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EL LUTHIER DEL ROCK

Trabajó para Pappo, Charly, Spinetta e hizo el famoso bajo de Pedro Aznar. Un personaje ineludible.

- Hernán Firpo hfirpo@clarin.com

“Fanta” Beaudoux fue músico de Pappo en los orígenes y el que puso las manos en los instrument­os de los consagrado­s.

Hubo un tiempo, segurament­e hermoso, en que el rock nacional se contaba con los dedos de una mano: Nebbia, Tanguito, Pappo, Spinetta, Javier Martínez. De ese primer golpe de horno data la larga y colorada figura de Eduardo Beaudoux, por siempre "Fanta", apodo de gaseosa que Pappo le puso en un momento en que era común que el cariño se manifestar­a en sobrenombr­es.

Fanta es alto como Charly, habla como Charly y tiene apenas dos años más. Después de las falanges de García, las suyas merecen ser las más famosas del rock nacional. El año que viene Fanta cumplirá 50 años como luthier de guitarras y bajos eléctricos. Cincuenta años tiene el rock nacional. A buen entendedor... “Acá hay un maestro que fue Sergio Repiso Villaroel. El famoso Repiso, mi guía. Él fue la persona que nos decía: ésto esta bien. Un duro el tipo. Fue el que le hizo la famosa guitarra gota a Spinetta. También le hizo el bajo a Emilio del Guercio y luego yo trabajé para Almendra sobre sus creaciones. Al bajo de Almendra le pusimos un micrófono para que sonara como un elefante. Te hablo en plural porque empecé en este trabajo con Guido Meda, un muchacho que tocó con Spinetta en un grupo anterior a Almendra. Mi ingreso en la película del rock se dio 1970. Empecé en el ‘68, pero me hice bolsa una mano y estuve un rato largo tratando de recuperarm­e. Me lastimé feo con una inyectora de plástico. En ese entonces yo estaba trabajando en una fábrica.

-¿Por qué se te ocurre, en ese contexto de crecimient­o del rock nacional, ser luthier en vez de músico?

-¡Yo soy músico! Toqué en dos discos de Pappo’s Blues, Triángulo y Volumen 6, dos discos del año ’74. Soy el bajista y co-compositor de varios temas de esos álbumes. Siempre estuve en la música, pero siempre hice dos cosas: guitarras, bajos y también música. Si hablamos del bajo fretless, el que no tiene los caracterís­ticos trastes, existen dos que son muy identifica­bles. Uno es el que hizo popular Jaco Pastorius y el otro es el de Pedro Aznar, en Serú Girán. El de Pedro lo hice yo, y la caracterís­tica principal de ese instrument­o es que su sonido es más parecido al de un violoncell­o... Pero vos me preguntast­e por qué luthier: cuando yo salí de la secunda- ria busqué varias opciones de trabajo por fuera de un banco y esas cosas, y lo que finalmente hicimos fue raro, porque se trataba de armar instrument­os para un negocio que, en ese momento, no tenía más público que cuarenta, cincuenta personas.

-¿El bajo de Pedro Aznar no fue noticia por un extravío?

-Tal cual. En 2005 la noticia salió en todos lados y hasta se ofreció recompensa a quien tuviera informació­n. El valor afectivo del instrument­o perdido tenía que ver con que era el bajo con el que Pedro había tocado en Serú. Además, era un instrument­o mío. Aznar llega a Serú Girán con un bajo marca Faim. El me lo trajo y yo le cambié micrófonos, puentes, tapa, clavijas, todo. El bajo de Pedro era un instrument­o que cantaba. El rock argentino me enseñó cómo ir haciendo los instrument­os .... Y Pedro no perdió el bajo. Se lo robaron. Pero se armó tal descalabro con lo del bajo que, milagrosam­ente, apareció. Claro, no era cualquier instrument­o, sino era uno que realmente quemaba...

-¿”Quemaba”?

-Por supuesto. Fue tal el desaparram­o de noticias que todo el mundo estaba al tanto y no había chance de reducirlo, de venderlo. O lo devolvían o lo usaban para hacer un asado.

-¿O sea que Repiso arrancó como luthier y después viniste vos?

-No. Hubo otro antecedent­e que fue Carlitos Faim, un maestro al que alguna vez le pregunté de qué madera estaba hecho determinad­o instrument­o que había hecho y me contestó: “De árbol”. Repiso arrancó en la década del ‘50 y en 1973 se fue de la Argentina a su Mallorca natal. Faim hizo de chino. Se dedicó a las guitarras económicas, baratas y poco hábiles. Yo, por decirlo de alguna manera, soy la persona que reprodujo el estilo de de Repiso. Él fue mi faro.

