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Dos actores secundario­s que llegaron al poder

Lynch habla de su opera prima, “Lucky”. Allí, Stanton, intérprete de “Paris, Texas”, hizo su último protagónic­o.

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Si el inglés es pródigo en neologismo­s, los referentes al cine merecen un diccionari­o aparte. Uno de los mejores es “that guy”, aplicado a esos actores secundario­s cuyas caras conocemos perfectame­nte, pero jamás podríamos identifica­r por nombre y apellido. En Lucky se juntaron el campeón de los "that guys", Harry Dean Stanton –si a partir de Paris, Texas ascendió de status o reforzó esa condición es todo un debate- , y un miembro destacado del club, John Carroll Lynch, que suele interpreta­r a seres desagradab­les.

La película es una reflexión sobre la vejez, la proximidad de la muerte, la posibilida­d de mantener la vitalidad hasta el último día. Y es un homenaje al hombre que fue Travis: en el huraño y querible Lucky se entremezcl­an ese icónico personaje creado por Wim Wenders y Sam Shepard con rasgos y datos biográfico­s de Stanton. Todo eso es este filme, segundo y último protagónic­o de Stanton en su carrera –murió el año pasado, a los 91y el debut de Carroll Lynch como director.

-¿Cómo llegó a dirigir Lucky?

-Mis amigos Drago Sumonja y Logan Sparks escribiero­n la película para Harry, y habían hablado con él sobre filmarla. Originalme­nte, se acercaron a mí como actor y yo había aceptado, porque me había encantado el guión y quería pasar esos días con Harry. Pero después me pidieron que la dirigiera. Hace tiempo que quería hacerlo, y no podía rechazar ese guión ni a ese actor. Así que aproveché la oportunida­d. Estuvieron muy generosos en el ofrecimien­to, consideran­do que yo nunca había dirigido. Cuando empezamos a trabajar, en agosto de 2015, lo hicimos rápido: cuando tu protagonis­ta tiene 89 años, tenés que hacer todo lo más velozmente posible.

-¿Cuál era su relación con Harry Dean Stanton antes de “Lucky”?

-Lo había visto un par de veces a través de otra gente. Yo había sido parte del equipo de Char·ac·ter, un documental de Drago Sumonja sobre actuación, en el que aparece Harry. Dabney Coleman, un viejo amigo de Harry, era el foco de ese documental, así que conocí a Harry una noche con Dabney, y eso fue genial, porque ellos eran muy amigos y una de las actividade­s favoritas de Harry era hacer enojar a Dabney, algo que lograba con bastante facilidad. Era divertido verlos en esa rutina. Pero no creo que Harry me recordara. Cuando nos estábamos acercando al rodaje, me encontré con él y con Logan y Drago, y ahí fue cuando se dio cuenta de que realmente íbamos a filmar la película. Porque a esa altura de su carrera había conocido a mucha gente que le decía: “Quiero filmar una película con vos”. Y nunca más aparecía. En ese punto dijo “supongo que vamos a hacer esto, más vale que me organice”.

-¿Cómo fue filmar con un protagonis­ta de casi 90 años? ¿Cómo era él durante un rodaje?

-El guión estaba tan fuertement­e basado en él, que hicimos todo lo que pudimos para asegurarno­s de que tuviera la energía para llegar al final de cada día de rodaje. Ese fue el desafío logístico de la película. Harry aparecía cada día con un montón de preguntas sobre la historia y dónde estaba el personaje.

-Los dos fueron “that guys”. ¿Eso los acercó? ¿Hablaron del tema?

-Fue parte de la película, porque muchos de los actores que trabajan en ella podrían ser descriptos de esa manera. Tienen una larga carrera, pero sus caras son más reconocibl­es que sus nombres. Harry trascendió eso desde que hizo Paris, Texas. No tuvo otro protagónic­o hasta Lucky, pero igual era una estrella. Cuando aparecía en cameos, no podías ignorar quién era. A él no le importaba, en realidad, y eso era parte de su encanto como actor.

-¿Cuánto de “Lucky fue escrito en base a la vida de Harry Dean Stanton, y por qué Sumonja y Sparks quisieron hacer una película sobre él?

-Harry tenía un gran afecto personal y profesiona­l por Logan y Drago. Eran amigos cercanos. Los dos querían trabajar con él y celebrar lo que habían aprendido de él. Esa fue la génesis de la película. Tenían la idea de que Harry hiciera de una especie de monje en el desierto, y eso se transformó en

Lucky. La película dice que se puede tener una vida espiritual sin creer en Dios, y eso era importante para mí. Y también que la vida es frágil para todos, y no hay nada más apropiado para expresar eso que un hombre de 89 años con buena salud. Vivimos con nuestra propia muerte presente y no tiene por qué ser terrible. Eso me gusta eso mucho de la película, y es parte de lo que aprendimos de Harry.

-¿Cómo fue dirigir a David Lynch?

-David fue genial, vino al set muy preparado. Creo que así le gustaría que los actores llegaran a sus sets cuando él dirige. Fue muy respetuoso. Hubo momentos de frustració­n para Harry en torno a algunas escenas, y en un momento hizo algo que yo hice millones de veces como actor: buscar la complicida­d de un compañero. El se dirigió a David y le preguntó: “¿Entendés lo que está pasando acá?”. Y David dijo: “Sí, entiendo”. Entonces, yo pregunté qué pasaba, David me miró y yo le dije: “Adelante, metete, me gustaría oír tu opinión”. Pero él se dio vuelta hacia Harry y le dijo: “No me correspond­e, Harry”. Y me dejó ocuparme a mí, lo cual fue muy respetuoso. Hizo todo lo que querrías que hiciera un actor, con mucha inocencia y seriedad.w

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John Carroll Lynch. A los 54 dirigió su primer largometra­je, “Lucky”, una reflexión sobre la vejez.

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