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Jim Carrey contra Trump

- Silvia Maestrutti Especial para Clarín

Sus caricatura­s son feroces, no sólo contra el presidente Donald Trump, sino también contra miembros de su actual administra­ción en la Casa Blanca. Ha pasado el último año dándole vida frenéticam­ente a este arte de protesta, encerrado en su rancho del barrio de Brentwood, el que compró hace más de dos décadas con el dinero de la exitosa película Tonto y Retonto.

Es obvio que Jim Carrey (56) ha perdido entre sus fans a todos aquéllos que lo seguían desde que se hizo famoso con esa comedia La Máscara y ahora lo ven dibujando o pintando en contra del presidente que aman.

La banda Pearl Jam acaba de recibir amenazas y muchos mensajes negativos después de promociona­r su último concierto con un póster en el que se veía a la Casa Blanca en llamas. Por poco menos se quedó sin trabajo la comediante Kathy Griffin.

A Jim Carrey eso no le hace temblar el pulso, dice que lo motiva estar harto de los mentirosos y tiene una teoría distinta al respecto. Él cree que en el fondo Trump debe amar sus cuadros y caricatura­s. “Es insultante, sí, lo tienen que enojar segurament­e, pero le encanta la atención, no olvidemos que es un narcisista”, reconoció ante los críticos de TV en el hotel Beverly Hilton. Con el pelo largo, campera de cuero negra, estaba ahí para promociona­r su nueva serie en Showtime, Kidding, su regreso a las grandes ligas después de un largo ostracismo.

Y debe decirse que, aunque muchos no entiendan sus facetas grises y prefieran al hombre de goma de las mil caras, la industria lo recibió con los brazos abiertos. Aunque él les diga que pensaba en destruir a Hollywood y no en unirse a él como al final terminó haciendo.

En ese panel aprovechó para aclarar que si lo pinta al presidente con una bandera clavada en el trasero está representa­ndo lo que mucha gente siente. “Estoy harto de los mentirosos”, se lamentaba.

Hay gran expectativ­a con su serie, producida y dirigida por su director en Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, Michel Gondry. Ahí interpreta a Jeff, el icónico conductor de un programa infantil, que se maneja con muñecos y pura sonrisa en cámara como Mr. Pickles, pero en su vida privada tiene una personalid­ad oscura. Casi como le ocurre a él mismo. Es claro por qué eligió ese proyecto para volver a la luz.

“En este momento hay tantas opciones, lo más difícil es salirte del montón. Para hacerlo hay que pensar en algo que sea más grande que el resto. Si la verdad está ahí, la gente se va a interesar en el programa. Ellos quieren verse a sí mismos”. Asegura que este personaje es parecido al de The Truman Show por el uso de fachadas y caretas.

Un periodista de The Hollywood Reporter fue a entrevista­rlo a su casa y encontró que la obsesión por la pintura y los dibujos se materializ­an en cada rincón, aunque usa un salón cerca de la pileta como atelier. Exhibe su arte en su cuenta de Twitter, que cuenta con 17 millones de seguidores, el último un dibujo en homenaje a Aretha Franklin el jueves, cuando murió la diva.

No entra en persona a la red, tiene asistentes que lo hacen por él y a los que les recuerda que pongan la frase Vote.org. Le cuenta al periodista que su manager quiere matarlo por lo que está haciendo en Twitter. Difícil tarea la de ese muchacho. Es obvio que Jim Carrey es inmanejabl­e. Esa actitud insobornab­le y su honestidad en todo lo que trata de hacer lo convierten en un personaje atrapante. Siempre es interesant­e ver a un genio de la comedia en busca de su identidad, dentro y fuera de la pantalla.

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