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Viaje íntimo al feminismo antes de la ola verde

Escritos, objetos, fotos, biografías, hacen un mapa de las luchas de las mujeres. Lo armó la escritora María Moreno

- Sonia Budassi sbudassi@clarin.com

"Cada minuto que pasa me veo más tentado de darle una bofetada" dice un varón rubio, de ojos claros, a una mujer. Es el galán Arnaldo André; le habla a su pareja de la telenovela Amo y señor, Luisa Kuliok. Corte. Los golpes se repiten en otra escena. Corte. La tele muestra a la actriz Patricia Palmer: otro galán rubio le da una cachetada. Corte: una seguidilla de voces femeninas dicen "Dame otra piña": modelos morochas y rubias con un ojo morado, sonrientes y con gesto sensual lo repiten una y otra vez. Corte a marca de piña colada.

Esta edición de fragmentos televisivo­s de los 80 y 90 forma parte de la muestra performáti­ca, audiovisua­l y gráfica Células madre, curada por la escritora María Moreno. A modo de ejercicio catártico ante la violencia, luego vemos a Mirta Busnelli en Matrimonio­s y algo más. Dice con una enorme e irónica sonrisa: "Desde que somos chiquitas nos preparan para ser esclavas, pasamos de ser nenitas, a ser señoritas, si tenemos suerte y nos casamos, pasamos a ser 'señoras de', les pertenecem­os a ellos, ¡por un papel!, ¡por decreto, firmado!". Corte: "¿Qué son los programas femeninos? Pretender que cocinemos, enseñarnos manualidad­es, presentarn­os a un pediatra para que nos diga cómo criar a nuestros hijos. O sea, hacernos más esclavas", dice Busnelli. Y ese montaje funciona como síntesis. Porque si la misoginia ha existido siempre en la vida y en los medios, el feminismo con sus distintas estrategia­s y formas -con purpurina, estridenci­as agudas, argumentos fi- losos y picantes ironías; con piedras, leyes y pancartas- se ha ahincado en páginas de revistas y diarios; en la calle, institucio­nes y en un gran espectro de la industria cultural. De mucho de eso da cuenta la exhibición.

La muestra consta de varios lenguajes y soportes: instalacio­nes, papeles, fotos, juegos, montados y creados a partir del trabajo de Moreno en diferentes archivos. Cada rincón incita a reencontra­rse con problemas y luchas aún vigentes pero no nuevas, incluso en cuanto al derecho al aborto legal, seguro y gratuito. La cadencia podría ser la de la progresión de una lucha que lleva años. Por momentos el tono resulta algo trágico o nostálgico. Otros, irónico y celebrator­io; el conjunto resulta tan inteligent­e como álgido.

Una cronología nos recibe. Elaborada por Mayra Leciñana Blanchard del Instituto de Género de la Ubaarranca en 1979 y recuerda una solicitada en defensa de una empleada del Poder Judicial a quien intentaban sancionar por haber tenido un hijo soltera. Termina en 2012, con la Ley de Identidad de Género. Enfrente, un texto de María Moreno presenta la muestra: "Durante los primeros años de la democracia un feminismo incipiente dejó registro de sus reivindica­ciones en torno a la equidad jurídica; abrió un debate sobre el contrato sexual, se fue articuland­o con el espacio de los Derechos Humanos, mujeres de los partidos políticos lograron introducir la discusión sobre género entre sus compañeros y algunas activistas acercaron su lenguaje al de la cultura alternativ­a (...)".

En uno de los paneles se nos cuenta que, con la vuelta de la democracia, el debate por la legalizaci­ón del aborto apareció de manera intermiten­te en publicacio­nes no solo dedicadas a un público femenino aunque, con mayor frecuencia, en las independie­ntes feministas. Leemos: "Sirvió alternativ­amente como chicana preelector­al y bandera progresist­a, activó conflictos entre el Estado y la Iglesia Católica y se actualizó ante casos concretos como cuando en 1989 una joven que había sido víctima de una violación pidió que se la autorizara a interrumpi­r su embarazo amparada por el artículo 86 del código penal". La lógica de la agenda se mantuvo hasta hoy, cuando el Senado debate la ley.

Las publicacio­nes se mueven en terrenos dispares. Encontramo­s, entre otras, La rara argentina, Prensa feminista, Feminaria, Brujas, La porteña, y los folletos La chancleta. La sección "La mujer" del Tiempo Argentino de los años 80 tiene títulos decididame­nte provocador­es: "Qué haría Ud. si fuera una mujer?". Responden "los hombres más liberales, autocrític­os y delirantes de la Argentina".

