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Breve historia de las calesitas porteñas

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Sobrevivie­ntes de crisis, modas, cambios culturales e incluso mudanzas, las 54 calesitas de la Ciudad cuentan historias de doble comando: las de sus dueños, muchos de los cuales dedicaron toda su vida a la atracción infantil y la de los chicos que acudieron a ellas para obtener esas inolvidabl­es vueltas que sólo pueden darse en la infancia.

La primera calesita porteña se inauguró en 1867 en la Plaza Lavalle, frente a Tribunales. Aquella pionera venía de Alemania, ya que hasta 1891 no se fabricaron en la Argentina. Por aquellos tiempos, la atracción era itinerante y los chicos de cada barrio podían esperar la llegada de la tan preciada calesita a su ciudad.

Hoy, cada recorrido a caballo, en auto o hasta en tanque militar cuesta entre $ 15 y $ 20, pero obtener la sortija no tiene precio. Según los expertos, la misma se instauró en la década del ’30 y, debido a su éxito, siguió con su trabajo de fabricante de ilusiones ininterrum­pidamente hasta hoy.

En 2007 las calesitas porteñas fueron declaradas Patrimonio Cultural de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, no reciben subsidios de ningún tipo y, según afirman desde el sector, los aumentos de tarifas y demás vaivenes económicos no pueden trasladars­e al valor del boleto.

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