aceleración de la historia.
La era Silicon Valley se parte en diferentes momentos. En los ‘50 da inicio la primera época, que fue una etapa militar. En algún momento de los ‘90 tiene lugar la segunda etapa: la de los visionarios, la de quienes vieron en la era digital una oportunidad de negocios. Es una etapa de burbujas financieras y tecnológicas. Se habla del negocio, se hacen especulaciones con tecnologías, pero nadie sabe bien de qué se trata. Luego tiene lugar un tercer momento: San Francisco se vuelve el lugar que las empresas eligen para establecer oficinas. El valle empieza a ser un enclave de negocios, dando lugar a la cuarta etapa de Silicon Valley: la etapa de las empresas digitales. Compañías como Google, que se funda en 1998 para estar a la vanguardia en la industria de datos. Esta etapa es la que desde el 2010 se ha acelerado, dando lugar a un proceso de “algoritmización” absoluta de la vida. Según Sadin estamos ingresando ahora en el quinto momento del proceso: “La etapa del espíritu Silicon Valley”. Un espíritu de época.
Silicon Valley es la nube que sobrevuela todas las geografías. Un fantasma recorre el mundo. Silicon Valley es el “gemelo digital” del planeta Tierra. Entra y sale de nuestras vidas y de nuestras casas a través de muchos dispositivos invisibles: cámaras, sen- sores, celulares y computadoras.
“Es todo tan veloz.” Mientras dice cosas parecidas a estas, Sadin se acomoda en su asiento y enseguida continúa: “Está sucediendo todo tan rápido que necesitamos hablar de esto”. Así, en términos parecidos a estos, el filósofo habla de la “silicolonización del mundo” -algo así como la “googlealización” del planeta-.
Dice que soñó con la palabra “silicolonización”. La palabra se le apareció de la nada. Poco a poco se fue conformando en uno de sus conceptos fuertes. Si pensamos la forma en que la tecnología coloniza nuestras mentes podríamos decir que fue la época, y no él, la que escribió su libro. Silicon Valley es sólo el fondo histórico donde se desarrolla el drama. “Es todo tan veloz.” If you’re going to San Francisco / Be sure to wear some flowers in your hair [Si vas a San Francisco / Asegúrate de llevar algunas flores en tu cabello] decía una canción de Scott Mckenzie que se escuchaba en 1967.w
Son tan veloces las cosas que están sucediendo que es esa una de las cosas sobre la que más tenemos que reflexionar.”