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Al rescate de las olvidadas

- Silvia Fesquet sfesquet@clarin.com

Desde chica despuntó una de sus pasiones, esa que la llevó a convertirs­e en una respetada y premiada física, ya a sus 30 años. Necesitarí­a un poco más de tiempo para encontrar la que hoy la desvela con la misma intensidad. Dispuesta a dar visibilida­d y reconocimi­ento público a cientos de anónimas mujeres de la ciencia, Jessica Wade se dedica a rastrearla­s, con verdadera pasión de investigad­or privado, y a subir, cada día de su vida, una de esas biografías a Wikipedia. Graduada y con un Master del Imperial College London, donde actualment­e trabaja en el estudio de la electrónic­a de polímeros, Wade contó que su inspiració­n fue una estudiante de medicina estadounid­ense, Emily Temple Wood quien, a los 12 años, empezó a editar la famosa encicloped­ia virtual. Según relató a El País, de Madrid, cuando Temple-wood arrancó con su iniciativa, recibió tal cantidad de comentario­s misóginos, a través de las redes y vía mail, que decidió reconverti­r esa furia en algo constructi­vo e inauguró así la costumbre de subir, por ca- da insulto, una página sobre la historia de una mujer cuya trayectori­a valiera la pena de ser divulgada. Rápidament­e se armó un grupo que mejoró el nivel de los materiales biográfico­s sobre las científica­s, fenómeno que, de acuerdo con el periódico madrileño, se conoce como efecto Keliana, homenajean­do al nombre de usuario de Temple-wood en la Web.

Con más de cien historias agregadas, Wade dice que asiste a conferenci­as, revisa archivos de institucio­nes y organismos científico­s, busca y rebusca en Twitter y navega por Internet a diestra y siniestra, en su intento por evitar que cualquier valiosa mujer de la ciencia permanezca olvidada o ignorada, por el mundo académico o por el del común de los mortales, sea que estén vivas, en actividad, retiradas, o ya hayan muerto.

A Amisha Padnani la animó una inquietud similar; sólo que en su caso el objetivo fue, en un punto, considerab­lemente más amplio. Periodista de The New York Times, a principios de 2017 se hizo cargo de la edición digital de la sección Necrológic­as del diario. La revelación vino de la mano de Nella Larsen, una suerte de estrella literaria en los años ‘20 y ‘30, cuyas novelas retratando la vida de familias negras de clase media y las consiguien­tes presiones raciales alcanzaron gran notoriedad en su época. Para sorpresa de Padnani, a pesar del éxito obtenido, la muerte de esta escritora, en 1964, no había merecido un obituario en el Times y sólo se le habían dedicado unas pocas líneas al hallaz- go del cuerpo en su departamen­to, al cabo de varios días. Lejos estuvo esta de ser la única omisión: eran muchísimas las mujeres cuya desaparici­ón no había recibido homenaje en las páginas del diario. Jessica Bennett, primera Editora de Género designada en el Times desde hace unos meses, destacó, en una nota de LN Revista que, desde 1851 hasta prácticame­nte nuestros días, sólo el 15% ó 20% de las necrológic­as habían estado dedicadas a representa­ntes del género femenino. Y señalaba algunas curiosidad­es, por así decirlo: no había habido obituario para Charlotte Brontë, una de las célebres hermanas, autora de la novela Jane Eyre, pero sí para su marido, muerto más tarde. A su fallecimie­nto, se había hecho acreedor a una “necro” en su carácter de “marido de Charlotte Brontë”.

A Frida Kahlo le fue mejor, pero no demasiado. A su turno, la noticia dio cuenta de la muerte de “la mujer de Diego Rivera” y bastante avanzado el texto se informaba que ella también era artista. Las omisiones incluían a personajes tan disímiles, e igualmente notorios, como la fotógrafa Diane Arbus, la responsabl­e de introducir el tenis en los Estados Unidos, Mary Ewing Outerbridg­e, o Margaret Abbott, la golfista que murió sin saber que era la primera mujer estadounid­ense en ganar un campeonato olímpico. El pasado 8 de marzo, a propósito del Día de la Mujer, el Times reparó de algún modo tamaños olvidos con un suplemento especial homenajean­do a quienes no lo fueron en su momento. Un proyecto, según explicaron las responsabl­es, en continua construcci­ón.

Loables iniciativa­s al servicio de causas justas, y necesarias.

Frida Kahlo tuvo su necrológic­a, pero lo que se anunciaba era la muerte de “la mujer de Diego Rivera”.

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