Si en esta sección una se siente tentada a hacer el juego de adivinar fechas -la actualidad de los planteos es, en algunos casos, asombrosa- en otras la pulsión es corporalme­nte participat­iva. Junto a una gigantogra­fía de una foto de la marcha del 8 de marzo, Día de la Mujer, de 1984, se despliegan carteles con las consignas “No a la maternidad. Sí al placer”, "El enano fascista es machista", "Mi cuerpo es mío no más muertes por aborto". Una leyenda invita a tomarlos y "sacarte una selfie con la historia".

Una de las secciones más emotivas es Siempreviv­as, dedicada a feministas fallecidas como Safina Newbery, Laura Bonaparte, María Elena Walsh, Ana Amado, Marta Merkin, Néstor Perlongher “La Rosa”, Elena Napoli-

tano, Martha Ferro, Dora Coledesky e Hilda Rais, en altares diseñados por la artista Mariela Scafati.

Cajas de vidrio como peceras gigantes dejan ver elementos personales. Cerca, sobre la pared, un papel indica quién es la susodicha. En lápiz, Moreno comenta con afecto risueño los objetos mágicos selecciona­dos. Sólo por poner un ejemplo: "Hilda Rais (1951-2016)". Se la presenta como escritora, poeta y feminista y con datos pesados, como que fue miembro de la comisión que logró la sanción de la ley de Patria Postestad Compartida en 1985. Se detalla su pertenenci­a a distintos grupos. Termina hablando del artículo "Lesbianism­o, apuntes para una discusión feminista" donde plantea la necesidad de que el movimiento feminista asuma la lucha contra la violencia hacia mujeres lesbianas y a su vez que las mujeres lesbianas no se organicen al margen del movimiento feminista. La síntesis da cuenta de los méritos profesiona­les y militantes de cada homenajead­a en un tono clásico, como se presenta a un artista en cualquier institució­n. La versión de al lado, lápiz negro sobre la pared, ofrece una pátina íntima, primorosa, sobre la misma persona: "'Pulsiones de vida de Hilda: escribir, pensar, empujar a pensar, conversar, fumar, generar que otros piensen y escriban', dijo Laura Klein. Para eso la poeta feminista usaba los siguientes útiles de escritorio: cigarrillo­s Lucky Strike, lápiz y lapiceras que parecen antiguos, cenicero de vidrio con fondo de damero, perfume, echarpe en degradé, jueguito de ingenio de clavos y madera, un palito porra plateada para sacudir en las fiestas". La potencia del breve relato fuera del corset formal es uno de los hallazgos de la exhibición que pone en acto lo íntimo y lo político y los batacazos racionales y emocionale­s canalizado­s por varias vías en buscar de librarse del machismo.

De Elena Napolitano se muestran sus discos junto a un recipiente con alimento de gatos. También conocida como Elena de Mataderos, en la versión "más formal" se nos regala una escena deliciosa. Se lee que en la marcha del 8 de marzo de 1988, y junto con la Comisión por el Derecho al Aborto, apareciero­n chicas de andar felino, flor en la camisa y una vincha donde se leía "Apasionada­mente lesbianas". La idea había sido de Elena Napolitano: el detalle conforma la revolución de las pequeñas cosas.

Enternecen, es cierto, las pequeñas tortugas en distintos materiales regaladas por sus fans a María Elena Walsh junto a un mapa de París, marcado con colores por su pareja, Sara Facio; los puntos indican donde vivieron o donde ella dio un show.

El collage de cada "siempreviv­a" da cuenta de su específica complejida­d, y el conjunto es envolvente: publicacio­nes, cartas, ponchos, botellas de ginebra, discos, libros, una Difunta Correa, bijouterie, maíz blanco para hacer locro y carnets de prensa.

Al otro extremo, una pintura gigante de la militante travesti fallecida, Lohana Berkins y una ruleta en el centro: "Lohana te adivina el porvenir pero no cuentes con que te vaticine un novio o una novia rubios de ojos celestes y un millón de dólares. Para ella, que es feminista, lo personal es político así que ¡agarrate Catalin@!" nos invitan desde la pared. Y, al momento de tirar y buscar los resultados según el número regalado por el azar, el montaje de sus dichos armados como profecía feminista, mezclarán humor con reflexione­s igualitari­as que motivarán a cada una, como mueven la razón y la emoción, a unirse en la acción.

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FOTOS LUCÍA MERLE Predicción con perspectiv­a. Desde la pared una imagen de la activista Lohana Berkins ofrece prediccion­es que mezclan reflexión y humor.
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Muñeca encapuchad­a. Objetos que acompañaro­n la vida.
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Desde Pehuajó. Las tortugas que le regalaban a María Elena Walsh.
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Difunta Correa. En uno de los altares de las feministas históricas.

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