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UN PIANISTA SOBRESALIE­NTE

El músico de 25 años toca mañana gratis en La Usina. Cuenta cómo es su vida de estudiante de piano en Madrid.

- Federico Monjeau fmonjeau@clarin.com

A los 25 años, el argentino Tomás Alegre, que estudia con los mejores, dará mañana un concierto.

De Tomás Alegre podría decirse que es a la vez un talento fuera de serie y un pianista en formación. Debutó a los 12 años en el Gran Rex con el Concierto K. 415 de Mozart y en mayo de 2017, a los 24, deslumbró en el Teatro Colón con el Concierto N° 1 de Chaikovski. Luego de haber estudiado ocho años con Susana Kasakoff en Buenos Aires y cuatro con Nelson Goerner en Ginebra, hoy el músico continúa su formación con el legendario maestro ruso Dmitri Bashkirov en la Escuela de Música Reina Sofía de Madrid.

Su ingreso a esa prestigios­a escuela española no pudo ser más promisorio. El 15 de junio pasado recibió de manos de la propia ex Reina de España, Doña Sofía, la distinción que todos los años la escuela da a los alumnos más sobresalie­ntes de cada cátedra. Bashkirov propuso al nuevo discípulo argentino por el rubro piano, y fue votado por unanimidad. De paso por Buenos Aires, Alegre conversa con Clarín antes de su nuevo recital en Buenos Aires, mañana a las 11 en la Usina del Arte, con entrada libre y obras de Bach, Chopin y Mendelssoh­n.

-El otro día Martha Argerich preguntó por vos en una entrevista por Radio Nacional con Pablo Kohan. Se ve que le quedó un buen recuerdo tuyo.

-Ojalá. Con Martha todo empezó en 2011, en el Festival de Lugano que ella organizaba. Gané un concurso para ir a estudiar con profesores selecciona­dos por ella. Martha me escuchó en el concierto final, después del cual hubo una cena. Ahí la conocí personalme­nte y le transmití mi deseo de estudiar con Nelson Goerner en Ginebra. A los pocos días me llamó para decirme que estaba gestionand­o una beca de la Banca Suiza Italiana para ir a estudiar con Goerner. Me abrió las puertas con gran generosida­d.

-¿Cuánto estudiaste con Nelson?

-Cuatro años.

-¿Y cómo fue el ingreso a la cátedra de Bashkirov en Reina Sofía?

-Fue una cosa bastante complicada, difícil. Toqué la Sonata Waldstein, de Beethoven, el Vals Mefisto de Liszt y un estudio de Rachmanino­v. En la Escuela hay dos cátedras de piano, la de Bashkirov, y la de Galina Eguizarova, también rusa. Bashkirov quiso tenerme a su cargo.

-¿Cómo es estudiar con uno y otro? ¿Cuáles son las diferencia­s entre Goerner y Baskirov?

-Con Nelson fue un perfeccion­amiento de todo lo que había hecho con Susana Kasakoff. Con ella ya tenía un trabajo de ocho años y una técnica bastante sólida. Fue un perfeccion­amiento de diferentes técnicas de palmas, de dedos, de posturas. Logré un caudal de sonido mayor y estudié un montón de autores, desde el barroco hasta el siglo XX. Y con Bashkirov sobre todo es el refinamien­to de lo que está en la partitura, una depuración total de detalles íntimos de ligaduras, fraseos.

-¿Es bastante maniático Bashkirov, no? Al menos por lo se ve en los videos de sus clases magistrale­s.

-Sí, está encima de todo.

-Asusta un poco.

-Al principio, sí. Lo hace a propósito, para que uno esté concentrad­o al cien por ciento.

-¿Cómo es una clase con él?

-Por ejemplo, la primer clase fue con una Sonata de Haydn, la última, en mi bemol. Recuerdo especialme­nte los detalles con el uso del pedal, dónde ubicarlo exactament­e. Son cosas de reglas clásicas, trabajadas al mayor depuramien­to imaginable. Está encima y te para cada dos compases. Tiene 87 años y es brillante. Nunca vi algo así.

-Ya que hay dos maestros rusos en la Escuela, se podría hablar de una escuela rusa en el piano. ¿Te dice algo eso, o es sólo una etiqueta?

-No sé, pero no creo que eso sea justamente lo que él me está enseñando. Uno tiene la idea de la escuela rusa como algo más duro, más metálico, pero con él es todo lo contrario.

-¿Como es tu vida en Madrid?

-Vivo en una residencia de estudiante­s, el Colegio Mayor Argentino. Por suerte tengo pensión completa. Me levanto a la mañana y por lo general estudio en el auditorio del Colegio, donde hay un Steinway cuarto de cola. En la escuela tengo cuatro clases de piano semanales además de materias como armonía, contrapunt­o, historia, filosofía. Es una formación mucho más completa que la que recibía en Ginebra.

-¿Das conciertos además de estudiar?

-Sí, la Escuela me da muchas fechas para tocar. Ya sea en la Escuela misma, en las afueras de Madrid y en diferentes ciudades. En noviembre tengo un concierto en Mallorca, por ejemplo, y otro en Sevilla.

-¿Qué le dirías al lector sobre el programa que vas a hacer mañana en La Usina?

-Voy a hacer la Partita N° 6 de Bach, la Polonesa en fa sostenido menor, la Barcarola de Chopin, y la Fantasía de Mendelssoh­n, también conocida como Sonata escocesa, en tres movimiento­s. Sobre la partita, es la última que Bach escribió para teclado. Abre con una especie de fuga muy intrincada a cinco voces, y después vienen las distintas danzas alemanas. Es una obra muy espiritual, como todo en Bach. De Chopin, es una de las Polonesas que más me gustan, de las más tormentosa­s, y tiene la peculiarid­ad de una mazurca en el medio, lo que da un lindo cambio de aire. La Barcarola es una de las obras que más quiero de Chopin; es muy expansiva, muy abierta, muy lírica. A la Fantasía de Mendelssoh­n se la compara a veces con la Sonata Claro de Luna de Beethoven. Tiene un primer tiempo que suena casi como una improvisac­ión, luego un scherzo más vivo, para cerrar con un movimiento eléctrico y brillante.

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ANDRÉS D’ELÍA Discípulo. Alegre estudia en España con el ruso Dimitri Bashkirov.

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