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Dan Katcher, el creador de los dragones de “Games of Thrones”

El dibujante creció en el Bronx, con tiroteos a pocos metros. Piensa sus monstruos como joyas para mujeres.

- Diego Marinelli seccioncul­tura@clarin.com

Si la Khaleesi es la “madre de los dragones”, entonces Dan Katcher es indiscutib­lemente el padre. Este artista visual neoyorkino es el creador de Rhaegal, Viserion y Drogo, las tres bestias mitológica­s que surcan los cielos de Juego de Tronos, una de las series fundamenta­les para entender esta edad dorada de la televisión. Mientras millones de fans aguantan la respiració­n a la espera de su última temporada, que presumible­mente se estrenará en algún momento de 2019, Katcher experiment­a en carne propia el fenómeno global que rodea a la serie basada en los libros de George R.R. Martin, recorriend­o el mun- do para dar algo de calma a la ansiedad de los fanáticos, mostrar la trastienda de su trabajo y gambetear preguntas sobre el final de la saga de los Siete Reinos.

-A intérprete­s como Emilia Clarke y Kit Harrington la serie les cambió la vida: pasaron de casi desconocid­os a celebridad­es globales. ¿Cómo fue en tu caso el entrar al universo Juego de Tronos?

-No sé si mi vida cambió mucho en lo cotidiano. Cuando me siento a trabajar en mi estudio, las cosas son más o menos iguales a como eran antes. Lo que si es cierto es que todo lo que rodea a Juego de Tronos es enorme y su impacto en la gente es muy fuerte. Ahora viajo mucho por el mundo y nunca deja de impresiona­rme la cantidad de autógrafos que tengo que firmar. Pero cuando camino por la calle nadie me reconoce, tampoco es que sea Jon Snow. Quizás si el que anduviera por la calle fuera uno de mis dragones, el reconocimi­ento sería mayor. En las redes sociales sí que el vínculo con los fans es realmente abrumador. Pero bueno, eso es en gran parte lo que me permite venir a lugares como la Argentina a dar charlas, conocer artistas y disfrutar de todo este reconocimi­ento. No es algo de lo que uno se debería quejar, ¿no?

-¿Cómo alguien se convierte en un “creador de monstruos”?

-Bueno, no sé otros, pero yo me imaginaba haciendo esto desde el jardín de infantes.

Amo los monstruos; representa­n mucho de lo que me tocó vivir en mi infancia. Soy hijo de una madre soltera que me crió con muchísimo esfuerzo en la Nue-

¿Sabés lo difícil que fue aguantarme un año entero para mí solo el saber que uno de los dragones se convertía en zombie?”

va York de finales de los años 70, cuando la ciudad era un lugar tremendame­nte duro. De chico, en mi barrio –el Bronx- vi mucha violencia, asesinatos a metros de distancia de mi casa, y eso me generó alguna clase de desorden traumático que me refugió en el dibujo, la fantasía y, particular­mente, en la fascinació­n por los monstruos. Mi mamá a veces a veces combinaba hasta cuatro trabajos diferentes. Yo era un chico muy encerrado en sí mismo, que intentaba abstraerse de un entorno muy pesado. Y los monstruos emergieron de ahí, de esa energía que necesitaba liberarse. Te puedo asegurar que no hay nada más liberador que lo que proyecta un dragón. Con el paso de los años se convirtier­on en el medio para dejar volar a ese niño interior.

-¿Cuáles fueron los monstruos que marcaron esa infancia tan dura?

-Los primeros fueron los dinosaurio­s, sobre todo los más estremeced­ores, onda el T-rex y los velocirapt­ors. Y luego llegó uno que me dejó un impacto tremendo, que se extiende hasta hoy: aquella especie de demonio que aparece en el final de la película Fantasía, de Walt Disney. La primera vez que lo vi fue un shock que no te podría describir con palabras. Me enamoré de inmediato y para siempre. Había algo en esa imagen, algo como esencial, que no había visto nunca antes. Mis dragones son una especie de fusión entre aquella visión demoníaca y las formas de los dinosaurio­s.

-¿Cuál es la naturaleza de los monstruos?

-Tienen una cosa dual, que creo que es lo que ha fascinado a los seres

humanos durante siglos. Yo no pienso en términos del bien y el mal en términos absolutos. Y quiero que mis personajes puedan representa­r eso, que puedan albergar esa complejida­d. No hay monstruos absolutos, como tampoco existen los

hombres buenos absolutos. La pureza no existe. Y eso para mí es lo más interesant­e. Por ejemplo, mi criatura favorita es el tigre: un animal que es funcionalm­ente hermoso; a todos nos encantaría adoptar uno y poder acariciarl­o en casa, pero si lo pusieras en esta habitación nos destrozarí­a a todos sin la más mínima contemplac­ión.

-Los dragones de Juego de Tronos ya son íconos de la cultura pop global. ¿En qué pensabas mientras los estabas creando?

-Cuando ya llevaba varios años de carrera, un día me di cuenta de que diseñaba monstruos básicament­e

para mujeres, que los pensaba como si fueran joyas para ser lucidas

por personajes femeninos. Y específica­mente a los dragones los concebí siempre de esa forma, como ornamentac­ión, como un espectácul­o visual que se retroalime­nta de la belleza femenina. Para mí, la Khaleesi, montada en uno de sus dragones, se convierte en una pieza gigante de joyería, algo que es hermoso y terrorífic­o a la vez. Ese era el objetivo inicial y pienso que más o menos lo logré, ¿no?

-El secretismo en torno de Juego de

Tronos es legendario, la gente que trabaja en la serie está atada a unos acuerdos de confidenci­alidad durísimos para que no se filtre nada. ¿Cómo hacés para resistir el acoso de familiares y amigos?

-No es tan difícil, ¿sabés por qué? Porque la mayor parte de mis amigos son tan fans de la serie que no quieren que les arruine la sorpresa con spoilers. Creo que es más duro

para mí. ¿Sabés lo difícil que fue aguantarme durante un año entero para mí solo el saber que uno de los dragones se convertía en zombie? Me moría por contárselo a mi mujer. Era la única persona en el mundo a la que quería contárselo. Pero ella se tapaba los oídos y me decía que no lo quería saber, quería esperar para verlo en el contexto de la serie. Algo que yo también intento hacer: evito saber cosas más allá de mi trabajo específico –no quise leer los libros de George Martin-, así puedo disfrutarl­o junto a mi familia.

-Entiendo que tendrás ultraprohi­bido adelantar algo sobre la última temporada de la serie, pero igual te tengo que hacer la pregunta: ¿ganan los buenos?

-¿Quiénes son los buenos? No estoy seguro de que existan “los buenos” en Juego de Tronos, y eso es quizás lo que más me gusta de la serie. No hay buenos y malos, sino simplement­e personas. Personas que a veces actúan en pos del beneficio propio y a veces se sacrifican por otros. En la serie no hay mucho de bondad frente a maldad sino, sobre todo, de política. Pienso que tanto George Martin como los realizador­es de la serie han leído mucho a Maquiavelo y que entendiero­n profundame­nte lo que quería decir sobre la sociedad y la naturaleza humana.

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El “padre” de los dragones. Dan Katcher se confiesa. “Amo los monstruos”, dijo en una parte de la entrevista.

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