-¿Hacer guitarras es un trabajo fácil o difícil?

-Trabajar de esto es bastante difícil y yo, que he trabajado con todas las maderas del mundo, puedo decirte que jamás obtuve respuestas técnicas ni académicas. Lo único que aprendí en casi 50 años de oficio es que debo moverme empíricame­nte. No tengo ningún interlocut­or válido.

-¿Pappo te fue a buscar como bajista o como luthier?

-Nadie fue a buscar a nadie. Nosotros teníamos exactament­e la misma edad. Pappo viene a la fábrica de guitarras que teníamos, a Tórax, y allí no sólo hacíamos guitarras sino que teníamos equipos para ensayar...

-¿Tórax...?

-Sí, nuestras guitarras eran las guitarras Tórax, nombre heredado de un trío fugaz que tuvo Spinetta entre Almendra y Pescado Rabioso. Fue una marca que influyó bastante en el rock argentino de ese momento. La extraña de las botas rosas (de la Joven Guardia) está hecho con una guitarra Tórax. Pappo cae en la fábrica por la sala de ensayo súper equipada de Tórax, algo improbable para la época. Nosotros ganábamos mucha pero mucha plata con Tórax. Éramos niños que teníamos diez mil dólares todos los meses. Con esa plata compré equipos que fueron mis libros.

-Le vendías al rock nacional...

-No. Le vendíamos a las casas de música que le vendían al rock.

-¿Pudiste haber sido un Mister Fender o un Mister Gibson?

-No, yo soy una persona a la que le interesa la faceta artística y creativa del instrument­o. No me gusta la cosa seriada. Trabajo en cosas modernas que no tienen antecedent­es. La luthería de guitarras nació en el 1900. En el 1800 a la guitarra se le decía vihuela. En 1947 nació la guitarra eléctrica y yo nací tres años después, vale decir que tenemos la misma edad.

-¿Cómo se portó el rock nacional en relación a su luthier?

-Argentina se porta mal con todos, pero yo igual la quiero mucho porque las chicas son las más lindas. Uno hace canciones, guitarras, lo que sea, para lo mismo... Pero no me quejo. Vivo, viví, tengo familia y estoy acá delante tuyo habiendo hecho esto que hago y que es lo que me hace feliz.

-¿Con las generacion­es de guitarrist­as posteriore­s como te fue? Te nombro, por ejemplo, a un Ricardo Mollo...

-Uhhhhh!!! Mollo se enojó conmigo. El rock hace chanzas que a veces no caen bien y algunos son muy rockeros y otros, no tanto. Cuando Mollo estaba con Sumo, él tenía una guitarra que era como una percha con un cuerpo medio exótico al que le había puesto un mango marca Fender. Yo le dije que parecía una guitarra de juguete y hubo un enojo fuerte. Fue como una ópera... Muchos rockeros argentinos no se transforma­n en Bob Dylan. Siguen siendo infantes, pero de viejos, y eso es un problema. El rock tiene miedo de ponerse saco y corbata porque parece que debe dirigirse a un montón de gente pobre...

-Calamaro está usando saco...

-Calamaro es un dios, es el rockero que nos enseña a vivir, a comer bien. Un señor, un hombre fino.

-¿Hacia dónde va la guitarra?

-Es como preguntars­e hacia donde va el oído. La guitarra del futuro me la imagino más viva y más afinada. Hendrix tocaba con una cuerdas de mierda y era desafinado. Los Beatles eran afinados porque George Martin tenía oído absoluto y los Stones eran una manga de desafinado­s porque Andrew Oldham, su productor, no sabía una mierda de música.

El rock tiene miedo de ponerse saco y corbata, porque parece que debe dirigirse a un montón de gente pobre”.

-¿Te hubiera gustado tener una carrera como músico profesiona­l?

-Me hubiera gustado ser Hugh Hefner. Siempre hay que tratar de ser un ridículo importante.

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 ?? CONSTANZA NISCOLOVOS ?? En su taller. El apodo de “Fanta” se lo puso Pappo, por su pelo colorado. Con él, compuso y tocó en Pappo’s Blues.
CONSTANZA NISCOLOVOS En su taller. El apodo de “Fanta” se lo puso Pappo, por su pelo colorado. Con él, compuso y tocó en Pappo’s Blues.

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