Arun Karunakaran India
En los siete años que el ingeniero Arun Karunakaran lleva en la Argentina no tuvo demasiado tiempo de extrañar los currys, el delgado pan chapati y los guisados típicos de su tierra como el Chana masala, a base de garbanzos. En la empresa multinacional donde trabaja hay más de 150 personas de su país con quienes, al menos una vez a la semana, comparten banquetes colectivos con ese tipo de platos, en horario laboral. A los varones indios la tradición los mantiene lejos de la cocina, sin embargo, en su casa en Buenos Aires, Arun es anfitrión frecuente de amigos locales deseosos de una cena al estilo de Nueva Delhi. Él los introduce encantado en la cultura culinaria de su país, pero siempre con la precaución de nos excederse con el picante: “Acá a la mayoría no les gusta, pero se van acostumbrando a nuestros sabores. Después de pasar por casa, ví a unos cuantos tirarle especias como el Garam masala a una bondiolita a la parrilla”, dice entre risas y con porteñísimo acento.
Según Arun, en India la comida se piensa como una medicina más que como un simple alimento. Eso explica la confluencia y la complejidad de sabores que hay, por ejemplo, en sus currys: “Cada uno tiene una fórmula. Cardamomo, jengibre, pimientas, comino, cúrcuma, cilantro, hinojo, son muchos posibles ingredientes. Otra diferencia con la gastronomía argentina es que comemos mucho cordero y pescado y hay una gran tradición vegetariana por parte de los hinduistas”, detalla. Entre las principales dificultades que tuvo para acostumbrarse a los hábitos vernáculos está el tamaño de los bocados: “Al curry lo hacemos con arroz y todos los demás ingredientes, ya sean verduras o carnes, van cortados chiquitos. Muchos comen con la mano, si no directamente con tenedor, ¡siempre se puede prescindir del cuchillo! Por eso cuando llegué a Buenos Aires, comidas como el sándwich de lomo me parecían todo un desafío”, cuenta.
El arroz es un alimento omnipresente: “Es como el pan acá, no puede faltar aunque sea un poquito. El que usan en Argentina es muy diferente, tiene otro sabor y otro tamaño, se cocina mucho más rápido. Para ocasiones especiales como los casamientos comemos una variedad más aromática que se llama basmati y es bastante más caro que el común. Acá se puede conseguir en el Barrio Chino, como casi todas las especias y los condimentos que usamos nosotros”, recomienda. Desde 2011 hasta hoy, Arun y sus compatriotas expatriados en la Argentina fueron felices testigos de la evolución del paladar local: “Cuando vine era muy difícil conseguir muchos ingredientes. Teníamos que andar rastreándolos a través de Internet. Por suerte ahora en cualquier supermercado hay una variedad más grande de condimentos, muchos de fabricación nacional, y la gente está mucho más informada”, celebra.