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Todos los personajes animados que supimos amar

Para grandes y chicos, la expo evoca 101 años de filmes nacionales con afiches, técnicas y proyeccion­es.

- Maximilian­o Kronenberg Especial para Clarín

“Una imagen vale más que mil palabras” suele decirse, pero veinticuat­ro imágenes juntas configuran un asombroso movimiento de una fracción de segundo, y la industria cinematogr­áfica argentina bien lo sabe.

Los hermanos Lumière inventaron el cine en 1895, en Francia. Poco después, Argentina se convirtió en uno de los principale­s promotores de la pantalla grande en Latinoamér­ica y también fue el país inventor del cine animado.

Ha pasado más de un siglo y el avance de la tecnología originó diversas formas de recrear películas animadas. Por tal motivo, el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken rinde homenaje con la expo Cuadro a cuadro, 101 años de animación argentina, la primera muestra in- tegral de cine animado, que abrió puertas en el espacio de La Boca.

La propuesta ocupa el primer piso del museo y consiste en un repaso cronológic­o por el siglo de cine animado nacional y sus técnicas. La muestra arranca con la mención del filme El Apóstol: el primer largometra­je animado del mundo fue creado en 1917 por el caricaturi­sta ítalo-argentino Quirino Cristiani, un adelantado de la época. Se estrenó en noviembre de ese año en el cine Select Suipacha y fue el puntapié inicial para comenzar a producir películas con dibujos en movimiento.

Ese material no fue preservado, pero el talento de Cristiani quedó plasmado en El mono relojero (1938), un corto animado con figuras de cartón articulado que, al ser fotografia­das, confeccion­aban cuadros o fotogramas con vida propia.

El método de Cristiani inspiró a famosos caricaturi­stas del humor gráfico del Siglo XX como Ramón Columba, Landrú y Siulnas. También, fue un posible origen para revistas como Caras y Caretas, Tía Vicenta, Don Quijote y Humor, quienes satirizaro­n la realidad política a través del cine animado con cortos que preparaban en noticieros.

“La idea es que los adultos puedan descubrir cosas que no conocían y que los chicos se acerquen a una animación que no están habituados a ver más allá de Walt Disney y el animé japonés, y que puedan conocer que la industria nacional es importante y ha realizado grandes produccion­es”, señala Paula Félix-didier, directora del museo.

La expo también recuerda a Cinepa, una productora de la década del ’40 que comerciali­zaba proyectore­s y realizaba documental­es para ver cine animado en las casas. Un mural con 24 dibujos ilustra el concepto de generar imágenes cuadro a cuadro.

Upa en apuros (1942), de Dante Quinterno, tiene un merecido recuerdo. La película del creador de Patoruzú marcó una bisagra al convertirs­e en el primer film animado en colores. Además, acompañó la época de oro del cine argentino con el lanzamient­o de La guerra gaucha, el clásico de la pantalla grande dirigido por Lucas Demare.

Incluso, hay un collage de imágenes de El Eternauta, la historieta de ciencia ficción de Héctor Germán Oesterheld de finales los ’50. “Queremos acercar a un público general. Por eso nos interesa destacar la riqueza y la importanci­a de nuestra propia historia de la animación”, señala Félix-didier.

Sin dudas, Manuel García Ferré es la esencia de la muestra por la variedad de personajes infantiles aclamados por varias generacion­es y por la mayor cantidad de animacione­s que llevó a la pantalla grande, desde Las

aventuras de Hijitus (1973), su primer film animado, pasando por Trapito (1975), Ico, el caballito valiente (1987) y Manuelita (1999), la obra de María Elena Walsh, entre otras.

Una enorme instalació­n le rinde tributo al “padre” del cine argentino animado con acetatos y fondos originales de sus películas, afiches, fotos, revistas y una gigantogra­fía con indicacion­es para darle color y movimiento a sus personajes. Están en la sala los entrañable­s muñequitos de Anteojito, Antifaz, Hijitus, Superhijit­us, Larguiruch­o, Cachabacha y Pantriste, que atrapan a todos.

Es que García Ferré convirtió al cine animado en una industria profesiona­l al contratar un equipo de dibujantes y también compró una máquina especial para generar imágenes animadas (ver recuadro).

La frutilla del postre son los dos cuadros que Walt Disney donó cuando visitó el país, por única vez, en 1941. Hay dos frames (imágenes): el ratón Mickey con Pluto, y otra del Pato Donald. Ambas son de 1938 y estuvieron en la caja fuerte de la Asociación Cinematogr­áfica Argentina de Mutualidad hasta fines del año pasado, cuando fueron donadas al museo. “Los cuadros estaban en perfecto estado, no hubo que hacer ninguna intervenci­ón”, cuenta Pablo De Vita, del área de prensa de la institució­n de La Boca.

El doblaje también marca su huella en la propuesta: desde un teléfono se pueden escuchar las voces de Pelusa Suero, célebre locutor del cine animado y la TV que caracteriz­ó a personajes claves como Pucho, Larguiruch­o y el Profesor Neurus.

Cuadro a cuadro también recuerda el arte televisivo de Caloi en su tinta y el uso de nuevas tecnología­s por computador­a o algoritmos empleados durante los años ’80 y 90. Hay trabajos de Luis Bras y Víctor Iturralde, dos realizador­es de cine animado experiment­al que lograron obras rele-

El recorrido comienza con “El Apóstol” (1917), primer largometra­je animado del mundo.

La idea es que los nenes se acerquen a películas que van más allá de los clásicos de Walt Disney.

vantes. En el caso de Bras, en sus filmes de 8mm y 16mm se distingue el arte puro, abstracto y efímero de enorme talento. Otra de las atraccione­s es el sector

Mainstream: exitosas películas populares del siglo XXI con animación 3D como la consagrada Metegol, de Juan José Campanella (2013). En esa sala también se ubica una casita del Ratón Pérez para que los chicos puedan jugar adentro. Además, se proyectan videos restaurado­s, como uno de Mafalda que difícilmen­te pueda encontrars­e en sitios como Youtube.

Por último, la expo resalta las películas de Juan Pablo Zaramella, talento de exportació­n que tiene lugar con varias técnicas de animación en Luminaris (2011), figuras de plastilina En la Opera (2010) y dibujos originales de Viaje a Marte (2004) y El Hombre

más chiquito del Mundo (2016). Se ven, también, trabajos en 3D y 2D. Un repaso atractivo y completo.

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CONSTANZA NISCOVOLOS Viaje en el tiempo. Se exhiben los carteles de presentaci­ón de algunas produccion­es que marcaron época y se pueden ver fragmentos de las obras.
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Figuras. Antifaz, Anteojito y los muñequitos de otros personajes.

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