“Mujercitas”: 150 años y (casi) ningún lector varón
El clásico atravesó generaciones y sigue siendo un puente de diálogo entre quienes crecieron leyéndolo.
Si hay un libro sobre la sororidad ese libro es Mujercitas. Hace 150 años que las hermanas March y el álter ego de la autora, la futura escritora Jo, vieron la luz en la imprenta y cambiaron para siempre la literatura juvenil que leían las chicas -no existían con anterioridad libros para preadolescentes-. El título original fue Meg, Jo, Beth y Amy por si a alguien no le quedaba en claro quiénes eran las protagonistas. El libro tal como lo conocemos hoy fue editado en dos partes; cuando Louise May Alcott envió a la imprenta la segunda parte, Niles, su editor, estaba en éxtasis. El libro se había transformado en un fenómeno de masas, tenían un pedido de dos mil ejemplares de Chicago, y por ese éxito, la autora recibió los mil dólares que le permitían una vida en la que pudie- ra dedicarse a lo que más amaba en el mundo: escribir.
Leído por niñas, adolescentes y mujeres, y casi siempre descartado de las listas de lecturas de los varones, Mujercitas circula aun como un puente entre editoras y lectoras. Es la contraseña entre mujeres lectoras cuando se sientan a conversar de sus libros preferidos. Louise May Alcott es la Jane Austen de las chicas.
Muchísimas mujeres de todas las generaciones lo leyeron -y moquearony muchas se sintieron inspiradas por su protagonista, Jo March, a emprender un destino diferente al convencional. Otras mujeres llegaron a la historia de las hermanas March, a través de las películas, la flamante serie de la BBC y hasta un ballet. El libro aún despierta elogios y críticas fervorosas; mientras unos resaltan la figura de personajes capaces de tomar las riendas de su vida (dentro de un contexto histórico en el siglo XIX donde esto era bastante infrecuente), otros, como el crítico Ceri Radford en el diario británico The Independent, cuestionan que se trate de una oda ignominiosa a la maternidad.
A pesar de estas críticas un poco injustas, en la vida real Alcott fue la primera mujer que votó en Concord, Massachussetts (Estados Unidos), su lugar natal. Nunca se casó -sabía que casarse y formar una familia
La trama aún despierta polémicas: de la independencia a la maternidad.