Mucho más que ejecutar pasos
Una nueva compañía de danza acaba de nacer, lo que ya es una gran noticia. Su director Guido De Benedetti tiene una larga experiencia en estas lides y lo mismo puede decirse de los dos coreógrafos que invitó a sumarse para este primer programa estrenado el jueves en el Teatro Avenida de la Compañía de Danza Argentina: Oscar Araiz y Mauricio Wainrot.
De Benedetti mismo aportó dos obras. En primer lugar, Après Apollon, presentada como un homenaje a Igor Stravinsky y George Balanchine, y en particular a la obra Apollon, con música del primero y coreografía del segundo, estrenada en 1928. Sus personajes son Apolo y tres musas consagradas por él: una partitura neoclásica para el lenguaje depuradísimo de Balanchine. Pero De Benedetti eliminó al personaje de Apolo y dejó solas a las tres musas ejecutando variaciones de ballet exclusivamente formales. Su segunda obra, Bernarda Alba y los secretos de Federico, se basa en la famosa pieza de García Lorca sobre una mujer dominante, las hijas a las que somete y la tragedia que se deriva. El coreógrafo tomó decisiones que no alcanzaron para darle vuelo a su obra: dos varones encarnaron dos personajes femeninos centrales –Bernarda y la criada-, un recurso que viene utilizándose desde hace tiempo, pero carece un plus de ambigüedad para volverlo perturbador.
Oscar Araiz montó su bella L’hirondelle, inspirada en el personaje de Misia Sert, una figura original y relevante en los medios culturales y artísticos de la París de principios del siglo XX. Una bailarina maravillosa, Lisa González, interpretó a Misia, y Gerardo Marturano y Matías Coria, –bailarines muy sólidos- representaron a dos de sus maridos sin que ninguna instancia de la pieza sea demasiado explícita; por ejemplo, hay tres varones más en la obra no identificados con personajes reconocibles.
El programa cerró con Libertango, de Mauricio Wainrot sobre la partitura de Astor Piazzolla, que no se veía en Buenos Aires desde hacía treinta años. El lenguaje coreográfico y la música de Piazzolla fueron luego revisitados por Wainrot en versiones quizá más sofisticadas. Por eso fue tan gratificante ver el dúo de Libertango interpretado por Lisa González y Gerardo Marturano, que confirieron a esta escena una expresividad, una gracia tan deliciosa que una vez más nos hizo pensar que la danza es mucho más que ejecutar pasos. ■